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Familias de San Pablo de Palmichal se aferran a sus casas

Ministerio de Salud les ordenó desalojar el pueblo

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Según les han comentado a algunos vecinos, la montaña que se observa a las espaldas de don Guillermo Azofeifa tiene un resquebrajamiento que podría venirse en caso de otro aguacero como los de Nate. Foto: Rafael Pacheco (Rafael PACHECO GRANADOS)

Ligia Quesada la vio ruda la noche del 5 de octubre de este año, cuando nuestro país fue golpeado por la fuerza de la naturaleza tras el paso de la tormenta tropical Nate.

Ella estaba en su casa junto a su compañero Alexis Mora y su nieto Daylan Morales, de 9 años, cuando a medianoche su yerno vino a sacarlos porque el agua corría por el frente y la parte trasera de su casa y le llegaba a ella por la cintura.

"Tuvimos que huir por la montaña a una casita de una vecina que está en las alturas a refugiarnos. Me fui un mes y una semana a la casa de mi hijo Kenneth, en Palmichal, pero cuando mejoró el tiempo me vine para la casa. No me hallo en otro lado", explicó Quesada.

Cuenta incluso, que tuvo que ser atendida por una psicóloga para superar el trauma que le quedó luego de la emergencia, pues al principio no podía dormir.

El IMAS le dio ¢150.000 para que alquilara una casita durante tres meses, que se vencieron el pasado 5 de diciembre, pero como su hijo les dio posada, los usó para comprar comida.

Ligia Quesada contó que el día de la tragedia tuvo que salir corriendo para el cerro de enfrente y abandonar todo y casa para salvar su vida. Foto: Rafael Pacheco (Rafael PACHECO GRANADOS)

"Quieren que nos vayamos de la casa, nos piden que dejemos todo y comencemos de nuevo desde cero. No es lo mismo estar donde hay tanta gente cerca. Aquí tengo mi ternerita, un chancho y mis gallinas. Con ellas me la juego para sobrevivir haciendo queso", contó la amable mujer.

Ella es una de los 206 habitantes de San Pablo de Palmichal de Acosta a los que el ministerio de Salud les giró una orden de desalojo, tras un estudio preliminar realizado por unos geólogos de la municipalidad y el ICE, en el que recomendaron hacer barreras y dragado del río en caso de aguaceros prolongados.

"Nos parece una decisión precipitada de la comisión cantonal de emergencias, eso se dio por condiciones de la naturaleza, el mundo entero está sufriendo los efectos del cambio climático. Cerraron la escuela que no sufrió daños y cuando protestamos la abrieron al día siguiente, si estuviera realmente en riesgo, no la habrían abierto", explicó Hernán Ramírez, miembro de la Asociación para el desarrollo sostenible de San José Rural y administrador de Nacientes Palmichal.

A doña Juana Castro se le metió el agua a su casa el 5 de octubre por el paso de la tormenta tropical Nate, sin duda se ve la vulnerabilidad pues el río Tabarcia pasa por detrás de su casa. Foto: Rafael Pacheco (Rafael PACHECO GRANADOS)

Karla Cárdenas es miembro de otra de las 40 familias afectadas con esta medida.

"Nosotros agradecemos que las instituciones nos han apoyado, no nos ha faltado ayuda, pero no tenemos para adonde ir. Si me dicen que hay un proyecto yo me voy con mis hijos", aseguró Karla.

Ella estuvo alquilando los tres meses que les dieron para hacerlo, pero una vez que se terminó la plata y mejoró el tiempo regresaron a su casa.

La casita la obtuvo hace 12 años mediante el bono de vivienda y admite que sí le da miedo seguir ahí porque dicen que está bajando una arena rara por el río.

Otra que se asustó mucho fue Caroline Jiménez.

"Ese día como a las 2 de la mañana no podía dormir, se oía como si fuera un avión que estaba pasando. El puente quedó aterrado por las piedras y palos y la única forma de salir era por la montaña, abriendo trillo por el barro", recordó la mamá de María del Pilar, de 10 años.

"Allá arriba hay una presa que Dios guarde siga lloviendo, estamos agarrados de la mano del de arriba porque uno no tiene donde meterse. El paisaje se ve diferente, es increíble todo lo que pasó. Ahorita estoy tranquila porque estamos de veranillo", contó Jiménez.

Caroline Jiménez recuerda que donde venía bajando ese montón de piedras y palos del río, se oía como un avión. Foto: Rafael Pacheco (Rafael PACHECO GRANADOS)

"Teniendo otra casita donde ir, con gusto me voy, ya no quiero vivir cerca de ríos o quebradas. Aquí vinieron a sacarnos, pero, ¿dónde se va a meter uno?", añadió.

Doña Juana Castro recordó que en el 2010 vivieron una emergencia similar y la casita ha soportado ambos embates de la naturaleza, por eso se quedarán ahí pese a lo que digan.

Por su parte el alcalde de Acosta, Norman Hidalgo, quien a su vez preside el Comité Cantonal de Emergencias, aseguró que su responsabilidad es trasladar al ministerio de Salud las recomendaciones hechas por los geólogos, pero desconoce por qué este tomó la decisión basado en un informe preliminar y no se esperó el definitivo que estaría listo esta semana.

"Debemos proteger la vida de las personas, por eso, esperaremos el informe definitivo de la Comisión Nacional de Emergencias para tomar acciones. Uno entiende a las familias, no quisiéramos estar en los zapatos de ninguno de ellos", aseguró Hidalgo.

Juana Castro tiene 50 años de vivir en su casita en San Pablo de Palmichal, ha pasado dos emergencias por la naturaleza y no piensa irse de ahí. Foto: Rafael Pacheco (Rafael PACHECO GRANADOS)
Karen Fernández

Karen Fernández

Periodista con una licenciatura en Producción de Medios. Forma parte del equipo de Nuestro Tema y tengo experiencia en la cobertura de noticias de espectáculos, religiosos, salud, deportes y nacionales. Trabajo en Grupo Nacion desde el 2011.

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