“Comerse” un hueco, ya sea en bici o en moto, representa dos cosas muy dolorosas: sacar plata para la reparación de las llantas o los aros (si es que hay que hacerla) y el dolor "de aquellos" –en el caso de los hombres– que aparece luego del sopapo.
Uno de los que aprovechó la actividad que AutoPits realizó frente al Ministerio de Trabajo y que sirvió para evidenciar el mal estado de nuestras calles, fue Abel Meléndez, quien todos los días usa su bicicleta para ir a trabajar.
Según nos contó, en ocasiones luego de pasar por un hueco alguna de las dos llantas se le ha explotado.
“En la bici me ha tocado comerme más de un hueco y obvio después se vienen un dolor tremendo en la entrepierna y también la bicicleta queda maltratada”, contó.
Mauricio Salas, quien usa su moto todos los días para hacer mandados e ir al brete, dijo que en más de una ocasión ha tenido que bajarse de la bicha para agarrar otra vez aire luego de lastimarse las partes nobles.
“Yo ya le tengo un nombre a un hueco que está por el estadio Colleya Fonseca (en Guadalupe): es el ‘rompebolas’ porque cuando uno pasa por ahí hasta que siente feo”, añadió.
Felipe Herrera, médico general del consultorio en línea conmidoctor.com, explicó a La Teja que este tipo de golpes, en el peor de los casos, pueden ocasionar dolores constantes que si no son tratados a tiempo podrían terminar en la amputación de alguno de estos órganos.
“Esto provocaría lo que se conoce como un torsión testicular, esto significa que le deja de llegar sangre al testículo, entonces hay que operarlo. Si no se corrige a tiempo el paciente lo puede perder”, comentó.
Según dijo Herrera también se pueden presentar leves inflamaciones o la molestia normal cuando esta zona es golpeada.
Ricardo De la Peña, experto mecánico de AutoPits, le agregó más dolor, pero en el bolsillo.
Según contó dos de cada diez dueños de carros que los llevan a revisión es por daños en las llantas y los aros provocados por los huecos callejeros.
De la Peña mencionó que si estas dos partes se dañan el arreglo puede ir desde los ¢180 mil hasta los ¢800 mil. Todo dependerá del tipo de vehículo.