La familia Hall Bonilla tiene aún abierta una herida que le dejó el terremoto de Limón del 22 de abril de 1991.
Aquel día, la fuerza de naturaleza les arrebató a Juan Antonio Hall, padre y esposo amoroso.
El limonense, de 45 años, trabajaba como notificador del Poder Judicial y su jornada estaba a punto de terminar a las 4 p.m. Entregó la última carta al propietario del restaurante del hotel Internacional, en el centro de Limón, cuando tres minutos antes de la hora la tierra comenzó a sacudirse.
“Una señora que trabajaba en el mercado nos dijo que él le había entregado la notificación y le dijo que solo le faltaba una, del chino del restaurante Internacional, donde lamentablemente murió”, recordó con la voz entrecortada Sissi Hall, hija menor de Juan.
Sissi recuerda que cuando ocurrió el terremoto, ella estaba en clases de química en el Colegio Técnico Profesional de Limón y los dejaron irse para la casa, que estaba a escasos cien metros.
Cerquita sin saberlo
“Mi hermana (Xiomara Hall) estaba trabajando en ese tiempo en Sitrapequia, a 200 metros del Internacional, donde mi papá murió. Mi mamá venía de donde su hermana en el barrio La Colina, incluso ella iba pasando por ahí cuando ya el hotel se había desplomado y aún se veía el polvazal por el desplome. Nunca imaginó que su esposo estuviera ahí”, contó la mujer, hoy de 47 años.
Su madre, María Cecilia Bonilla, sí oyó que una persona había fallecido en el hotel y su reacción fue encomendarle al Señor el alma de quien había perdido la vida. Irónicamente era su marido.
Cuando los integrantes de la familia ya se pudieron reunir en su casa, en Corales 2, vieron que su padre no regresaba. Tenían la esperanza de que estuviera varado en alguna parte porque habían oído que las carreteras se habían abierto.
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“Era una zozobra porque no aparecía. Creo que fue como a los tres días que empezamos a investigar con compañeros para ver el recorrido que había hecho y fue cuando nos dimos cuenta que ese (el hotel) era el último lugar al que había ido”, contó Sissi.
Don Juan les aconsejaba siempre a sus hijas y su esposa que, en caso de temblores o ventoleros, siempre se mantuvieran dentro de la casa, que era más seguro porque los cables y los postes de electricidad podían falsearse y caerles encima.
“Él siempre que pasaba una emergencia nos decía que no saliéramos corriendo fuera de la casa. Dicen que mucha gente lo vio salir, que él ayudó a sacar gente hasta de la cocina (del hotel), pero que en un momento, cuando se acercó a la puerta, se volvió a meter no sabemos por qué”, comentó.
Buen padre
Menciona Siss que algo que aún le duele muchísimo es lo que le dijo un cruzrojista años después: “Muchacha, su papá quiso salir”.
“Ellos excavaron por tantos días y lo encontraron casi en la salida, no le dio tiempo de salir, una viga le cayó encima”, dijo con la voz entrecortada.
Sissi recuerda a don Juan como un excelente padre, protector y muy serio.
“Era una persona que se daba a los demás, un excelente compañero, alegre, cooperativo y de buenas costumbres. Fue un héroe, porque para mí murió con temor, pero ayudando a los demás”, contó Sissi.
A don Juan le faltaban como tres años para pensionarse y toda la vida trabajó como notificador.
Antes de la pandemia lo recordaban con una misa en su honor cada año, pero los últimos dos no ha sido posible, además acostumbran ir al cementerio a visitar su tumba.
“Es una experiencia muy fea, fue hace treinta años pero en realidad se recuerda con mucho dolor por la forma en que murió, que salió y no regresó y por eso les inculcamos a nuestros hijos que uno debe encomendarse a Dios cuando uno sale”, dice Sissi.
Su hija Mariany, hoy de 9 años, añora el tener un abuelito pues nunca lo conoció y a su hijo Antonio le puso así en honor a su padre.
Recientemente le dieron un reconocimiento a doña María Cecilia, su viuda, por el excelente trabajador que fue él.