“Como ocurre en muchos países del mundo, la recuperación está siendo lenta, insuficiente y desigual, lo que no solo dificulta avances en favor de las mayorías, sino que consolida tendencias de mediano plazo que reflejan una época de normalización de resultados contrarios al desarrollo humano.
“En varios indicadores claves del desarrollo humano sostenible; especialmente, en materia de empleo e ingresos, aún no se recupera plenamente el nivel prepandémico, pese a que han transcurrido ya más de dos años desde el inicio de la emergencia sanitaria”.
Estos dos párrafos son una pequeña parte de los principales hallazgos del nuevo Informe Estado de la Nación 2022.
El actual informe analiza la situación nacional en el año 2021 y la primera mitad del 2022, desde el punto de vista del desarrollo humano sostenible y enfrenta una lectura sobre la la realidad actual nacional y mundial con una visión de mediano plazo.
Reconoce el documento que la recuperación pospandemia sí se ha dado, pero para los más acomodados económicamente.
“En términos generales, la producción de las zonas francas, el centro del país y la situación de los grupos de mayores ingresos y nivel educativo han logrado recuperarse, mientras que la economía para el mercado doméstico, las regiones fuera del Valle Central, personas trabajadoras sin calificación educativa, jóvenes y mujeres no se recuperan del golpe recibido”.
Aclara el informe que la realidad mundial, como la invasión de Rusia a Ucrania, complica la tranquilidad tica y de muchísimos países del mundo, por eso, el próximo año tampoco pinta bien.
“Las predicciones actuales sobre la evolución global en 2023 son negativas. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el mundo atraviesa un período de volatilidad económica, geopolítica y ecológica”.
Pero, además de la pandemia, otra desventaja de Tiquicia es que ya antes del 2020 la crisis económica nos golpeaba, sobre todo a los que menos tienen.
“La debilidad de la recuperación se sustenta también en causas internas; especialmente, una situación de desarrollo humano que ya era frágil y vulnerable antes de la pandemia. En efecto, a lo largo de la segunda década del siglo XXI se dio una constante acumulación de tendencias contrarias al progreso y bienestar social de las mayorías, sin respuestas de política pública que las corrigieran. Estas tendencias son un antecedente clave para entender la debilidad y desigualdad del proceso de salida de la pandemia que el país experimenta”.
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Como país, el informe nos pega varios leñazos de “ubicatex”, porque nos recuerda lo que fuimos y, lamentablemente, en lo que nos hemos convertido.
“Una sociedad en la que el crecimiento económico estuvo de la mano, por décadas, con la creación de oportunidades laborales e ingresos crecientes para las mayorías, ha permitido la informalización del mercado de trabajo y un persistente estancamiento de ingresos y desempleo para las personas menos calificadas educativamente.
“Una sociedad en la que la conservación ambiental cimentó su imagen como líder ambiental internacional y generó amplios ingresos por el turismo, ha permitido un desorden territorial y prácticas insostenibles en materia productiva y de consumo, que generan una creciente huella ecológica y altos costos para el ambiente y las personas.
“Una sociedad orgullosa de su democracia, cuyo sistema de partidos ha dejado profundizar una crisis de representación, reflejada en el alejamiento ciudadano de la política y la caída en la participación electoral; especialmente, en las zonas de menor desarrollo humano”, lo que significa para una gran mayoría una tremenda inseguridad.
Inseguridad de si se perderá el empleo y, si no, si los ingresos alcanzarán para cubrir las necesidades a fin de mes; si los hijos e hijas tendrán un mejor futuro, debido a la mala calidad de la educación que reciben; si las personas cercanas enfermas serán atendidas oportunamente en un Ebais, clínica u hospital de la Caja. Es también el sentimiento de ser víctimas de injusticias no merecidas, de tener que trabajar con poca recompensa y tranquilidad, mientras que “otros” disfrutan ganancias inmerecidas; si serán víctimas de asalto en la calle o en el barrio; si el crimen organizado se apodera o no de las comunidades.
No cierra muy positivo el documento: “En muchos temas de interés público, no solo hay desacuerdos en relación con la naturaleza del problema por resolver; los hay también sobre su profundidad e importancia y sobre las soluciones y los medios para llevarlas a cabo”.
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Finalmente, el informe le deja una gran tarea al país: “La necesidad de (re)construir puentes que, producto del abandono y la inacción, han afectado vías de comunicación social, económica y política vitales para el desarrollo humano y la democracia”.