James Homan es estadounidense y hasta hace unos años este gringo no se imaginaba que se volvería loco por las tardes ticas, cuando las familias se dan gusto disfrutando un cafecito con pan.
Homan encontró en Tiquicia al amor de su vida y, 11 años después de haberse casado con Secia Medina, reconoció que aún hay cosas de la cultura costarricense a las que le cuesta acostumbrarse, pero hay otras actitudes o actividades que le encantan y ya las adoptó en el día a día.
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James es profesor, pero en este momento se dedica a las ventas. Junto con su esposa e hijos viven en Carolina del Norte, en Gringolandia, y a través de su cuenta de Instagram, llamada “quegringopinto”, no sólo enseña inglés, sino que comparte su estilo de vida y hasta cuenta cómo es lidiar con el choque entre las cultura estadounidense y la tica.
“Aunque cada cultura es diferente, no quiere decir que sea mala. Sé que hay muchas personas que creen que su cultura es la mejor, pero yo veo lo bueno y lo malo de cada una, me gusta aprender y hay cosas que prefiero de la cultura tica y otras de la norteamericana”, comentó a La Teja desde su país.
Enamorado
James tiene 37 años y recordó que en el 2009 vino a Costa Rica a pasear y ahí conoció a uno de los hermanos de quien sería su esposa.
“A mi esposa no la conocía, la había visto en Facebook; ella me mandó una solicitud de amistad y comenzamos a hablar, luego de un año iniciamos una relación y llevamos un noviazgo virtual.
“En el 2011 hice maletas, me fui a vivir a Costa Rica y dos años después nos casamos, en Playa Bejuco. La verdad es que no pude resistirme a sus encantos, me cautivó su belleza, su forma de ser, hablamos por videollamadas por mucho tiempo y me encantan sus creencias, es una persona que le encanta ayudar a los demás”, destacó.
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Enseñar. James también aprovecha su experiencia como profesor para hacer material en redes y enseñar inglés.
“Noté que los primeros videos tenían pocas reproducciones y decidí sacar más material de lecciones de inglés y a la gente le ha gustado mucho. Me encanta enseñar, hablo español desde que tengo 15 años y nuestros hijos también hablan español.”, afirmó.
James y Secia tienen dos hijos, Jaxon y Cleo. Acá vivieron los primeros tres años de matrimonio y luego se fueron para Estados Unidos, donde viven actualmente. La pareja viene a Tiquicia una o dos veces al año.
Homan contó, sin pena, las cosas que le gustan de la cultura del tico.
“Me encanta descansar por la tarde, tomar cafecito con pan. Me gusta la unión de la familia, porque en mi país es normal que los hijos se van a estudiar muy lejos de sus casas, y allá (en Costa Rica) es común ver a los hijos con sus padres y hermanos.
“Además, me gusta la comida tica, me encanta. Cuando vamos, lo primero que me como es un chifrijo, una tortilla casera, un casado. Acá comemos muy saludable; amo las frutas, los jocotes, el mamón chino. Incluos, acá usamos salsa Lizano y buscamos natilla. Mi esposa es quien me detiene, porque si no comería pinto todos los días”, dijo entre risas.
El gringo reconoció que hay otras cosas de la convivencia del tico que le ha costado aceptar.
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“Eso de decir provecho, después de años todavia no lo digo. Por ejemplo, el tema de saludar, para el tico es muy natural, no importa la circunstancia y, al inicio, para mí era difícil, porque yo llegaba a un lugar y había gente trabajando, y yo en mi mente no quería ser irrespetuoso si saludaba, pero pasa lo contrario, si no lo hago está mal.
“Otra cosa a la que no me acostumbro (lo dijo con cierta pena) es la forma en que manejan en Costa Rica. Allá la gente maneja con mucha prisa y en Estados Unidos somos más pacientes. Otra cosa que hacemos al contrario de los ticos es que nosotros siempre guardamos plata para el futuro, pero el latino es de disfrutar el día a día”, aseguró.
Cero impuntual
Para James, algo que no le hace nada de gracia de los ticos es que sean impuntuales.
“He notado que cuando una persona va muy tarde ni siquiera avisa; simplemente, llega a la hora que lo hace, entiendo que si es en una fiesta no hay problema, pero si hay algo más formal no me gusta.
“Otra cosa que me llama la atención de Costa Rica es cuando hay que hacer un trámite en un banco. En Estados Unidos uno llega y si acaso hay dos personas esperando, pero allá siempre hay grandes filas, he visto hasta de 30 personas”, contó.
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El gringo expresó que el compartir sus experiencias en redes es bien visto por la mayoría de sus seguidores.
“Llevamos más de 11 años casados, y es vacilón que podemos tomar nuestras experiencias y compartirlas en redes, porque hay matrimonios en los que la pareja es de dos culturas y comenta que ellos viven cosas parecidas.
“La gente nos agradece por contar lo que pasamos, se sienten identificados, porque muchas veces ven en redes a la pareja perfecta y eso no es así. A veces, hay personas que se frustran porque están en otro país, porque experimentan un cambio de cultura y, a veces, les cuesta adaptarse”, manifestó.