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Grano de Oro: de linda casa josefina a hotel de famosos

En el josefino barrio Don Bosco hay un lugar que destaca por su gran belleza

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Blanca Suárez, de Las chicas del cable, compartió esta foto en sus redes para contar que estaba pura vida. Instagram

En esta historia las casualidades no existen, el buen gusto y el empeño sí.

Al terminar de leer le quedará claro por qué el hotel Grano de Oro, en el josefino barrio Don Bosco, ha sido elegido por figuras como el futbolista del Real Madrid Dani Carvajal, Sting y su banda, Mark Ruffalo (Hombre Increíble en películas de Marvel) y Blanca Suárez, actriz en la serie de Netflix Las chicas del cable.

La esquina sur se volvió emblemática, es la última parte que se adquirió, es el restaurante. Foto: John Durán (JOHN DURAN)

Ellos fueron atrapados por la hermosura arquitectónica y el bello cuido del hotel, que fue casa de habitación desde que se construyó, en 1910. Fue en 1991 cuando empezó a recibir huéspedes.

Metámonos un poco en la historia del hotel, hoy propiedad de una familia canadiense de apellido Cooke.

Hay que viajar hasta 1910, cuando la casa fue construida y le pertenecía a la familia Pozuelo. Desde el inicio fue una vivienda muy llamativa.

Doña Matilde, nieta de Felipe Pozuelo, fundador de la fábrica de galletas, fue la última dueña de la casa antes de que empezara a funcionar como hotel.

Ella vivía sola en esa hermosa mansión y su hija le insistía en que debía vender la propiedad porque era enorme para una mujer sola.

Los comensales disfrutan el restaurante. Foto: John Durán (JOHN DURAN)

Doña Matilde recibía ofertas por la casa, pero siempre hacía una pregunta clave a los posibles compradores: “¿Qué va a hacer con mi propiedad?” y le decían "un parqueo, un edificio”, cuenta Marco Montoya, actual gerente general del hotel y quien tiene 23 años laborando en ese lugar (empezó dos semanas antes de que lo abrieran).

Con esas respuestas, doña Matilde negaba la venta.

Un día, la respuesta que recibió fue completamente distinta. Una familia canadiense le dijo: “Queremos hacerla un hotel”

–¿Y no la van a botar?, preguntó ella.

–No. Casualmente queremos la casa. Nos interesa la arquitectura.

Entonces ella les dijo que si prometían que la casa no sería destruida, les vendía la propiedad. Y así fue.

Los canadienses

Los Cooke venían a turistear a Costa Rica. Tenían una casa compartida en playa Tamarindo y se pegaban sus vueltas por San José. “Pero probaban uno y otro hotel y ninguno les gustaba”, cuenta Marco.

Una vez, añade el gerente, se les ocurrió una idea genial: construir su propio hotel. Era algo medio loco y atrevido, pero se echaron al agua.

Marco Montoya enseña el espacio original donde estaba el patio. Hoy es un área verde. Foto: John Durán (JOHN DURAN)

“Fue una aventura, no tenían experiencia, no hablaban español, no sabían cómo montar un negocio. Solo tenían las ganas y el concepto de que fuera un hotel boutique (pequeño, de lujo y con atención personalizada)”.

Entonces empezaron a buscar. Miraban una casa y preguntaban si estaba en venta. Un día llegaron a la casa de doña Matilde Pozuelo e hicieron la oferta que les abrió las puertas a un nuevo mundo y salvó la hermosa casa.

Boutique

El hotel está hecho con muy buen gusto. Usted entra y se traslada en el tiempo pero ojo, hay un truco de esos buenos en la decoración. Los relojes, las mesas, los floreros, las lámparas no son originales, son imitaciones tan buenas que van perfectamente con el concepto que buscaban los canadienses.

“Cierto, las antigüedades son caras, pero son frágiles. Al principio tratamos de mantenerlas pero los clientes, sin mala intención, las deterioraban. De pronto ponían un maletín pesado en una mesa que no soportaba el peso. Cuando se destruyeron tres decidimos cambiarlas”, cuenta Marco.

