Cien niños y jóvenes de la etnia cabécar, ubicada en Alto Chirripó, recibieron una superbicicleta que está especialmente fabricada para el barro y los malos caminos.
Estos pequeñitos y muchos más que todavía no tienen bici, deben caminar más de tres horas desde su casa hasta las aulas donde estudian. Tres horas para llegar y tres horas para volver a la casa. No importa si llueve, truena o relampaguea.
Doña Hellen Villanueva Vargas, de la dirección regional de Turrialba de Alto Chirripó del Ministerio de Educación (MEP), nos contó con tremenda alegría que esas superbicicletas le pegarán una gran salvada a los 100 niños y jóvenes.
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“Es que aquí no existe ningún medio de transporte. En este territorio indígena es fundamental la llegada de esas bicicletas porque los que estudian, por ejemplo, en el Liceo Roca Quemada, duran más de tres horas llegando a la institución.
“En realidad, nosotros no las vemos como bicicletas sino como herramientas de gran utilidad que servirán de mucho a toda la comunidad. Que los niños y jóvenes se trasladen en unos 40 minutos es un cambio total”, explica la representante del MEP.
Los 100 niños y jóvenes que recibieron la bici Shimano, una de las mejores marcas que existen, no fueron seleccionados a dedo, al contrario, el MEP se encargó de buscar a los mejores estudiantes, aquellos que demostraron con sus notas disciplina y responsabilidad que las merecían.
“El día de la entrega estaban muy emocionados de recibirlas. Algunos ni sabían manejarlas, pero sus papás mandaron mensajes contando que los estudiantes se levantaron al día siguiente a usarlas y ya todos aprendieron.
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“Me alegró mucho verlos tan alegres y motivados porque son muy buenos estudiantes. No fue una entrega sorpresa, se les avisó y estaban muy felices. Desde hace un mes ya estaban esperándolas con mucha emoción porque aquí no hay recursos económicos para comprar este tipo de bicicletas tan buenas, son muy caras”, reconoce doña Hellen.
Superbici
Ronald Vargas Corrales, director comercial de la empresa tica San Nicolás, representante en el país de la marca Shimano, nos explica que realmente lo que recibieron los niños indígenas cabécares es una superbicicleta y que así tenía que serlo por los caminos que los estudiantes recorren a diario.
El año pasado también se regalaron bicicletas, 20 en total. Para este 2024 se buscó a varias empresas amigas y se aumentó la cantidad a cien, además, se les dieron toda la protección que necesitan al andar en bici: casco, rodilleas, coderas.
“La campaña que organizamos se llama ‘Cada bicicleta cuenta’. En realidad, el nombre está muy bien puesto porque cada estudiante que recibió una bicicleta mejorará su calidad de vida, ya no durará tanto para ir a estudiar y regresar.
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“Hay beneficios agregados a estas bicicletas que muchos ni siquiera imaginamos, por ejemplo, cuando un niño o joven llega a estudiar también está llegando a un lugar que le resolverá la comida porque tienen comedor, esa es otra gran ventaja, aprenden y se alimentan”, comenta don Ronald.
“Cada bicicleta cuenta” recién cumple dos años, pero don Ronald está convencido que es una campaña que llegó para quedarse y así como comenzaron con 20 bicis el año pasado y este subieron a 100, esperan que para el 2025 sean muchas más porque en esa zona indígena hay muchísimos más estudiantes que necesitan de esa herramienta de transporte.
“Vamos a tocar muchas puertas para el otro año porque en verdad la ayuda se necesita. Las bicicletas que se lleven deben ser de muy buena calidad porque deben soportar caminos que ni los carros pasan.
“Las entregas de este año fueron dos, la primera el pasado domingo 15 de diciembre en el Palacio Municipal de Turrialba y la segunda el 18 de diciembre en las instalaciones de la regional del MEP que están en el CATIE. Esto, definitivamente, lo vamos a volver una tradición”, aseguró don Ronald.
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Los cabécares ocupan los siguientes territorios indígenas: Bajo Chirripó, China Kichá, Chirripó, Nairi-Awari, Talamanca, Tayní, Telire y Ujarrás. De acuerdo a los cálculos poblacionales, hay unos 14 mil cabécares en el país.