Ian Machado Valladares estudia Pedagogía I y II ciclo en la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA). Nada ha sido fácil para este guanacasteco del cantón de Carrillo, quien incluso dejó tirada la universidad un año. Con un tremendo esfuerzo se dio una segunda oportunidad y si bien el partido no termina ya siente que va ganando y por goleada.
“He luchado muy duro contra los problemas económicos en casa. Cuando todo se puso virtual, yo no tenía computadora ni internet, tenía que pedirle al vecino prestado el internet para poder hacer mis trabajos. Como era para algo bueno no me daba pena pedírselo, aunque sé que es algo muy delicado de pedir.
“Si bien mi papá me enseñó a nunca rendirme, llegó el día en que me rendí y me salí de la universidad. La falta de plata y el sentir que no encajaba en el grupo de compañeros me motivaron a dejar todo tirado”, recordó.
Cuando nos habla de problemas económicos en verdad fueron obstáculos bien duros.
“Hubo muchos días en que me iba a la universidad solo con los pases de ida, los de venida los pedía en la calle, no me da vergüenza decirlo, pedía dinero para poder volver a casa, es que no había, no teníamos ni un cinco con costos juntábamos para llegar a la universidad. Eso es duro, pero también aleccionador”, reconoce Ian.
Con tremendo dolor recuerda que en lo académico también ha tropezado.
“Mi papá hizo un gran esfuerzo para pagarme un curso que me ayudara a ganar el examen de admisión de la universidad y la primera vez que lo hice lo perdí, me sentí muy mal, yo sabía el gran esfuerzo que hizo papá y no lo pude lograr.
“No me di por vencido, me dije que al siguiente año lo volvería a intentar y de fijo lo ganaría. Así fue, lo gané, no me quedé en lo negativo. Claro, después vinieron los gastos de ir a estudiar a la U. Me acuerdo que solo iba con 500 colones, lo demás, como dije, lo lograba pidiendo.
“No me daba vergüenza pedir, sabía que era para lograr mis objetivos y también sabía que no pedía para siempre sino solo por un tiempo específico”, explica.
A este guanacasteco que asiste a las aulas de la sede Regional Chorotega de la UNA, lo conocimos este jueves 19 de octubre en el Colegio de Periodistas (en La Sabana), lugar en el que la UNA realizó un acto de reconocimiento a estudiantes distinguidos académicamente, así como lo leen, aquel chamaco que hasta dejó la universidad tirada, ahí estaba orgulloso junto a otros 6 estudiantes distinguidos, le dieron la distinción en la categoría “Personal Social”.
LEA MÁS: Más de 40 organizaciones sociales: “El presidente Chaves no escucha y miente mucho”
Ian entró a estudiar a la U en el 2017, en el 2018 abandonó todo y regresó para el 2019. Cuando hablamos con él recién terminaba de tomarse un cafecito con dos sabrosos gallos de papa. Se sentó a la par para la entrevista, pero se le quedó aquel sabroso desayuno en la cabeza.
Úlceras
“Usted sabe que pasé muchos meses muy mal de la gastritis, se me hicieron úlceras estomacales. Es que yo no comía cuando me iba a estudiar, en la casa no había plata para que me pudiera comprar algo o para llevar comida. Yo iba sin nada a la U. Veía a todos mis compañeros comiendo y yo me aguantaba el hambre. Aunque no crea, casi me muero por mis problemas estomacales.
“Póngase a pensar, yo entraba a las 8 de la mañana a clases y salía hasta las 5 de la tarde. Comía cuando llegaba a la casa. En ocasiones si podía me comía una manzana, nada más”, reflexionó con dolor por aquellos momentos, pero con alegría porque está seguro que ya pasaron y espera jamás repetirlos.
Le lanzamos la última pregunta y le cambió la cara, se le iluminaron los ojos, se enderezó mejor y con un profundo orgullo nos respondió.
“Actualmente ya estoy al final del bachillerato y también estoy trabajando en Zapotal Beach Club, lugar en donde me dejan estudiar y crecer ¡Lo logré!
“En esta montaña de altibajos, yo soy un guerrero. En la vida las cosas son duras, hay que ganárselas. Yo vivo con mi abuela de 82 años, mi mamá y cuatro hermanos, soy el soporte de la casa, muchas veces luché contra la ansiedad, estuve enfermo y tengo una situación económica complicada, pero no me doy por vencido, trabajo en mantenimiento de playas, reparo teléfonos y computadoras.
“No voy a rendirme”, se advirtió él mismo y advirtió a la vida. “Hoy sé que la empatía y el compañerismo que he recibido me dan la fe de que voy a ser un excelente profesional”, reafirmó.
LEA MÁS: El cáncer de mama le cambió todo: la vida profesional, personal y familiar