Por primera vez desde 1949 cuando se estableció la Segunda República de Costa Rica, el traspaso de poderes, que se realiza el 8 de mayo cada cuatro años, se realizará en la Asamblea Legislativa.
“La tendencia a hacerlo en espacios cerrados es para evitar el bochorno popular, que el acto se desluzca porque hay un público gritando improperios, consignas o cosas feas contra el nuevo gobernante o contra el saliente”, explicó el historiador Vladimir de la Cruz.
La Comisión de Traspaso confirmó que se acordó elegir dicha sede para realizar la sesión solemne, en lugar del Estadio Nacional, debido a los altos costos logísticos.
“En atención a la situación fiscal del país, a las limitaciones presupuestarias y al compromiso de mantener desde el inicio de nuestra gestión apego a la austeridad, decidimos que la actividad se realice en el recinto de la Asamblea Legislativa, que es un espacio muy digno”, comentó Arnoldo André, presidente de la comisión.
De la Cruz agregó que con esta decisión están tratando de quitar el circo, donde unos vayan a aplaudirle y otros a silbarle.
“Se trata de darle la elegancia del acto. El hacerlo ahí permitirá darle el carácter solemne que debe tener y para darle alfombra roja al presidente, que pienso que eso está bien. Es un presidente nuevo en todo sentido y me parece que está jugando bien en proponer que sea un acto con toda la grandeza y el mayor respeto posible”, agregó el también político.
Inicialmente, el monto preliminar para el traspaso de poderes asciende a un costo equivalente a la construcción de al menos 10 viviendas de bienestar social (¢100 millones), pero se desconoce aún cuánto disminuirá el costo con el cambio de sede.
Solicitud se hizo el martes
La Comisión de Traspaso mandó una carta al director ejecutivo de la Asamblea, Antonio Ayales, con la solicitud.
“La actividad se desarrollará en presencia de los representantes de los poderes de la República, de las distintas delegaciones internacionales que nos visitarán y demás autoridades costarricenses”, apuntó André.
Don Vladimir insistió en la importancia del acto en sí y no de la posibilidad de que haya público presente y recalcó la belleza interior del edificio legislativo, que tiene una capacidad para 400 o 500 personas aproximadamente.
La Teja consultó a la dirección ejecutiva los detalles de invitados, el salón donde se podría realizar la actividad y costos; sin embargo, al cierre de edición aún no habíamos obtenido respuesta.
“El traspaso de poderes, es un acto muy discreto, simbólico y de gran relevancia nacional. Es el acto mediante el cuál el presidente de la Asamblea Legislativa hace jurar al presidente de la República que cumplirá con la Constitución y es una especie de sometimiento del mandatario al poder soberano representado por los diputados, que es el del pueblo”, resaltó el historiador Vladimir de la Cruz.
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Cuatro cambios
Desde 1958 cuatro presidentes optaron por un recinto distinto al Estadio Nacional para el traspaso de poderes.
El primero de ellos fue Mario Echandi (1958), quien realizó el acto en el parque Morazán. Posteriormente, el presidente Abel Pacheco (2002) eligió el teatro Mélico Salazar como sede para la actividad.
La presidenta Laura Chinchilla (2010) tomó posesión en el parque La Sabana y recientemente, el presidente Carlos Alvarado (2018) lo hizo en la plaza de la Democracia.
“Cuando se comenzó a usar el Estadio Nacional se dividía en dos partes: sombra para el público que simpatizaba con el nuevo gobernante y sol para los que querían ir ahí. Se acostumbraba hacer un recorrido por toda la gramilla y había aplausos, luego se fueron restringiendo”, recordó De la Cruz.
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