A don Orlando Arias no le sirven mucho las piernas, pero sí el ingenio.
Este vecino de Orosi, de 57 años, tiene artritis muscular y desgaste en las rodillas, por lo que construyó un carrito con una silla de ruedas y otros chunches que le donaron ya que, por recomendación médica, anda con muletas porque tiene que evitar caminar.
Don Orlando usa a Lorito, como le pusieron los vecinos al carrito por ser verde, para ir al supermercado y al ebáis y así no le hace tanto daño a sus piernitas.
El súper le queda a 200 metros de la casa y el centro de salud a 400 metros.
Lorito es un arroz con mango que incluye la silla de ruedas, una biciclieta, un tubo de electricidad de media pulgada, unos 50 galones plásticos de desinfectante, vidrios plásticos y tornillos.
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“La silla de ruedas me la donó el pueblo de Orosi junto a una empresa de Cartago porque me quieren mucho. La bicicleta la consiguió un muchacho también de aquí del pueblo y la soldó con la silla de ruedas", dijo don Orlando.
Añadió que todo lo que tiene que ver con carrocería lo hizo él y que adaptó el pedaleo a las manos.
"Cuando puedo le voy metiendo cosas poco a poco. Haciendo la parte de afuera tardé como dos meses. Todo el diseño es mío, la idea era que se viera de esa forma”, explicó.
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Lorito mide dos metros de largo por 60 centímetros de ancho, suficiente para protegerlo del sol y de la constante lluvia que cae en esa zona.
Además es bastante espacioso porque tiene un cajoncito donde echa las compras y hasta le caben las muletas.
La gente le ha regalado algunas cosas como calcomanías, la placa de Land Rover y hasta las luces que le pusieron en estos días, para que los carros lo vean cuando ya está oscuro.
Calcula que ha invertido unos 20 mil colones en pintura y materiales.
Pulseado
Lorito llama tanto la atención que varias personas le han dicho a don Orlando que les fabrique uno a ellos, pero el ingenioso señor les explica él construyó ese por la necesidad y no por hacer negocio.
“Me ha costado hacerlo, pero lo hice porque es un bien para mí mismo. Le he ido pegando poco a poco con remaches los pedacitos de galón. Por encima tiene una canastita hecha con la pieza de un cortinero para baño que me regalaron también. Este carrito me lleva donde no puedo ir a pie”, agregó.
Don Orlando es tan gato para este tipo de inventos porque trabajó algún tiempo en construcción.
Actualmente se dedica a confeccionar sombreros rancheros, helicópteros y pinta cuadros.
Los domingos se le puede ver por los alrededores de la plaza de deportes, frente a la iglesia Colonial y entre semana, en las tardes, se va a sentar a conversar con los vecinos.
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“A la gente le gusta mucho cuando lo ve, especialmente el turista extranjero que llega a pasear a la zona. Aprovechan para tomarse fotos y hasta montarse y manejarlo, pero les cuesta mucho por la falta de práctica”, dijo.
Añadió que muchos se van contentísimos y hasta le dejan alguna platica. Dice que los vecinos se lo cuidan mientras está ocupado con otras cosas, por lo que no han intentado robárselo.
“Lo quiero mucho, lo chineo, lo limpio porque es la forma como me puedo desplazar. La batería para las luces es de doce voltios y la cargo todo el día y me dura unas veinticuatro horas, si las uso bastante".
"Soy una persona que todos los días la lucho, no me doy por vencido porque quien lo hace no cree en Dios y yo sí creo en Él. Vivo el día el día a día porque para mí el mañana no existe. Soy muy alegre, me gusta salir al corredor de mi casa a cantar rancheras”, agregó.