Después de más de 10 años sin una manita de pintura, la icónica iglesia metálica de Grecia pasó por cirugía mayor para remozar su famoso rojo y dar un nuevo aspecto por dentro.
Tras varios meses de trabajo, el templo de la parroquia Nuestra Señora Las Mercedes brilla hoy con una fachada mucho más elegante y viva, siempre con el tono rojizo que la caracteriza y que tanto atrae a turistas nacionales y extranjeros.
El proyecto fue un verdadero reto, pues se propuso en momentos en que se cumplían 110 años de construcción de la iglesia, cuya estructura metálica se trajo desde Bélgica.
“Nos dimos a la tarea de embellecerla, ya que su exterior tenía una decoloración y una apariencia muy desgastada, con el tiempo y el impacto natural que recibe”, explicó José Daniel Vargas, cura párroco de Grecia.
El rojo estaba más que opaco, con una decoloración muy evidente. Para pintar de nuevo el templo había que hacer un proceso conocido como “sandblasting”, una técnica con arena a presión para quitar todas las capas anteriores.
“Tenía 8 milímetros de grosor de capas de pintura, si no se quitaba, se ponía en riesgo la nueva pintura y no iba a garantizarse un trabajo hermoso y duradero”, dijo el sacerdote.
Ese trabajo dejó el acero en su estado original. La iglesia quedó durante varios días con su piel natural, algo histórico, porque ningún griego con vida lo había visto antes.
Y como milagro de Dios, el metal estaba en excelente estado. “Decidimos mantener su color tradicional, aunque en algunos momentos de la historia ha cambiado, por ejemplo, un gris claro que se notó al quitar las capas de pintura”, relató el cura.
Para la Virgen
En las paredes internas el cambio fue radical. Pintaron con dorado los arcos y líneas arquitectónicas mientras que el cielorraso luce un azul más vivo que el blanco anterior.
Esa combinación responde a que el templo es consagrado a la Virgen de Las Mercedes y el hábito de esa Virgen es del beige que pasaron en las paredes internas. El azul es el tono propio de la liturgia para celebrar a la Virgen María.
La tercera fase aún se mantiene, con una pintura en el cielorraso, a cargo del artista Vernon Graham.
Todo el trabajo tiene un costo de 190 millones de colones. “Agradecemos a la empresa privada por sus ayudas y el esfuerzo de la comunidad que nos colaboró muchísimo para realizar semejante obra”, concluyó el cura párroco.