A don Alfredo Trejos Rivera, excombatiente de 1948, nos lo encontramos en el Museo Nacional, el pasado 1 de diciembre con motivo de la realización de los actos oficiales para la celebración de los 74 años del país de no tener ejército, y a la cual asistió como invitado especial.
“En 1948 estaba aquí, cuando era el Cuartel Bellavista, el día que se abolió el ejército”, recordó esté hombre que vivió ese momento tan importante para el país.
Actualmente este excombatiente, de 97 años, recuerda con mucho dolor, todo lo que sucedió antes de aquel importante día. En aquel entonces él era un carajillo de 23 años.
Este cartaginés, quien vive en el barrio El Molino, nació el 30 de setiembre de 1925. Nació como, generalmente, se nacía en este bendito país en esos años, en la casa, con ayuda de una partera y pidiéndole a Dios que todo saliera bien porque no había cerca un doctor.
Don Alfredo no olvida ningún detalle del aquel histórico 1 de diciembre y asegura que don Pepe (José Figueres Ferrer), ya les había advertido a todos sus soldados que ese día se iba a abolir el ejército.
“Nos preparó y explicó muy bien todo lo que se venía”, recordó el brumoso.
Jamás se le olvidará lo significativo que fue ese día en su vida y en la del país.
“Fue un día muy glorioso. Yo estaba soltero, tenía a mi mamasita viva (Claudina Rivera Roldán), pero tenía tres meses de no verla, después de estar tanto tiempo defendiendo El Empalme y de casi encontrar la muerte en combate. Hubo demasiada alegría porque se les puso fin a las batallas”.
Duros combates
De acuerdo a la historia, desde el 14 de marzo de 1948 las fuerzas calderonistas a las órdenes del presidente en ejercicio, Teodoro Picado, habían tomado las zonas de La Sierra y La Lucha (en Dota). El 2 de abril se produjo la “Batalla de El Empalme”, la cual ganaron las fuerzas figueristas.
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“Llegué a El Empalme por la carretera, iba con el grupo de Frank Marshall y “Tuta” Cortés (Max Cortés). En ese momento yo era capitán, pero de verdad, en batalla, no como otros que fueron capitanes de escritorio.
“Mi rango me lo gané luchando, me lo dio don Alberto Martén (Chavarría, quien fue el segundo comandante en jefe del Ejército de Liberación Nacional). Me tocó combatir mucho en El Empalme, era la posición más dura de todas, en verdad que ahí sentí la muerte”, recordó don Alfredo.
No obstante, según su experiencia, la batalla más dura se produjo en El Tejar de El Guarco, en Cartago.
“En El Tejar viví una lucha durísima, ahí también sentí la muerte en varias ocasiones, para defender El Tejar había que ser bien hombrecito porque a uno lo único que le recetaban era bala, lo mismo que en El Empalme porque todo era frío, dormir en el suelo, lluvia de balas y hacer guardia en todo momento para evitar ataques sorpresa”.
Satisfacción
Esos recuerdos de don Alfredo están llenos de dolor por lo vivido, pero también de satisfacción por el deber cumplido. Este valiente es papá de 5 hijos, 12 nietos y 5 bisnietos. Él nos comenta que cada año que se celebra la abolición del ejército siempre sonríe lleno de orgullo.
“Estoy orgulloso de haber combatido por la paz de mi país y me hace feliz que no tengamos ejército. Uno que vivió los dolores de las batallas, el terror que provocan las balas y la amargura de enfrentarse al vecino, le agradece a Dios que eso haya desaparecido.
“Cada vez que veo a mis hijos, a mis nietos y a mis bisnietos, le agradezco a Dios que nacieron en un país sin armas, que no tendrán que ir a luchar por sus vidas a ningún lado. Gracias a Dios se logró un país pacífico. La abolición del ejército es una bendición de Dios porque las armas no le hacen bien a nadie”, comenta con enorme alegría.
Sin ejército
“El 1 de diciembre de 1948, en el cuartel Bellavista, José Figueres realizó el acto simbólico de abolición del ejército. En ese acto, Figueres hace entrega del edificio para que se instale, de forma definitiva, el Museo Nacional de Costa Rica.
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“La abolición del ejército se explica también por el interés de la Junta de Gobierno de crear un clima de confianza y estabilidad en el país, después de la Guerra Civil de 1948.
“Después de la abolición del ejército como institución permanente, se ordenó que la vigilancia y la conservación del orden público pasase a manos de la Guardia Civil, nuevo nombre de las fuerzas armadas que tendrían responsabilidades policiales, de orden y seguridad del país. Algunos de los ex combatientes del ejército de Liberación Nacional formaron parte de este nuevo cuerpo policial”, explica el ministerio de Cultura.