“Yo tuve un Ferrari y solo lo usaba una vez a la semana, ese carrazo nunca me dio la felicidad. Lo tuve todo, materialmente hablando: casota, carrotes, montones de amigos, fiesta y dinero.
“Hoy día no me puedo quejar, no es que me falta, pero para que mis hijos siguieran estudiando tuve que agarrar mi carrito, ser humilde y ponerme a uberiar… y soy feliz, tengo paz, nada me quita el sueño. No tengo aquellos montones, pero soy feliz”.
Así nos resumió el exgoleador Rolando Fonseca Jiménez la forma en que su vida cambió a partir de las 6:45 de la mañana del 24 de mayo de 2013, cuando agentes del OIJ le allanaron su casa de Valle del Sol en Santa Ana.
Ese operativo se dio por lo que fue un escandalazo en su momento: dos viajes que hizo la entonces presidenta Laura Chinchilla en un avión propiedad del colombiano Gabriel Morales Fallón, quien era sospechoso de tener vínculos con el narcotráfico, específicamente con Luis Carlos Ramírez, un narco cafetero conocido como “Chupete” y quien fue detenido por las autoridades de Estados Unidos en el 2007.
Según las investigaciones, Fonseca habría sido intermediario para facilitarle a Chinchilla el avión en el que viajó a Perú. El exjugador lo habría hecho desde una de sus empresas que representaba a otra compañía llamada THX Energy, la petrolera dueña de la aeronave y propiedad de Morales Fallón.
Días difíciles
Por la bronca con esos viajes se cortaron varias cabezas en el gobierno de doña Laura: Francisco Chacón, ministro de Comunicación, Irene Pacheco, asistente personal de la presidenta y Mauricio Boraschi, jefe de la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS). El escándalo fue internacional y ocupó los titulares de los medios durante semanas.
A partir de esa bronca, Fonseca fue relacionado con una supuesta vida de opulencia. Como él mismo dice, “hasta me tacharon de narcotraficante”.
Con ese rótulo en la frente, le llegó la noche al exgoleador costarricense: se quedó sin trabajo, enfrentó la justicia, se desaparecieron el 99% de sus “amigos” y le cerraron las puertas de casi todo lugar, incluidos los bancos, que le tiraron encima otro rótulo: “non grato”.
Hasta el día de hoy, Rolo no tiene tarjetas de débito ni de crédito en bancos de Costa Rica, mucho menos pensar en un préstamo, lo tienen fumigado por lo que sucedió en el 2013 y que al final terminó en un archivo del OIJ con una leyenda: “causa desestimada”.
Compas de baloncesto
Compas de baloncesto. El exatacante recuerda que fuera de su familia solo pudo mantener un poquitico de roce con un pequeño grupo de señores que juegan baloncesto en el Tennis Club, en San José.
Ellos siempre lo trataron puras tejas y, aunque era bien ralito para el deporte de los aros, le ayudaron a crecer, tanto así que hoy es un poste de lujo en el equipo.
“Ellos jamás me juzgaron, jamás me trataron mal, por el contrario, me enseñaron a jugar baloncesto. Claro, al principio era el último al que escogían, pero poco a poco fui aprendiendo y ahora estoy entre los primeros que eligen para las mejengas.
“Ese grupo me abrió las puertas cuando todo el mundo me las cerraba en la cara”, afirmó.
El exgoleador vistió las camisetas de la Selección Nacional, Saprissa, Alajuelense, Comunicaciones de Guatemala, Pachuca y La Piedad de México; Independiente de Medellín y América de Cali, esos dos últimos de Colombia.
Con la Sele anotó 46 goles y con todos los clubes en los que estuvo pudo marcar, incluso con Carmelita, a pesar de que estuvo solo dos meses, entre agosto y setiembre de 2012, para sumar 438 pepinos. Además, celebró 23 títulos. Sin duda un jugador de éxito.
Pero a pesar de semejante palmarés, se quedó en el medio de la nada, hasta los canales 6 y 7 le apagaron las cámaras.
Sin pruebas
Fonseca entendió que el trabajo no llegaría porque ya la gente lo había juzgado y p tuvo que replantearse las cosas.
