El fotógrafo profesional guatemalteco Johan Ordónez vive uno de los capítulos más duros de su vida.
Como trabaja para France Presse, una agencia internacional de noticias, lo enviaron a la zona del desastre ocasionado por el Volcán de Fuego en San Miguel Los Lotes, departamento de Escuintla, donde el barrio El Rodeo quedó enterrado después de la explosión de volcán, el domingo 3 de junio, y el lahar que le siguió (un lahar es un flujo de agua y sedimento).
El volcán, de 3.763 metros de altura, dejó al menos 110 muertos y hay 197 personas desaparecidas. El peligro en el lugar se mantiene. Deslizamientos nuevos han complicado los trabajos de rescate.
Sin embargo, algunos pobladores de las comunidades cercanas se resisten a abandonar sus viviendas por el peligro de que sean saqueadas, a pesar de la insistencia de las autoridades.
Johan, de 43 años de edad y con 18 de ser fotógrafo profesional (15 de ellos trabajando para la agencia AFP). contó a La Teja cómo ha sido retratar para el mundo la dolorosa experiencia que vive su país.
El domingo 3 de junio Johan llegaba a su casa, en la capital chapina, desde Quetzaltenango, como a tres horas y media de Ciudad de Guatemala. Había ido a cubrir el funeral de Claudia Gómez, joven de 20 años que murió baleada por un agente de la patrulla fronteriza cuando en México intentaba pasar a Estados Unidos.
A Johan le dijeron que debía salir lo antes posible para Escuintla.
Lo primero que hizo fue confirmar que su familia quedaba protegida. Después sacó de la maleta la ropa sucia que usó en Quetzaltenango y la llenó con poquita ropa porque creyó que volvería rápido a casa. En ese momento no tenía muy claro qué había pasado en San Miguel Los Lotes.
Con el pasar del tiempo fue quedando a la vista el tamaño de la tragedia que enluta al país centroamericano. El pueblo había sido barrido por una corriente de agua y barro calientes. Algunas casas habían sido enterradas hasta el techo y todo era desolación.
LEA MÁS: Doña Blanca, la guatemalteca que se quedó sin familia ni vecinos
Justo antitos de irse para Escuintla, Johan recogió algunas cositas que le pudieran servir a ayudar a alguien porque desde hace 18 años es bombero voluntario, algo que le llena la vida porque le encanta ayudarles a los demás.
En la propia zona de la tragedia estaba cuando le hicimos la llamada telefónica y comenzamos las preguntas bien advertidos de que en cualquier momento, si el volcán volvía a estornudar, cortaría la llamada o lo haría por cualquier cosa que él considerara que lo ponía en más riesgo del que ya estaba viviendo.
¿Lo impactó lo que vio al llegar a la zona del desastre?
Totalmente. Jamás imaginé que la tragedia sería tan grande. Ese volcán siempre asustó pero nada más. Nos confiamos todos. Es algo de lo más duro que he vivido. Me costó mucho salir del shock de ver tanto paisano fallecido. Es mi gente, mi sangre.
¿Cuesta tomar fotos profesionales en esas condiciones?
Demasiado, sobre todo para mí que soy bombero voluntario. Me duele mucho ver a las personas sufriendo. Mientras tomo las fotos estoy llorando amargamente, es que es demasiado el dolor en el ambiente.
LEA MÁS: Volcán de Fuego revivió tragedia vivida hace 50 años con el Arenal
¿Hay algo que lo haya impactado más, alguna foto en especial?
De casualidad la primera que hice. Recién llegué y ya tenía la cámara lista y al llegar lo más cerca posible de la tragedia lo primero que retraté fue un niñito muerto, me destrozó el corazón. He llorado desde la primera foto que tomé, los niños me golpean profundamente porque yo tengo cuatro y ni siquiera imagino el dolor de perder un hijo.
¿Cómo hace para separar el fotógrafo profesional del bombero voluntario?
Eso es imposible, no le podés pedir a un bombero que deje de serlo. Ser bombero es algo natural, uno nace bombero, se lleva en el corazón, en el alma. Yo no decidí ser bombero voluntario, nací bombero, por eso cuando termino de hacer fotos trato de ayudar en lo que pueda, sobre todo que veo a mis compañeros de los bomberos de Ciudad de Guatemala cómo la luchan. No los puedo abandonar.
Sus fotos han llamado mucho la atención por la sensibilidad que muestran, ¿a qué hora es bombero?
Cumplo como profesional a cabalidad, cuando me queda un tiempito entonces me pongo a ayudar, así soy y así moriré, sirviendo a quien me necesite.
¿Imaginó que habría tanta muerte a causa del Volcán de Fuego?
El problema principal es que la explosión fue domingo. En Guatemala las familias se reúnen completas para compartir, por eso había tanta gente en sus casas. Fallecieron familias completas, por eso a algunas nadie las ha buscado porque todos murieron.
LEA MÁS: Tica fue el ángel de la guarda de 300 personas en erupción del volcán de Fuego
¿Qué le dice su familia?
Ellos ya saben que su papá entra a los lugares de desastre cuando todos salen; sin embargo, no deja de ser duro para ellos. Yo lo que hago siempre es confirmar que ellos están seguros y después ya tranquilo me voy a trabajar.
Por ejemplo, con los terremotos del año pasado (en enero) en el occidente de Ciudad de Guatemala, fue otro capítulo duro de fotografiar; además, mi familia quedó en casa y temblaba todos los días y a cada rato. Lo mismo con el deslave que mató a más de 60 personas en el 2015 (una montaña de aproximadamente 115 metros de largo, el tamaño de una cancha de fútbol, enterró la aldea El Cambray II de Santa Catarina Pinula, a 15 kilómetros de la capital guatemalteca), otro momento duro de mi carrera, porque son mis guatemaltecos los que fallecen.
¿Viaja todos los días a la zona del desastre?
No. Duermo muy cerca de la zona del desastre, está claro que el volcán en cualquier momento vuelve a explotar, pero ni modo, así es esto…. Eso sí, duermo con un ojo cerrado y otro abierto.
¿Cómo se es fotógrafo ante una tragedia como esas?
Siendo muy profesional, teniendo muy en cuenta el respeto a las demás personas, no hay que invadir su espacio privado, utilizando mucho la prudencia y el sentido común. Uno debe entender que está fotografiando el dolor ajeno.
¿En qué piensa cuando está con la cámara?
Trato de bloquear la realidad para poder retratarla lo más objetivamente posible. Le pido a Dios fuerzas para hacer mi trabajo porque es de lo que come mi familia, sin embargo, el dolor ajeno siempre te golpea y duro, uno no es de hierro.