La familia Saldaña Delgado está de luto por la muerte de Eulalio Saldaña Vargas, mejor conocido como "Lalo el sastre".
Y el dolor es más grande porque la muerte ocurrió en Canadá y no tienen plata para traerlo y pagar la factura médica del hospital adonde lo llevaron de emergencia.
Don Lalo andaba paseando en Canadá junto a su esposa, Reina Delgado, y su hijo menor, Kevin (de 15 años). Andaban donde su cuñado César Delgado, a quien no veían desde hacía más de diez años.
"En la primera semana de diciembre les avisaron que les habían aprobado la visa canadiense y de inmediato hicieron los preparativos para viajar pues mi mamá tenía muchas ganas de ver a su hermano. Ellos salieron el 30 de diciembre hacia Ontario, Canadá, y estuvieron disfrutando en familia y el 7 de enero, luego de comer, mientras conversaban, mi papá sintió como un cólico, pidió que le dieran agua caliente y se desvaneció. Lo llevaron de emergencias a un hospital y ahí lamentablemente murió por un fallo en la arteria que bombea el corazón", contó Natalia Saldaña, hija mayor del matrimonio.
Ahora necesitan $15.000 (poco más de ¢8,6 millones) para traerlo a Costa Rica y solo cuentan con algo menos de 1,2 millones de colones. Por eso piden la ayuda solidaria de los ticos tanto dentro como fuera del país para que les echen una mano.
Muy querido
Don "Lalo" era el sastre de Buenos Aires de Puntarenas. Su forma de ser alegre y amable le valieron ganarse el cariño de quienes lo conocían. Tenía 29 años de casado y tres hijos: Natalia, de 27 años; Diana, de 22 y Kevin, de 15.
Durante su juventud estuvo estudiando Arquitectura en la Universidad de Costa Rica (UCR) y fue durante ese tiempo que un amigo le enseñó el oficio de sastre y se enamoró tanto de eso que decidió dedicar su vida a ello.
"Trabajó mucho tiempo en Heredia y fue a principios de los ochenta que se vino para Buenos Aires y abrió su negocito en el mercado, en el 2002 se pasó a un costado de la clínica", explicó Natalia.
Lalo tenía 61 años, el próximo mes cumplía los 62 y gozaba de buena salud pues siempre andaba en bicicleta y jugaba bola todos los domingos.
"Era un hombre fiel, amoroso y siempre presente para su familia. Nunca padeció de nada, se hacía los chequeos cada año. Ni de gripe se enfermaba", recordó su hija.