Aunque parezca mentira, los infieles tienen un santo al cual rezar cuando sienten que sus acciones están a punto de ser descubiertas o para tratar de conseguir el perdón en caso de haber sido atrapados en sus mentiras.
Muchos dirán que se trata de un santo alcahueta, pero los infieles también sufren, así que san Kentigern (jefe supremo), más conocido como san Mungo (querido amigo) es el encargado de interceder por ellos.
Y no se trata de un santo cualquiera, ya que san Mungo es el fundador y patrón de Glasgow, la segunda ciudad más importante de Escocia, de hecho sus restos están en una cripta subterránea dentro de la catedral católica de Glasgow (construida durante los siglos XIII y XV), siendo la única catedral medieval de Escocia que sobrevivió a la reforma protestante que se llevó a cabo a finales del siglo XVI.
A Mungo lo conocimos en Glasgow gracias al historiador y guía turístico español Víctor Piedrabuena, quien nos contó su vida y milagros, que no son pocos, y por qué se le designó como el santo de los infieles.
“Dice la leyenda que un rey escocés le regaló a su mujer, la reina, un precioso anillo en señal de su amor verdadero, pero la reina mantenía un romance con un joven soldado, al cual le regaló la preciada joya.
“El rey se dio cuenta que la reina no llevaba el anillo y empezó a sospechar de una posible infidelidad, por lo que mandó a sus hombres al cuarto del soldado para buscar alguna prueba y encontraron sobre la mesita el anillo y se lo entregaron al rey. El monarca, furioso, arrojó la joya al río Molendinar, que pasa junto a la catedral de Glasgow.
“El rey quería poner en evidencia el adulterio, por lo que le pidió a la reina que le mostrara el anillo. La reina fue a buscar a su amante para contarle lo sucedido y pedirle el anillo, pero este le dijo que lo había perdido.
“La reina desesperada, fue a confesarle a san Mungo lo sucedido, por lo que el santo, quien podía hablar con los animales, le pidió a un salmón que se lo buscara dentro del río y este cumplió lo solicitado, por lo que el santo pudo entregárselo a la reina.
“La reina le devolvió al rey, el anillo, por lo que este quedó convencido de que se había equivocado y se disculpó con la reina”, contó Piedrabuena.
Debido a lo anterior conversamos con el padre Sixto Varela para que nos explicara lo que parece una contradición; tener un santo para interceder por un pecado como la infidelidad.
“La vida de los santos muchas veces está combinada con leyendas, pero en este caso el santo no le tapó en ningún momento la infidelidad a la reina. Él simplemente le ayudó a recuperar un objeto perdido. Si él hubiera sido cómplice de la infidelidad o le hubiera tapado las cosas a la reina sería una historia diferente. Él seguramente lo supo por medio de la confesión y lo que hizo fue ayudar y evitar un mal mayor, pues probablemente a la reina la hubieran matado”, comentó el padre Sixto.
El historiador nos comentó que a Mungo se le recuerda principalmente por cuatro milagros, los cuales están representados en el escudo de Glasgow: el pájaro, un gorrión mascota de san Servano al que Mungo devolvió a la vida. El árbol, por una rama a la que prendió fuego cuando él estaba orando sobre ella. La campana, que habría sido un regalo del papa, y el salmón con un anillo en la boca, cuya historia ya contamos.
“Los santos son amigos más cercanos de Dios y que vivieron épocas con muchas dificultades como nosotros. Ellos nos ayudan a perseverar, a tener confianza en la oración. Sabemos que están en presencia de Dios y que nos pueden ayudar a vivir una experiencia de fe.
“Hay tantos santos, incluso algunos no están canonizados, pero son personas que sirven de ejemplo a los otros, son como palancas que en vida nos ayudan”, comentó el padre Varela.
La vida de Mungo
Según la Enciclopedia Católica, Mungo nació en el 518 en Culross, Fife, a donde había llegado su madre, la princesa picta Tanew (o Tannoc) de Lleddiniawn, en una barca después de ser arrojada al mar acusada de adulterio. De acuerdo a la leyenda san Servano los salvó, bautizó al niño, con el nombre elegido por Tanew para reivindicar su rango.
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Debido a ello, Mungo fue ordenado, pero tuvo que huir a Gales, por razones políticas, donde fue recibido por san David en Menevia, en el monasterio de Asaphs. Cuando el rey Rhydderch venció a los paganos en la batalla de Arderydd volvió a Strathclyde, estableciendo su residencia en Hoddam, en el condado de Dumfries. Posteriormente regresaría a Glasgow, donde fue nombrado obispo de Glasgow. Su madre, tras sus comienzos infortunados fue canonizada y se conoce como santa Enoch.
Mungo murió a una avanzada edad cerca del año 613.