Costa Rica tiene una historia especial con San Juan Pablo II, un papa que marcó con su carisma y amor a los ticos.
La visita de este pontífice en marzo de 1983 es inolvidable para quienes tuvieron el privilegio de verlo y escucharlo; en aquella ocasión, caminando por nuestra patria, la bendijo.
Sin embargo, hay un detalle menos conocido, pero igualmente significativo: el papa bendijo a Costa Rica en dos ocasiones, y la segunda ocurrió 13 años después, mientras sobrevolaba el espacio aéreo nacional.
Era el 2 de marzo de 1983 cuando Juan Pablo II aterrizó en Costa Rica, convirtiéndose en el primer papa en visitar la nación. Fue recibido con una calidez que reflejaba el profundo fervor católico del pueblo costarricense.
Miles de personas llenaron las calles, la Nunciatura Apostólica, en La Sabana, y los sitios donde el pontífice llevó su mensaje de fe y esperanza.
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Durante su visita, el papa celebró una multitudinaria misa en el Parque Metropolitano La Sabana, donde pronunció un discurso cargado de amor por la familia y la paz, valores esenciales en la identidad costarricense.
También sostuvo encuentros con jóvenes y con el entonces presidente de la República, Luis Alberto Monge, a quien le reconoció el compromiso del país con la democracia y la justicia social.
Juan Pablo II dejó una huella imborrable en Costa Rica, con palabras que aún resuenan en la memoria de muchos: “Costa Rica, sé fiel a tus raíces cristianas”. Sin embargo, lo que pocos recuerdan es que su bendición del 83 no fue la única que nos dio estando en territorio tico.
Desde el cielo
El 9 de febrero de 1996, el papa Juan Pablo II volvía a sobrevolar Costa Rica, esta vez en su camino de Nicaragua hacia Venezuela. Aunque no aterrizó, su presencia se hizo sentir de una manera inesperada y conmovedora.
La periodista Karen Dondi Vargas, trabajando para Radio Monumental, tuvo la genial idea de transmitir en vivo desde la torre de control del aeropuerto Juan Santamaría el paso del avión de LACSA que llevaba al papa.
Con el apoyo del director de Noticias Monumental, Álvaro Villalobos Serrano, el gerente comercial, Carlos Arias y en coordinación con LACSA, logró contactar al piloto del avión papal para conversar sobre la experiencia de trasladar al sumo pontífice.
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La transmisión comenzó a las 11 a. m., con Karen narrando el paso del avión sobre suelo costarricense y el trabajo de los controladores aéreos. Irle diciendo al país por qué parte iba sobrevolando el avión para que la gente saliera con espejos a hacerle señas al papa y así se le demostraran la alegría de tenerlo al menos aéreamente.
La intención del contacto con la cabina del avión nada más era hablar con el piloto para que compartiera su experiencia de transportar al papa, pero lo que ocurrió fue mucho más especial.
“En un momento de la transmisión, el piloto anunció que el papa tenía un mensaje especial para Costa Rica. Todos en la torre de control quedamos en silencio y con la piel erizada. El mensaje llegó en un papel, dictado por el propio Juan Pablo II, y el piloto costarricense lo leyó con voz entrecortada por la emoción”.
“La bendición del papa fue transmitida en vivo por Radio Monumental y se replicó en la icónica Esquina de los Grandes Acontecimientos, el edificio donde se ubicó por años Monumental, en la esquina frente donde ahora está la escultura de La Chola, en San José centro, donde cientos de personas escucharon cada palabra por los parlantes que tenía la radio para los eventos más importantes del país”, recordó la periodista.
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Las palabras del papa fueron: “Al sobrevolar la República de Costa Rica, en mi visita pastoral a otros países de América Central y Venezuela, mi pensamiento se dirige a los queridos hijos de esa nación, de cuya visita pastoral conservo un entrañable recuerdo, al hacer llegar a vuestra excelencia mi deferente saludo. Pido al altísimo que conseda a todos los costarricenses abundantes dones de paz y progreso material y moral, en prenda de los cuales les imparto mi cordial bendición”.
El milagro
Para Karen, aquel día fue más que una cobertura periodística: fue un milagro. Desde hacía tiempo sufría de vitiligio, una enfermedad de la piel, pero después de aquella transmisión, todas sus manchas desaparecieron.
“Estoy convencida que mi sanación fue un milagro del papa Juan Pablo II. Mi vitiligio ya había sido tratado por varios dermatólogos, recibí varios tratamientos y nada. Lo peor, tenía las manchas en la cara y, como bien se sabe, el vitiligio es muy agresivo, provoca grandes manchas.
“Después de que el papa bendijera Costa Rica desde suelo nacional por segunda ocasión me comenzó a desaparece la enfermedad y pocas semanas después ya no tenía absolutamente ninguna mancha y así estoy hasta el día de hoy”, asegura Karen.
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Los costarricenses guardan con orgullo el recuerdo de la visita de San Juan Pablo II. Su paso por el país dejó una marca imborrable en la historia nacional y en la fe de los creyentes. La segunda bendición desde el aire es una muestra más de ese amor que el papa polaco sintió por esta tierra y su gente.