Jonathan Barboza Badilla tiene 40 años y aún se conmueve cuando recuerda la historia de su vida.
Este vecino de Golfito nació en el cuarto de un putero en Ciudad Neily, aún no sabe bien si en agosto o en diciembre, pues su mamá dice que nació el Día de la Madre, su acta de nacimiento dice que fue dos días después y la cédula afirma que fue el 14 de diciembre.
Apenas tenía un día de nacido cuando sus abuelos maternos Bernardo Barboza y Esther Badilla lo recogieron de ese lugar y se lo llevaron para Abrojo de Corredores.
Tiempo después, con tan solo cuatro años, supo que tenía dos hermanas más, Ginete Luciel y Ericka Vanessa , pero no tuvo más contacto con ellas.
“Recuerdo que tenía dos hermanas, una machita (Ericka) y la otra más morenita (Ginete) a quien vi por última vez a los cuatro años y la recuerdo sentada en una hamaca”, indicó Jonahtan.
Hace 23 años se dio a la tarea de encontrarlas y no fue hasta julio del año anterior que finalmente logró dar con la menor de ellas.
A Ericka se la habían llevado para San José a un centro de adopción de menores llamado Flor Blanca, donde la adoptó una familia noruega y se le llevó para ese país europeo; sin embargo, ella siempre supo que su mamá era de Golfito y que tenía más hermanos, por lo que también se puso a contactar por “Feis” a sus posibles familiares.
Un día de julio del 2018, a las cuatro de la madrugada, Jonathan se despertó llorando desconsolado porque se soñó que su hermana Ericka corría hacia él para abrazarlo. Y al mediodía le sonó el teléfono mientras se encontraba pintando un techo y era su prima Maritza Arauz para decirle que Ericka le había mandado una solicitud de amistad por Facebook.
“Le dije que la aceptara y comenzara a hablar con ella, que le preguntara si le faltaba el antebrazo derecho y al confirmarlo supe que era ella.
"La comunicación ha sido muy difícil porque ella no habla español y nosotros no hablamos noruego”, confesó el trabajador de la construcción.
Gran alegría
La emoción de ambos fue tanta que Ericka no pudo esperarse a diciembre del 2018 para viajar a Costa Rica como tenía planeado, sino que se vino desde setiembre junto a su esposo, John, a conocer a toda la familia.
“Hermanita de mi alma querida, gracias a Dios que te encontré y puedo abrazarte. Siempre tuve la fe en Dios de poder encontrarlas”, fueron las primeras palabras que le salieron a este golfiteño cuando se reencontró con su hermana 38 años después.
Aseguró que ese día lloró mucho de alegría y dio gracias a Dios por permitirle encontrarla, pero no pierde la esperanza de correr la misma suerte con Ginete.
Fue en la rotonda de Manuel Antonio donde se quedaron de ver y compartieron la primera vez.
Ericka se gastó una fortuna para viajar a Costa Rica y estuvo un mes con la familia, los primeros 15 días estuvieron en Quepos, incluso, con su madre María Cecilia Barboza y después viajaron a Golfito a reencontrarse con más familiares.
Ericka hasta pudo conocer a su abuela, Ester, quien lamentablemente falleció el pasado 11 de mayo.
La última semana en Costa Rica aprovecharon para navegar mar adentro como un regalo a su esposo, quien tenía muchas ganas de hacerlo.
Jonathan siempre le ha rogado a su madre que le diga dónde está su otra hermana, pero por los años que estuvo sumida en las drogas, no recuerda más detalles.
“Solo nos ha dicho que el papá de Ginete es el dueño de una cooperativa de café”
Jonathan no le guarda rencor a su madre, incluso, dice que estaba muy joven cuando los tuvo, con tan solo 12 años a él y a los 14 ya los había tenido a los tres.
Durante más de una década la creyeron muerta, hasta qué él se la encontró un día hace 16 años, en Guápiles, donde se había ido a trabajar él luego de la muerte de su abuelo y la llevó de vuelta a Golfito.
La historia de estos hermanos fue difundida por un periódico noruego que hasta le dedicó la portada a la joven y Jonathan lo guarda como un tesoro, aunque no entiende nada de lo que está ahí escrito.