“Comencé a reacomodar mi vida para lo que se venía, dejé la casa en Valle del Sol, dejé todo lo material que tenía y me dediqué a fortalecer lo que realmente es importante en la vida: la familia.
“Viví un legítimo infierno, fui condenado por la opinión pública y por la prensa por cosas que nunca hice, me tiraron encima toda la basura que pudieron con mentiras y más mentiras.
“Decían que yo tenía un yate, que yo era dueño de un avión, que vivía como un rey, que tenía millones y millones de colones para gastar y gastar, incluso, que hasta tenía títulos del Incae falsos.
“Me dieron con todo lo que tenían y por todos lados. Quise defenderme, pero entendí que cuando me defendía de una cosa, aparecía otra mentira, después otra y así, entonces también entendí que era inútil defenderme, dejé mi defensa para el lugar importante, los juzgados”, recordó.
El martes 9 de julio del 2015, el Juzgado Penal de Pavas archivó el caso de Rolando, que era por legitimación de capitales. Ese Juzgado explicó en solo tres palabras las razones por las que tomaron esa decisión: falta de pruebas.
O sea, todo lo que se dijo de Fonseca no encontró respaldo en Costa Rica ni en Colombia, país al que se pidió ayuda en la investigación.
Facturas y más facturas. @El Rolo recuerda que pasaron los años y seguía sin trabajo, pero las facturas no dejaban de llegar.
“En un momento entendí que mis hijos no podían dejar de estudiar y decidí que, como tenía un carrito que cumplía los requisitos, me podía meter a uberiar y eso es lo que hago desde hace muchos meses todos los días por la noche.
“Gracias a Dios mis hijos han podido seguir estudiando, tengo para comer y no me quejo, porque de todo se aprende en la vida.
“Viví momentos muy duros, demasiados, pero me sirvieron para cosas fundamentales del ser humano: rescatar mi matrimonio, fortalecer la relación con mis hijos y convertirnos en una familia unida. Eso es lo que realmente vale de la vida, no los carros, no el Ferrari, no la plata; lo que vale es la familia, dormir tranquilo, vivir en paz, tener el corazón alegre.
“No tengo el dinero que tenía antes, pero tengo paz y no le hago el mal a nadie. Vivo feliz”, dijo de corazón.
El uber más feliz
Hoy día es un uber de lujo, ¡porque es Rolando Fonseca!
La gente se sorprende cuando lo reconocen, se alegran y tranquilizan porque los lleva nada más y nada menos que el anotador del gol mil de la Selección Nacional, aquel gol de chilena ante Chile, porque aunque después los estadísticos se lo quitaron, para el pueblo siempre será el gol mil… ¡cómo lo celebramos!
“No tengo un carro de marca conocida para uberiar, pero es justo lo que necesito. Durante el día la pulseo en lo que sea y por la noche soy Uber, me gano la platica honestamente y siempre regreso a mi hogar donde tengo una familia que me espera. Cuido lo poquito que tengo y me alcanza para estar más que agradecido con Dios porque hay comida en la casa y se pueden pagar las deudas”, dice con tranquilidad.
Claro que no olvida aquellos días en México, donde llegó a ganar ¢40 millones por mes, tampoco de otros tiempos en Alajuelense, en los cuales cobró cheques mensuales de ¢10 millones. Esos tiempos ya pasaron.
“Todo tiene un propósito en la vida para que uno crezca, a mí me tocó entender el camino después de un desierto muy seco, pero lo logré, entendí cuáles son las cosas que realmente dan felicidad y puedo asegurar que no es el dinero, ni los lujos, ni los carrazos o las casas.
“Soy exitoso y mucho. El éxito más grande que disfruto es mi familia, la pude rescatar y fortalecer, a como iba es un hecho que la habría perdido y por completo, por eso digo que Dios para todo tiene un propósito.
“De tantos años difíciles después del fútbol, veo los frutos positivos en mi hogar. Si pudiera retroceder el tiempo viviría exactamente lo mismo, hasta los errores, porque esos errores me ayudaron a entender cuáles son las prioridades para el hombre”, reflexionó.