En momentos en que hay miles de personas “viviendo la vida loca”, sin protegerse contra el covid-19 y sin usar mascarilla, a finales de mayo --el que acaba de pasar--, una familia entera, de seis miembros, tuvo que aislarse porque una de las hijas dio positivo y no tienen ni la más mínima idea de dónde se contagió.
Doña Gabriela Fernández Jaubert, de 50 años y la mamá de la familia, todavía está con una fuerte tos, por lo que le da temor que se le alborote el asma y eso le provoque una baja en la oxigenación.
Ella nos atendió por teléfono y nos confirmó que su hija Daniela, de 29 años, fue la primera que presentó síntomas el domingo 22 de mayo.
“En mi familia no hemos dejado de usar la mascarilla porque sabemos que el covid-19 no ha desaparecido y por mamá (doña Betty, de 85 años). Justo se contagió mi hija Daniela, que esa es bien cuidadosa, pasa lavándose las manos, siempre anda alcohol en gel y nunca se quita la mascarilla”, relata doña Gabriela.
Fernández dice que pensaron que lo que tenía Daniela era una gripecilla y como estamos en época de resfríos, no le dieron mucha pelota, incluso, toda la familia se juntó esa misma noche a ver una película en el cuarto, encerrada.
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El lunes 23 de mayo Paula amaneció sintiéndose bastante mal y como es de Cristo Rey, en San José, se fue para la clínica Moreno Cañas, donde le hicieron el hisopado, la inyectaron y le dieron jarabe para la tos y acetaminofén.
“Jamás creímos que fuese covid-19, pero ya encendimos las alertas, por eso el martes (24 de mayo) ya mi hija no fue a la cita en la clínica, sino que fui yo y el doctor me recibió con esta frase: ‘¿usted tiene algún síntoma?, porque su hija está positiva’. Le dije que no, porque en ese momento no sentía nada, eso sí, me asusté mucho.
“Cuando llegué a la casa ya el Ministerio de Salud había llamado a mi hija, entonces iniciamos la cuarentena, sobre todo a mamá, la encerramos en el cuarto y todos a usar mascarilla en todo momento”, reconoció doña Gabriela.
Unas 24 horas después de la confirmación, su nieto Élian y doña Gabriela comenzaron a presentar síntomas.
A Robert, esposo de Fernández, de 51 años, y a otra de ambos, llamada Paula, de 23 años, nunca se contagiaron, o por lo menos no presentaron síntomas.
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A la abuela, doña Betty, un familiar se la llevó para la casa de arriba, siempre aislada, pero ahora más lejos del foco de contagio y por eso hasta el día de hoy no presenta síntomas.
“Gracias a Dios a Élian (6 años) le dio suavecito, solo tuvo fiebre, dolor de cabeza y dolor de estómago, pero no le dio diarrea, nos preocupó mucho porque es asmático. A mí me dio mucha fiebre, dolor de cabeza, ahogos y mucha tos. De hecho, todavía me sigo vigilando la oxigenación a cada rato, cuando me siento muy mal, uso una bomba de salbutamol que tengo.
“A Daniela, la primera contagiada, le fue peor, tuvo dolor fortísimo en todo el cuerpo, diarrea, mucha tos, ahogo y cansancio. En algunos momentos estuvimos a punto de llevarla al hospital, por dicha no hizo falta”.
Contagiarse justo cuando mucha gente ni cree ya en el covid-19 y anda sin protegerse sin importarle nada, es para doña Gabriela un capítulo que los asustó mucho y que les confirma que seguimos en pandemia.
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“Nosotros estábamos invictos, nadie en la familia se había enfermado, justo porque nos cuidamos mucho. En verdad que la gente cree que esto es mentiras o que ya pasó... ¡qué va!, nosotros pasamos dos semanas muy difíciles, con mucho temor, por dicha todos tenemos las vacunas, siento que eso ayudó demasiado a que ninguno terminara en el hospital”.