En un país cafetero como el nuestro, ¿dónde cultivarán el mejor café?
Para responder esa pregunta todos los caminos nos llevaron a la finca Don Cayito, en Santa María de Dota, donde han ganado, en tres oportunidades, el prestigioso evento nacional Taza de la Excelencia, el cual premia al mejor café del país, de hecho, Don Cayito es el actual campeón del evento.
Ganar un título podría se casualidad, incluso un segundo, pero ya ganar tres y no en años consecutivos, en verdad que sirve para confirmar a Don Cayito como una finca que realmente produce uno de los mejores cafés de Costa Rica.
Don Cayito fue Ricardo Calderón Rivera (falleció en el 2007); su hijo, Ricardo Calderón Madrigal, de 65 años, mantuvo viva la herencia cafetalera, así como sus cuatro hijos: Diego, de 32 años; Michael, de 30; Lizeth, de 27 y Fernanda Calderón Castillo, de 24.
Muy amablemente Fernanda nos atendió para contarnos la historia de su familia alrededor del café y el orgullo que sienten de haber logrado abrirse un espacio en el mundo a punta de café de muchísima calidad.
Buscamos a esta familia cafetalera porque este 1 de octubre se celebra el Día Mundial del Café y qué mejor forma de festejarlo que con el mejor café del país.
Cuenta Fernanda que Don Cayito tenía un poquito de tierra en Santa María de Dota, que pertenece a la zona de los Santos e incluye, además, a Tarrazú, León Cortés y Dota; se llama así por los nombres de las ciudades cabeceras de esos cantones: San Marcos, San Pablo y Santa María.
LEA MÁS: Joven de 32 años: “Creía que el marcapaso era para abuelitos hasta que me pusieron uno”
Don Cayito sembraba frijoles y maíz, también un poquitico de café, no mucho y cuando su hijo tenía 18 años le dijo que se iba a concentrar en sembrar café porque era lo que más dejaba platica en ese momento, eran finales de los años setenta.
No era un asunto de soplar y hacer botellas ¡Qué va! Era dificilísimo porque las tierras a sembrar estaban en la parte alta de Santa María de Dota y para subir las matas de café había que hacerlo en carreta con bueyes y solo 15 matas por viaje hasta que completaron las primeras 300 que sembró. Fueron de la variedad caturra y catuaí.
Tempito después don Ricardo se casó con doña Lourdes Castillo Umaña y entre los dos le pusieron bonito a la siembra y cosecha del café. El matrimonio estaba decidido a vivir del café, por eso no podían aflojar.
Don Ricardo fue socio de la cooperativa de Santa María por unos 35 años. En el 2009 él y sus dos hijos mayores (tenían 18 y 16 años), tomaron una muy riesgosa decisión, comenzar a montar un beneficio porque como familia se concentraron en darle valor agregado al café que sembraban.
“Cuando usted vive del café depende absolutamente de la incertidumbre de los precios del mercado. Una cosecha te la compran muy bien y cuatro seguidas te las compran muy mal.
“Es difícil vivir bajo esa incertidumbre cosecha a cosecha, por eso como familia se decidió dejar de cosechar café e irse a la cooperativa a que nos pagaran quién sabe qué precio y comenzar la búsqueda de mejores opciones para vender nuestro café. Le teníamos mucha fe a nuestra producción por la altura y la calidad”, explica Fernanda.
Aquel 2009 cosecharon 800 fanegas, las cuales después de todo el proceso se convierte en unos 36 mil kilos de café.
“No sabíamos ni a quién vendérselas. Esa primera vez fue muy angustiante porque sabíamos que habíamos tomado una decisión muy aventurera, éramos, por así decirlo, los locos de la zona, porque todos cosechaban y se iban para la cooperativa. Imagínese que en la zona solo había dos beneficios, Don Mayo y La Candelilla (en Tarrazú).
