Comenzaba la pandemia en el año 2020 cuando se le dañó la silla de ruedas con la que salía a la calle y eso lo llevó a una cuarentena a la fuerza.
Esperó tres años por una nueva, que estrenó hace seis semanas, pero su alegría se transformó en frustración, pues la silla es tan moderna que se bloquea por seguridad cuando él intenta subir la rampa de acceso a su casa, por el desnivel con la calle principal.
Esa es la dura historia de David Cruz Rojas, quien vive lo más cercano a la cárcel: lleva más de mil días en los que apenas salió tres veces de su vivienda, y no porque él decidiera quedarse encerrado entre cuatro paredes.
Al contrario, con la silla viejita estaba demasiado acostumbrado a pasearse por las calles de su pueblo, San Roque de Grecia.
Y tras de todo el destino sumó otro obstáculo, ya que el reciente asfaltado de la entrada de su casa y las de sus vecinos inclinó aún más la cuesta de pocos metros que lo separa de la acera.
O sea, todo se confabuló en contra de este hombre, quien en octubre cumplirá 35 años, de los cuales 16 los ha vivido tetrapléjico, es decir, sin movimiento del pecho hacia abajo y una movilidad mínima en las manos, tras sufrir un golpe en la columna cuando se clavó en un río, en la tarde veraniega del 19 de febrero de 2007. Tenía apenas 18 años.
Solo tres salidas
En las únicas tres salidas que ha tenido en los últimos tres años y medio, este amante de la guitarra y los videojuegos cuenta que dos veces lo tuvieron que alzar para llevarlo al taxi, que lo esperaba en la carretera principal. Primero, para que le tomaran las medidas para su nueva silla. La otra fue para recogerla.
Y la tercera salida no fue tan agradable. Lo sacaron en ambulancia para llevarlo de emergencia al hospital, donde lo internaron quince días, por un choque séptico.
“Casi no me salvo. Me llevaron al cuarto donde lo mandan a uno a morir”, recuerda David, cuya voz baja cuenta cómo, si no fuese por esas tres historias, hoy sumaría más de cuarenta meses, literalmente, metido en la casa.
Colgados en la pared de su cuarto tiene el recuerdo de su primera comunión y una foto de bebé en la que vestía una camiseta con una imagen del extraterrestre Alf.
Allí nos contó qué sería lo primero que haría si pudiera salir de su casa. “Me iría a la montaña y pegaría un grito para sacarme toda esta frustración que siento. Ahí me encantaría sentir la brisa en mi cara, respirar aire puro”.
Ese cuartito lo construyeron con la ayuda de la comunidad y sus amigos de generación del colegio. Un espacio adecuado para la discapacidad que afronta desde aquella tarde, donde además, casi muere ahogado. “Andábamos varios amigos en el río, hicimos una poza pequeña. Ese era el último clavado para ya irnos a la casa”, recordó David, a quien sus seres más cercanos le llaman Davala.
Unidos por David
Más allá de tantas piedras en su camino, este liguista de corazón no pierde la esperanza de llegar, otra vez, a la rutina que tenía antes de que se le dañara la otra silla.
Pero la única solución es construir un cuarto sobre el que ya tiene y desde esa segunda planta contar con una rampa que lo lleve directo a la acera. Así su vida mejoraría, a tal punto que de solo imaginarlo siente escalofríos. “También quiero ir a Cartago, a la Basílica de la Virgen de Los Ángeles, para agradecerle a La Negrita que me tiene aquí con vida”.
Ese proyecto de un segundo piso y la rampa cuesta entre ocho y 10 millones de colones, plata que David no tiene. La familia de su hermano lo cuida y sus papás murieron años después del triste incidente en la poza.
Por eso, los excompañeros del cole unen de nuevo esfuerzos para cumplir el sueño de su amigo. “Siempre hemos sido muy unidos y ahora estamos organizándonos para recoger el dinero que se necesita”, explicó su amigo David Román.
Sin perder la fe
Davala mantiene su fe intacta. Por eso, todas las semanas lo visita un ministro de la comunión de su pueblo, para leer el evangelio, rezar y que pueda comulgar. Por eso, en su cuarto también tiene una imagen de la Santísima Trinidad, un crucifijo y una velita.
“Eso me llena de paz y tranquilidad. No he dejado de confesarme. Esto me da esperanza de que algún día pueda salir a ver los carros pasar, saludar a la gente del pueblo, ir al centro de Grecia a dar una vuelta”, contó, mientras miraba muy nostálgico, la foto a blanco y negro de sus papás, del día que se casaron.
Quienes deseen ayudar a David pueden depositar un SINPE al número 6317-3242, a nombre de José David Cruz Rojas o donar materiales de construcción. Sus amigos y excompañeros del colegio realizarán una campaña de recolección de dinero, casa por casa, en San Roque de Grecia, el próximo domingo 20 de agosto, a partir de las 8 a.m. También organizarán una exhibición de carros modificados el 10 de setiembre, desde las 9 de la mañana, en el parque de la iglesia católica de su pueblo.