“Papi, vi la muerte, sentí que me iba a morir”.
Con esa frase le resumió Jose Meza a su papá, Eduardo Meza Flores, lo que vivió la última semana y media que ha estado internado en el Hospital y Clinicas Viera, en Tegucigalpa, Honduras.
Jose tiene 18 años, es de Chánguena --en Buenos Aires de Puntarenas-- y gracias a su excelente nivel académico en el colegio, obtuvo una beca completa para estudiar ingeniería agrónoma en la Universidad Zamorano, allá el Honduras, durante cuatro años.
Lo malo es que allá se infectó con un hongo y una bacteria que se le alojaron en los pulmones y comprometieron seriamente su salud.
“No se sabe cómo se contagió, si fue de una vaca, del campo, de la agricultura, otra persona o una comida. El día que salimos de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), el miércoles, los doctores no me dijeron si pudieron identificar la bacteria o el hongo porque le tuvieron que aplicar medicamentos muy fuertes”, contó el papá, quien se encuentra en suelo hondureño.
Martes ingrato
Los malestares le empezaron a Jose el martes 13 de setiembre; tenía diarrea, malestar y dolor y lo atendieron en la clínica de la universidad, de donde lo mandaron de nuevo para su habitación, pero en la tarde tuvo que regresar.
“Me contó su compañero de cuarto que en la noche se despertó y vio que Jose no estaba y fue que lo trasladaron a las tres de la madrugada al hospital porque tenía un dolor tan fuerte en el estómago que creían que era apendicitis. Le hicieron exámenes de todo hasta que dieron con el diagnóstico”, explicó don Eduardo.
Cuenta don Eduardo que ellos conversaban diariamente con su hijo y el jueves notaron que hablaba poco, entonces le pidieron conectarse por medio de videollamada y él no quiso. Aquello los preocupó y en la noche se estaban mensajeando y les dijo que ya no podía hablar.
El joven no quiso preocupar a sus padres desde tan lejos y no les dijo realmente cómo estaba su salud, pero sí le contó a un tío que está en Estados Unidos y este de inmediato llamó a su hermano y le dijo que se fuera para Honduras lo antes posible porque su hijo estaba muy mal.
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El viernes lo estuvieron llamando desde Costa Rica y no les contestó; aquí no lo sabían, pero lo habían trasladado a la UCI. Jose no podía respirar bien y entonces lo llevaron a la UCI, donde estuvieron a punto de intubarlo, pero Jose pidió que no lo hicieran.
“Ese día me llamaron de la universidad para decirme que el doctor había pedido que me fuera de inmediato para allá”, recuerda don Eduardo.
“El sábado (18 de setiembre), a las 8:22 de la mañana, estaba saliendo de Costa Rica”, dijo el papá.
“El miércoles 21 le dieron la salida (de la UCI) y lo pasaron nuevamente a una habitación individual, con todas las condiciones donde yo puedo estar con él en todo momento”, contó su padre.
“Había mucha gente orando por él y eso fue lo que lo sacó y la atención que le dieron los médicos también pesa mucho”, añade.
Jose está aún muy débil y los medicamentos lo mantienen muy mareado, pero lo peor ya pasó.
8 mil dólares y contando
Afortunadamente la universidad cubre el 80% de la cuenta del hospital, que es privado, pero don Eduardo y su familia deben cancelar el restante 20%, que a este viernes por la mañana iba por $8.000 (¢5,1 millones).
Ese es un dinero con el que la familia no cuenta en este momento.
Si usted les quiere echar una mano para pagar los gastos de hospital, puede hacer su depósito por medio de Sinpe móvil al 8568-9224, a nombre de Cindy Gabriela Vargas Salas, la mamá de Jose.
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La señora llegó este mismo viernes al hospital, se tardó más porque no tenía pasaporte y tuvo que hacer todas las vueltas para obtenerlo.
“Mi esposa es muy apegada a los dos hijos (Jose es el mayor) y la noticia (de la enfermedad de Jose) le ha pegado muy duro. La necesito acá para tomar la decisión de qué vamos a hacer con Jose y con su recuperación”, dijo don Eduardo.
Fue don Eduardo quien el 3 de enero de este año acompañó a su hijo a Honduras cuando se fue a instalar en la universidad.
Jose es egresado del Colegio Científico de San Vito, en Coto Brus, y aplicó por una beca en la universidad hondureña y, como dijimos, se la dieron; la familia solo debió cubrir los gastos de traslado y la póliza de seguro.
Ahora todos juntos enfrentan este nuevo desafío.
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