LEA MÁS: La historia de la joven que se volvió viral por fotos con la Antorcha en Isla Venado
“Enel 2009 recién se comenzaba a hablar del café de especialidad y de microbeneficios. Nosotros produjimos caturra, catuaí y un poquito de Villalobos… ¡Gracia Dios vendimos todo aquel café! Eso fue para la cosecha 2009-2010, para la cosecha 2010-2011 participamos en la competencia al mejor café del país Taza de la Excelencia y fue debut y título. Ganamos con una variedad catuaí de la finca La Estrella”, recordó la hija de don Ricardo.
Todo cambió
Gracias a ese primer título, la familia fue incluida en una plataforma que subasta café internacionalmente, donde los compradores del mundo luchan por comprar ese buen café.
La siguiente temporada aumentaron los compradores interesados, de hecho, un japonés compró todo lo que vendieron de café de calidad mundial y hasta el día de hoy sigue siendo cliente.
“En lo que se vende internacionalmente no es mucho, como máximo son entre 5 y 7 sacos, pero esos sacos son de muchísima calidad, es un café demasiado chineado, por eso tenemos compradores de Estados Unidos, Japón, Holanda, Corea del Sur, entre otros países”, aclara Fernanda.
Son tan chineados esos sacos de café que en el 2018 Don Cayito rompió el récord mundial del quintal mejor pagado, ya que durante la subasta electrónica mundial Taza de la Excelencia, logró un precio de 30 mil dólares por quintal (46 kilos de café).
El anterior récord lo tenía un café de Brasil por el cual pagaron en el 2017, 13 mil dólares por quintal. El café de la familia Calderón Castillo se había ganado el derecho de estar en esa subasta del 2018 porque ese año ganó el segundo título de Taza de la Excelencia.
¿Por qué tan buenisísimo?
“Son varios los factores: el clima y los microclimas de la zona, la altura, el tipo de suelo, la cantidad de agua, la cantidad de horas sol. A partir del 2011 trajimos semilla de la variedad geisha de Panamá y con esa variedad ganamos Taza de la Excelencia en 2018 y 2022.
“Chineamos mucho ese café, se hacen análisis del suelo anualmente para ver qué necesidades tiene la planta, cómo podemos ayudarle a la calidad con los fertilizantes y las fumigaciones. Todo el proceso es de chineo puro”, respondió Fernanda.
Para que se den una idea del chineo, les confirmamos que el del café para vender internacionalmente como de altisísima calidad solo se coge el grano 100% maduro, no va en el canasto ni verdes ni pintones, solo rojitos perfectos.
LEA MÁS: Viajar, ir al cine y trabajar, los placeres que no deja de disfrutar un tibaseño que es sordo
Ese café es cogido por indígenas noves de Panamá que son bien expertos cogiendo café rojitico y que deben cuidar como si cada grano fuera de oro.
Por supuesto que al ser una cogida especial en cada cajuela se les paga a los cogedores unos 500 colones más. Esas cogidas son en enero, febrero y marzo. La zona comienza la cosecha como en diciembre, pero la familia se espera a enero para que realmente el grano esté bien madurito.
Cafetaleros puros
Antes de que la familia tomara la decisión de vender su café, ya venían de varias generaciones de agricultores que siempre tenían un poquitico de tierra sembrada con café.
Todos los hijos de don Ricardo nacieron agricultores, luchando con todas las dificultades que enfrentan los que se dedican a sacarle frutos a la tierra, de hecho, los hijos mayores terminaron el colegio de noche porque en el día había que trabajar en el campo sí o sí.
“El año del cambio fue el 2009 por la decisión que tomamos. Arriesgamos a todo o nada, ¿qué habría pasado si no logramos vender el café que cosechamos? Ni pienso en eso. Me gusta más pensar que a partir del 2009 nos montamos en la carreta del buen café y todavía seguimos montados y disfrutando”, concluye Fernanda.