El Grano de Oro tiene 40 habitaciones y ocho diferentes tipos de aposentos. Cuenta con tres suites principales, una familiar y dos para parejas. Son preciosas, llenas de detalles, de cuadros y todas combinan detalles del estilo tropical victoriano con lo moderno.

Es un oasis de buen gusto y de calma en un barrio tranquilo.

Esta es la casa original remodelada, la que prometieron que no botarían. Foto: John Durán (JOHN DURAN)

Está dividido en tres propiedades, algo que no se nota porque la arquitectura lo integra todo.

La casa original es donde está el loby, el jardín - patio (un tiempo fue el restaurante) y algunas habitaciones; otra parte es la esquina sur, donde está el restaurante y dos salones para reuniones y la tercera es una propiedad que se comunica internamente y que también fue vendida por la familia Pozuelo a los canadienses.

Allí también hay habitaciones, una terraza, los jacuzzis y una pequeña área para hacer ejercicios. Es lo que más se aparta del estilo, pero no desentona.

Una de la suites principales, preciosa. Foto: John Durán (JOHN DURAN)

El hotel fue abierto en 1991, remodelado y ampliado en 1994 y nuevamente ampliado en el 2006 con la esquina sur, que desde afuera llama muchísimo la atención por las matas de veranera que casi siempre están llenas de flores.

El albergue

Quienes llegan al Grano de Oro reciben un folleto en la recepción acompañado de una frase muy discreta de quien atiende: “Este es nuestro proyecto social”.

Muchos de los clientes abren el folleto y se dan cuenta de que una gran parte de las ganancias del restaurante financian un albergue llamado Casa Luz, que se ubica en La Guácima de Alajuela.

Ese lugar atiende a niñas y a adolescentes embarazadas o a madres adolescentes con sus hijos y les dan un lugar en el cual cubren sus necesidades básicas y les dan estudio.

“Las muchachas cuando se van salen con todas las herramientas para poder defenderse en la vida. Aquellas que no tienen nada, solo a su hijo y lo que han logrado estudiar, viven en unos apartamentos que los propios canadienses compraron para esos casos”, detalla. Marco.

Ese albergue refleja el corazón de los dueños del hotel y su afán de ayuda. Ellos, aparte de financiarlo, reciben la ayuda económica del PANI y de la Junta de Protección Social para que todo vaya sobre ruedas.

“No es cuento, la Junta ayuda montones a albergues como el nuestro. De verdad, hay que jugar lotería. Todos los meses dan un aporte y se les liquida demostrando cómo se usaron los recursos”, añade el gerente.

Los clientes

El estadio Nacional no tiene nada que ver con el hotel Grano de Oro, piensa uno. Pero resulta que las actividades que se hacen en ese lugar afectan positivamente al hotel.

La terraza es moderna y acogedora, sin desencajar mucho del resto del lugar. Foto: John Durán (JOHN DURAN)

“Cuando hay conciertos grandes se viene la gente de Pérez Zeledón, de San Carlos, de las costas y se quedan acá. Si ya van a hacer el gasto, están dispuestos a quedarse en un lugar bonito. Entonces, vieras que los conciertos nos benefician, sucede igual con muchos hoteles que hay por aquí”, dice Marco.

Lo mismo ocurre con los partidos de la Sele, pero con la diferencia que se ven más extranjeros, sobre todo, si el rival es México o Estados Unidos.

Sin embargo, la mayoría de clientes durante el año son extranjeros, principalmente europeos, que vienen a actividades tan diversas como la observación de aves, buceo en la isla del Coco, lunas de miel o aniversarios.

Todos encuentran en el Grano de Oro un espacio único que le hace honor al nombre.

Foto del hotel cuando era casa de habitación. Foto: John Durán (JOHN DURAN)
Franklin Arroyo

Franklin Arroyo

Periodista egresado de la Universidad Federada. Integra el equipo de Nuestro Tema de La Teja. Trabajó en el Periódico Al Día, corresponsal del diaro Marca para Centroamérica y editor de la revista TYT del Grupo Eka.

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