Tuvieron que pasar 33 años para que el país volviera a tener la oportunidad de comprar gallo pinto en latado. La primera ocasión lo hizo don Stewart Heigold, dueño de Tesoro del Mar en 1970 y en el 2011 lo hizo su hijo, Federico Heigold.
Incluso, Federico fue más allá porque además del pinto, puso a la venta el primer arroz cantonés y la primera olla de carne enlatada. También vendió arroz con pollo, con su compañía Conservas Finca de Oro, de la cual es gerente general. Estos productos los vendió bajo las marcas Quickie´s y Añoranzas.
“Venían en presentaciones de trescientos gramos y tenían un precio de setecientos colones. La idea de lograr productos enlatados de la cocina costarricense siempre se me quedó y a la gente le gustó, la verdad se vendieron muy bien todas las presentaciones; asuntos empresariales diferentes al gusto de la gente provocaron que esas líneas de productos se sacaran del mercado”, contó don Federico.
Todos esos productos del 2011 eran bajos en grasa y sal, no tenían preservantes ni sabores artificiales. En la lata se ponían los vegetales y la carne cruda, en el caso de la olla de carne, y se le agregaba el caldo. Luego se tapaba la lata y se ponía a cocinar para que todo el sabor quedara concentrado.
Volver a vender gallo pinto enlatado, indudablemente, le recordó a don Federico a su papá.
“Él fue el primero que lo vendió en este país”, dijo. Ese espíritu empresarial y la apuesta por productos bien ticos con precios cómodos, se los dejó el tata, don Stewart.