La muerte del actor estadounidense Luke Perry, de 52 años, reconocido por su papel en la serie “Beverly Hills 90210”, a raíz de un infarto cerebral abrió la puerta para que en Costa Rica se hablara del tema.
Y no es para menos, pues en el país este mal, llamado también derrame cerebral, afecta con frecuencia a los costarricenses.
Muchos, incluso, tienen síntomas sin saber que están cerca de sufrir un ataque de este tipo (ver infografía).
Luis Rosales, neurólogo de la Clínica Bíblica explicó de forma sencilla en qué consiste un infarto cerebral.
“Es cuando se obstruye el paso de sangre en una arteria del cerebro, casi siempre es causado por un coágulo que detiene el flujo de sangre”, destacó.
Rosales agregó que la edad más frecuente en que se puede presentar un infarto de este tipo es a partir de los 60 años y que depende de su gravedad, el paciente puede morir, quedar en cama y en el mejor de casos recuperar cierta parte de la movilidad que perdió por el infarto.
“Estas personas son las más propensas, pero realmente es a cualquier edad que puede aparecer. Evidentemente hay factores que aumentan el riesgo, como fumar, las personas hipertensas, los diabéticos y quienes tienen el colesterol alto son más propensos”, expresó.
El experto añadió que en pocos casos, la enfermedad se desarrolla por una trombofilia, es decir, cuando hay exceso de coagulación que se estanca en el cerebro.
En cuanto a los tratamientos, los más comunes son la rehabilitación para recuperar ciertos movimientos en el cuerpo y el consumo de pastillas.
“Estos infartos dejan daños en varias partes del cuerpo, por ejemplo, se pierde la movilidad en piernas, brazos, manos y hasta movimientos normales en la cara, por eso es que a veces quedan rasgos que no son normales y que se pueden recuperar hasta cierto punto con terapia”, explicó.
“Está la otra parte del tratamiento que es el uso de medicamentos que son para arralar la sangre para que no se coagule y unos oxigenadores de sangre que cumplen la misma función”, destacó.
Doña Catalina lo sabe
En en julio del 2015, Catalina Solís, quien ahora tiene 54 años sufrió un infarto cerebral que casi acaba con su vida.
Ella dijo a La Teja que después de ser atendida por lo médicos se enteró que había pasado con los síntomas durante dos años.
“Me mareaba bastante, se me dormían las piernas y los brazos, en los últimos meses pasaba vomitando, yo pensaba que era algo normal por mi edad pero no fue así, era algo más grave”, destacó.
Cuenta que no recuerda nada de aquel día, pero que no hay un solo instante después de eso en el que no piense que estuvo a punto de morir.
“Por lo que me cuentan, yo estaba con mi esposo y una hija, eso fue en la tarde, me desmayé y después de eso me desperté en el hospital sin saber qué me había pasado”, contó.
El derrame le ocasionó una pérdida de movilidad en la boca y en la mano izquierda, que según cuenta, ahora es mínima.
“Quedé con secuelas, al principio se notaba mucho porque no podía hacer movimientos normales y me costaba hablar, tuve que hacer terapia casi un año, pero estoy recuperada. Ahora hago ejercicio, bajé 14 kilos y me alimento mejor”, mencionó.
Los especialistas recomiendan hacer actividad física, consumir frutas y verduras, además de evitar consumir drogas.