Yaritza Mairena es una nicaragüense muy valiente y llena de sueños.
En el 2018, cuando empezaron en su país las protestas en contra del régimen de Daniel Ortega, ella defendió sus ideales y, como activista defensora de la democracia, participó en las manifestaciones. Debido a eso fue a dar a la cárcel, estuvo encerrada siete meses, pero eso no debilitó su espíritu, al contrario, ahora más que nunca lucha por su pueblo.
Ella le contó a La Teja que sueña con regresar a su país en el futuro para luchar contra la pobreza y ayudar a jóvenes que vienen de barrios de escasos recursos, al igual que ella, a superarse y alcanzar sus sueños.
— ¿En qué parte de Nicaragua nació?
Nací y crecí en un barrio marginal de Managua. Enfrenté muchas limitaciones y me fue muy difícil estudiar, pero con esfuerzo entré a estudiar Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, cuando estallaron las protestas, en el 2018, me faltaba poco para terminar.
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— ¿Hace cuánto salió de su país?
En julio del 2021, por persecución política, estuve presa y seguía siendo intimidada. Recibí amenazas por redes sociales de parte de los paramilitares, por eso decidí salir de mi país con mi pareja, Hanzel Vásquez.
— ¿Cuándo la encarcelaron y cuánto estuvo presa?
Me arrestaron el 25 de agosto de 2018 junto con otros seis activistas. Primero me llevaron a la cárcel del Chipote, estuve ahí 15 días, y después me llevaron al Sistema Penitenciario Integral de Mujeres, ahí estuve seis meses y medio.
— ¿Cómo fue su experiencia en el Chipote?
Me golpearon, me hicieron interrogatorios, me amenazaron con hacerle daño a mi familia para que confesara delitos que no cometí y aunque no pasé tortura física, sí pasé tortura psicológica.
No tenía acceso a ropa, a artículos de limpieza personal, no dejaban que recibiera visitas, no tenía una cama, entonces tenía que dormir en una loseta de cemento y muchas veces no me dieron ni comida. Me tuvieron en condiciones degradantes.
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— ¿La llegaron a condenar por algún delito?
El juicio nunca terminó porque me liberaron gracias a las luchas y convenios de organizaciones que luchan por la libertad de los presos políticos.
— ¿Qué pasó después de que salió de prisión?
Salí en marzo de 2019 y seguí en el activismo político. Participé en la creación de la Unión de Presos y Presas Políticos Nicaragüenses y aún hoy formo parte de ella. Desde aquí lucho por mi país y por mi gente, para que los excarcelados políticos sean reconocidos como víctimas ante el Estado nicaragüense.
Ayudamos al empoderamiento de las víctimas y también trabajamos en un sistema de documentación de pruebas para demostrar que fuimos presos políticos y vivimos procesos injustos.
— ¿Tenía familia en Costa Rica que la recibiera?
No tenía a nadie, nos ayudaron otros nicaragüenses que ya vivían aquí y nos dieron dónde dormir, comida, ropa. Nos ayudaron por un par de meses hasta mi pareja consiguió trabajo como diseñador gráfico.
— ¿Cómo nació la idea de empezar una carrera universitaria en Costa Rica?
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En el 2022 inicié el proceso para hacer el examen admisión en la Universidad de Costa Rica (UCR), durante todo el año estuve analizando el tema, hice la inscripción de mis notas de secundaria, e hice el examen de admisión en octubre pasado.
Inscribí dos opciones, la primera fue Trabajo Social y la segunda Sociología, pero logré entrar a la primera opción.
— ¿Por qué eligió esa carrera?
Tiene mucho que ver con lo que he vivido, la lucha que empezó en el 2018, el activismo, el trabajo con las víctimas que hago y hasta mi historia de vida, porque al venir de un barrio pobre sé las pocas oportunidades que tienen los jóvenes pobres para salir adelante.
Siempre he querido trabajar contra la pobreza y a favor de la juventud. Me encantaría regresar en un futuro a mi país y usar las habilidades aprendidas para aplicarlas en programas para dar oportunidades y participar en proyectos u organizaciones.
— ¿Sigue en contacto con su familia?
Claro, siempre estoy en comunicación con mis familiares en Nicaragua y también con amigos que viven allá, sé que ellos se esfuerzan por sobrevivir día a día.
En Nicaragua es muy difícil ser joven porque no hay educación de calidad, no hay oportunidades de desarrollo por eso es que no se puede pensar en el futuro.
— ¿Qué mensaje le da a esas personas que sueñan con un país mejor?
Que hay diferentes herramientas, ¡no se desanimen! Traten de buscar un sistema educativo, como universidades de otros países, que den clases en línea o becas, sí se puede salir adelante.
— ¿De dónde ha sacado la fuerza para salir adelante en los momentos difíciles?
Del apoyo de mi familia, de la comunidad azul y blanco y de quienes siguieron apoyándome pese a las injusticias.