Álvaro Blanco, de 62 años, vive en Ciudad Quesada, en San Carlos de Alajuela, estudio Teología y durante 21 años fue sacerdote en las parroquias de Santa Rosa de Pocosol, Boca Arenal, San Roque, Venecia y en el centro del cantón.
Después de esos años como cura, pidió un permiso a la diócesis de San Carlos para estudiar Sicología y luego llevar una maestría en Sicología Clínica y Salud mental.
Durante los años de estudio, y mientras no ejercía como sacerdote, conoció un amor distinto que lo llevó a convertirse en padre, pero padre de familia.
El reconocido sancarleño entregó su corazón a una mujer y esta le dio dos hijos: Laura Elena, quien está en la universidad y Fernando José, que está en noveno de secundaria. Esta experiencia lo llevó a renunciar a su ministerio.
Durante los años de estudio, de la nueva carrera, lo nombraron en el Ministerio de Educación como profesor de Educación Religiosa, así costeaba los gastos y nuevas responsabilidades ahora como padre.
Al culminar los estudios en Sicología ingresó al Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), donde se desempeña en promoción de la salud y algunas veces en atención a pacientes.
El experto en salud mental, salud espiritual y salud social cumplió 14 años de servicio en IAFA, en San Carlos de Alajuela, y la combinación de ambas experiencias profesionales se convierten en una fortaleza para la institución y para las personas que tienen contacto con él.
Sensible, carismático, inspirador, con voz pausada, pero segura y con altísima vocación de escuchar a las personas, así es Álvaro, quien respondió algunas preguntas.
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- ¿Cuál es el resultado de servir a las personas desde dos disciplinas?
Creo que tengo una excelente combinación, tanto de lo que aprendí del sacerdocio y lo que sé de sicología. Ambas experiencias me ayudan a comprender que el ser humano necesita del apoyo de otras personas y a mí me encanta apoyar a la gente.
Considero que tengo la vocación, la capacidad de escuchar, la oportunidad de tender la mano y en general orientar, acompañar y apoyar a las personas.
- ¿Cómo es la vida de un padre de familia con vocación de sacerdote?
En mis prédicas yo comentaba que un padre de familia debe ser un modelo para los hijos y las hijas. Ahora que vivo la experiencia, de ser papá de dos seres maravillosos que Dios me dio, lucho por ser un verdadero modelo para Laura Elena y Fernando José.
Creo que lo estoy logrando y de alguna manera puedo decir con certeza que he cumplido con las dos misiones que Dios me encomendó: ser sacerdote y padre de familia.
- ¿Cómo es la relación con sus hijos?
Sostengo una linda relación con mis hijos, me siento responsable de ellos y procuro vivir muy de cerca cada una de sus etapas. Yo estoy enamorado de mis hijos y sigo estándolo de Dios, ahora me siento pleno y agradecido por estos regalos que vinieron de lo alto.
- ¿Cómo es la relación con las personas que demandan los servicios del IAFA?
Es muy cálida y sentida, muchas personas de todo San Carlos y otras partes del país tienen mi número de celular y me buscan para consejería, apoyo o para que los escuche.
Yo procuro orientarlos a que utilicen los beneficios del IAFA y lo que se ofrece en los CAID (Centros de Atención Integral en Drogas), sobre todo cuando hay consumo problemático de sustancias psicoactivas (drogas). Procuro ponerme en los zapatos de ellas y ellos y les ofrezco lo mejor de la institución y lo mejor de mí.
- ¿En San Carlos cómo lo reconocen?
La gente me recuerda como sacerdote y la gran mayoría me llama padre o padrecito. Hay momentos en que llegan al CAID preguntando por el padrecito, pero la mayoría de veces ando en los centros educativos y en otras actividades propias de promotor de salud, pero tengo compañeras y compañeros muy comprometidos y ofrecen apoyo y contención de acuerdo con la disponibilidad de agenda.
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- ¿Qué anécdotas recuerda como sacerdote?
Muchas… Recuerdo que celebré la boda católica de compañeros de trabajo como el de Delvecchia Valerio Castro y Franklin Esquivel Acuña.
Otro día la doctorcita Maureen Acuña me enseñó una fotografía y me dijo: ‘¿Alvarito, recuerda esta foto?’. Pues claro, éramos ella y yo durante una confesión. Así hay muchas vivencias, historias y experiencias que a lo largo de mi vida quedan en la memoria de este hijo de Dios que tuvo dos grandes misiones: ser padre por partida doble.
En la actualidad Álvaro vive feliz. Por un lado, tiene a su esposa que ama, por otro a sus dos hijos que adora y ejerce su profesión combinando el amor al prójimo con su experiencia de vida.
Fuente: Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia.