Un hombre de apellido Villalta denunció públicamente un caso de abuso sexual que él habría sufrido hace 34 años de manos del sacerdote Hernán Castillo.
Los hechos se remontan a 1983 y Villalta (que tenía entonces 17 años) asegura que en su momento prefirió callar para no hacer sufrir a sus papás. Afirma que con el tiempo llegó a pensar que el cura había muerto, así que no optó por una denuncia.
Dice que hace 8 meses se topó al sacerdote y prometió denunciarlo. Sin embargo, en el OIJ le dijeron que el caso ya había prescrito (vencido) y le dijeron que lo único que podía hacer era denunciar públicamente el caso, es decir, darlo a conocer.
Ante esto, el cura Castillo le habría dicho que le iba reparar el daño moral y psicológico pero, según Villalta, no cumplió, por eso tomó la decisión de dar a conocer los hechos.
Los hechos habrían ocurrido así en 1983: “Siendo yo menor de edad conocí al sacerdote católico Hernán Castillo, quien estaba en la iglesia La Soledad, en San José. Siendo un joven emprendedor y que me gustaba ganar mi dinerito para adquirir mis cosas, trasladaba flores de un negocio familiar y en una de esas entregas le conocí, se portó muy bien al inicio...
“El tiempo pasó y se desarrolló una amistad, pero jamás pensé que el pretexto de la ayuda, amistad y religiosidad se convertirían en abuso. Inicialmente empezó como un juego, de mucho abrazo y cariño, luego los toqueteos, aduciendo que Dios permitía esos actos de amor y luego, bajo el argumento de pecado y el infierno, el abuso. Tocando mis partes íntimas... y con el tiempo llegó a abusar sexualmente”, dice parte de la acusación.
Villalta narró que los abusos se habrían dado durante tres meses hasta que unos policías los descubrieron. En su acusación pública el hombre afirma que el cura tomó las limosnas y con esa plata sobornó a los oficiales.
“Ahorita me siento desesperado”
La Teja conversó con la presunta víctima, quien se encontraba bastante afectado ya que –dijo– no pensó que la noticia trascendería tanto. Explicó que al decir las cosas lo que buscaba era una sanción para el cura y que le repararan los daños, pero no que pasara de ahí.
“Ahorita me siento desesperado. No quiero que la gente sepa quién soy y me juzgue”, aseguró.
El hombre dice que buscó a la Iglesia para tratar de arreglar las cosas y que al final se sintió burlado.
“Cuando uno es perjudicado en la parte legal hay un resarcimiento y en la Iglesia me dijeron que lo iban a hacer, pero al final lo que hicieron fue esconder al padre (Castillo). Me sentí burlado porque lo que hicieron fue mandarme donde un padre que es psicólogo para que me diera tratamiento”, añadió.
Dijo también que lo que le pasó le marcó su vida para mal.
“Es algo que marca en todo sentido, en lo sentimental, moral, religioso, profesional, económico, en todos sentidos. Yo tengo cinco hijos y solo pienso que Dios guarde les pase algo a ellos.
“En mi juventud perdí todo tipo de oportunidad de crecimiento ya que entré en una burbuja de odio, resentimiento, fracaso y rencor que me han marcado por toda mi vida. Lo contrario del agresor, que continuó su vida”, explicó.
Proceso en la Iglesia
La Arquidócesis de San José envió un comunicado en el que acepta informó la denuncia pública contra el sacerdote y dice que ya está realizando el proceso correspondiente.
“Hemos iniciado el proceso canónico sobre el sacerdote denunciado ante las instancias competentes, procurando en todo momento, clarificar las acusaciones con exactitud y celeridad; respetando la confidencialidad de la supuesta víctima.
“El sacerdote denunciado, por su parte, cuenta con una edad muy avanzada y, además de no ejercer un cargo pastoral desde hace varios años, tiene una precaria salud y reside en un albergue para adultos mayores”, se lee en el comunicado.
El cura Castillo fue por muchos años el monitor de la catedral de San José, o sea, era quien explicaba las partes de las ceremonias que se realizaban en ese templo. Además dirigía otros actos como el vía crucis josefino en la Semana Santa.