Federico Tinoco Granados llegó a la presidencia de Costa Rica en 1917 por medio de un golpe de Estado contra Alfredo González Flores y estuvo en el poder hasta 1919.
Fue hace mucho, dirán algunos; sí, pero su nombre volvió a sonar en la tele este martes 18 de mayo en el programa ¿Quién quiere ser millonario?, de Canal 7.
La estudiante de Ingeniería en Construcción del TEC Karolina Reyes falló una pregunta relacionada con él: “De los siguientes expresidentes, ¿quién usó peluca a causa de la alopecia (caída del cabello de todo el cuerpo)? y le dieron las opciones: Julio Acosta, Federico Tinoco, Rafael Iglesias y León Cortés.
Karolina eligió al último y falló. Era Tinoco, de quien se conoce bien su gobierno como dictador pero no tanto la parte más íntima.
La propia Karolina nos costó que después del programa investigó sobre Tinoco.
“No quería quedarme con la duda, uno siempre aprende sobre el dictador y el militar, nada más. Investigué y confirmé lo de la alopecia, que era bajito de estatura, que siempre pedía revisar las fotos que le tomaban para saber cómo había quedado. No fue una superinvestigación, pero sí me dio mucha curiosidad y ahora no se me olvidará Tinoco”, comentó la aserriceña.
Quien se las sabe todas de Pelico Tinoco, como le decían al gobernante, es el escritor costarricense Carlos Cortés, quien después de una investigación de cinco años publicó la novela “El año de la ira (Ensayo sobre un crimen)”.
Don Carlos, una de las personas que más empapado está de Federico en el país, nos habló del hombre tímido que jamás deseaba ser el alma de la fiesta.
“El rasgo más determinante de la figura de Pelico Tinoto y de su personalidad fue marcado porque sufría alopecia total, no era calvo, es que no tenía un solo pelo en todo el cuerpo. Además tenía la piel como cerosa, muy blanca y eso le produjo una personalidad melancólica, retraída.
“Hay una gran discusión sobre sobre cómo contrajo la alopecia, se dice que le dio después de una enfermedad venérea y otros dicen que un tratamiento para la piel cerosa le generó la alopecia. No se pudo definir nunca cuál versión es la real”, comenzó a explicar el escritor.
Pelico era hijo de Federico Tinoco Iglesias, es decir, nació en una de las grandes y adineradas familias de Cartago, por eso fue siempre un hombre de sociedad y hablaba inglés y francés fluidamente. No era guapo, el guapo era su hermano José Joaquín.
“Como era de alta sociedad, para cumplir con los compromisos siempre usaba peluca y cejas postizas, él mismo se las ponía. Algunos testimonios dicen que se maquillaba la cara, tenía esa condición de piel blanca y eso lo atormentaba, se sentía diferente. Podía pasar de una tristeza total a una alegría absoluta en minutos, por eso se habla de que era bipolar”, detalla Cortés.
Y ahí no quedaba la cosa.
“Era muy apostador, era ludópata (adicto a los juegos de azar), apostaba mucho y perdía mucho. En aquella época la alta sociedad jugaba cartas, ruleta. Era constante verlo en los casinos clandestinos que había por el Paso de la Vaca, en San José”, recordó el escritor.
Federico se casó con María Fernández, hija de don Mauro Fernández (gran reformador de la educación costarricense que incluso fue diputado). Vivían en los alrededores del cuartel Bellavista cuando se estaba construyendo (actual Museo Nacional) y junto a varios amigos, Federico también practicó el espiritismo.
Defendía que era posible comunicarse con los muertos, por eso él y sus amistades realizaban sesiones espiritistas muy frecuentemente.
Siempre estaba presente una médium (persona que supuestamente se comunica con los muertos) que se llamó Ofelia Corrales.
Al inicio, el gobierno de Tinoco fue muy popular. Luego cayó en desgracia y el golpe final fue cuando mataron a su hermano Joaquín el 10 de agosto de 1919 (nunca se supo quién) cuando era ministro de Guerra y Marina.
Apenas dos días después, Pelico se fue para Europa con $250 mil del Estado y unas 35 personas allegadas. Se quedó a vivir en Francia, jamás regresó a Costa Rica vivo. Se sabe que incluso fue guía de turistas en París a cambio de algún dinero.
“Murió enfermo, envejecido y pobre, porque jamás dejó el vicio de las apuestas, el 7 de setiembre de 1931 y fue enterrado en el cementerio Pere Lachaise de París.
“En 1960, el gobierno de Mario Echandi movió cielo y tierra para traer sus restos al país, los cuales llegaron el 7 de noviembre de 1960 y están en el mausoleo de Mauro Fernández, su suegro, a petición de María Fernández, su viuda, que recibió en Costa Rica los restos de Pelico”, explica Carlos Cortés.