Diez asistentes técnicos de atención primaria (ATAPS) de la Caja recorren a pie la zona indígena Chirripó, la cual tiene una población de 7.500 cabécares, distribuidos entre dos mil familias que viven muy dispersas geográficamente.
El objetivo de los funcionarios es llevarles educación, vacunas y atención primaria.
Su intervención también la aprovechan para hablarles de la amenaza de la pandemia, especialmente porque muchas familias están completamente incomunicadas y no saben nada de lo que sucede en el mundo, más allá de su amado territorio.
Por eso se les tuvo que hablar del nuevo virus, que para los indígenas se trata de una enfermedad “de los blancos” no de ellos. Debido a lo anterior, el mensaje se concentra en aclararles que es importante mantenerse en su territorio, hacer caso a lo que dictan las autoridades sanitarias y que ante la aparición de síntomas busquen ayuda y no lo traten con medicina tradicional.
Las familias suelen reunirse de vez en cuando para formar comunidad y porque su organización social se basa en clanes, por lo que estos encuentros son vistos por los personeros de salud, como un posible foco de contagio, así que se les dieron las medidas de precaución, como guardar distancia y lavarse las manos constantemente para evitar el contagio del virus.
Tras cinco meses de pandemia, el territorio del Chirripó está libre de virus y, si llegara a presentarse algún caso, ya cuentan con la información necesaria para dar aviso y aplicar la logística necesaria para trasladar a personas con el virus a los hospitales, muy parecido al que activan en los casos de mordeduras de serpientes venenosas.
El doctor Gustavo Ugalde comentó que además de las acciones de prevención de la pandemia y vacunación, ellos les dan seguimiento a mujeres embarazadas, adultos mayores y niños.