La fundación Lloverá no da comida por darla, por combatir el hambre. No. Utiliza el alimento como una herramienta que les permite llegar hasta el indigente, el más necesitado y así ingresarlo en un programa que les ayude a reinsertarse en la sociedad con capacidades suficientes para valerse por sí mismos y aportarle al país al máximo.
“El hambre no es el único foco de pobreza. Debemos hacer conciencia de que el alimento debe tener un propósito. Alimentemos con propósito, no para crear dependencia sino para crear progreso y desarrollo.
“En el caso del indigente nosotros desde hace prácticamente tres años, dejamos de alimentarlo en la calle por alimentarlos nada más, sino que el alimento lo utilizamos como una herramienta para que esa persona en condición de calle se acerque a los albergues, centros de rehabilitación, entre otros para que pueda transformar su vida”, explica Esteban Blanco Buhlenhaut, director y fundador de la fundación Lloverá.
A don Esteban lo buscamos porque este 16 de octubre, se celebra el Día Mundial de la Alimentación que nació en 1979 motivado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
La forma tan particular con que la fundación aprendió a ver el alimento, es lo que nos motivó a sentarnos con don Esteban, quien no deja de asegurar que en el país hay hambre y que esa hambre debe atacarse integralmente para que aquel que tiene hambre aprenda, de la mano con su sociedad, a encontrar las herramientas que le evitarán para siempre esa hambre.
Más que comida
“La alimentación tiene que ser, por así decirlo, la carnada, el enganche. No puede ser que uno solo alimente y después se retire. El que tiene hambre se alimenta, pero también ocupa de un montón de herramientas para salir adelante.
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“El indigente, el inmigrante, el pobre, la persona no educada, el adulto mayor, el discapacitado, necesitan algo más allá que concentrarnos en alimentar, necesitan que entidades como nosotros veamos los otros factores de pobreza que les están afectando, para no crear dependencia”, reconoce don Esteban.
El 24 de diciembre del 2012, don Esteban se encontraba almorzando en un comercio en las playas de Limón y vio al dueño del local ofrecerle una bolsa con alimentos a un indigente que entró al sitio.
Lleno de curiosidad, Esteban preguntó qué había sucedido y el propietario le comentó que al final de cada día entrega los alimentos que quedaron en el restaurante a quien más lo necesita.
Motivado por esa acción, Esteban convocó a sus amigos más cercanos y contactos en Facebook para donar alimentos de la cena navideña a indigentes de San José en Nochebuena. De voz en voz, contacto en contacto, se unieron muchos y esa noche navideña entregaron comida, alimentaron corazones. A partir de ese momento nació la fundación Lloverá.
“Ya no estamos alimentando a la gente en la calle sino que los estamos invitando a que entren a dormitorios, albergues, centros de rehabilitación, lugares que también dan alimentos los tres tiempos de comida más los dos tiempos de café, pero la persona recibe un servicio integral.”
Ayuda integral
“Hay que crear conciencia de que la alimentación solita puede crear dependencia. Lo que recomiendo es que la sociedad se una, que las familias, las empresas, los grupos de vecinos, las organizaciones humanitarias que se dedican a dar alimento, pues ya es momento para que tengan un avance, aumenten su impacto en esas personas y busquen, por ejemplo, que al momento de la alimentación haya algún tipo de terapia, de acompañamiento médico u otros factores que puedan ayudarle a la persona”, aclara Esteban.
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Recuerda que el nombre oficial de ellos es Fundación Lloverá Comida, porque al inicio solo eso hacían, daban comida de forma industrial, por montones y nada más, pero con el tiempo entendieron que algo estaba pasando.
“Nos dimos cuenta que las mismas personas eran las que estaban en las filas y cada vez tenían una peor condición de salud, entonces vimos que no estábamos ayudando a la problemática sino que ya éramos parte del problema, creamos dependencia.
“Lo que estábamos provocando era el mensaje para los indigentes de que todo viernes, sábado y domingo no se moviera de donde estaba porque ahí le llegaba la comida y esa persona, semana a semana, más adicto, más enfermo, más dependiente de las drogas y el alimento ¿de qué le servía para avanzar como persona? En nada”, recordó.
A finales del 2013, la fundación dejó de repartir comida por montones los fines de semana para pasar a complementarla con el ofrecimiento de un internamiento y la oportunidad de crecer integralmente como persona para que se reintegre a esa sociedad de la que se desconectó por la indigencia.
“Si la alimentación no se complementa con otra cosa es un arma de doble filo. Nosotros evolucionamos a ya crear programas de reinserción laboral, en los cuales el alimento sigue siendo importante, pero no es el más importante sino que lo son otros elementos como la capacitación, el empoderamiento, la abstinencia a las drogas”, reiteró.
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Sobre la indigencia, calculó que solo en el casco central de San José hay unos 3.700 indigentes, y a nivel nacional hay casi 6 mil personas, de los cuales la gran mayoría son hombres y mayores de edad.
Todos los días se necesita su ayuda, puede donar al SINPE MÓVIL: 8821-5248. También a la cuenta IBAN BAC# CR30010200009249754694. O bien a: BAC 3-101-394158 Fundación Lloverá Comida.