Ernesto Campos Matarrita falleció a los 35 años debido al covid-19. Él era un hombre saludable, sin factores de riesgo, pero el virus le causó una neumonía que en menos de dos semanas acabó con su vida.
Él falleció un día antes de que llegara al mundo su hijo, Eithan Samuel, a quien esperaba con mucha ilusión y una alegría enorme.
Feve Arguedas vivía hacía dos años y medio con Ernesto. Ellos se conocieron en una verdulería en la que él trabajaba, se enamoraron y se hicieron inseparables.
“Fuimos muy felices, él era amoroso, trabajador, buen papá, era único. Es muy duro saber que ahora debemos continuar nuestra vida sin él. Mi bebé es mi consuelo, siento que tengo un pedacito de Ernesto, porque se parece muchísimo a él”, dijo la dolida mujer.
Campos era muy pulseador, ya que era taxista informal, tenía una pequeña pizzería en su casa y cuando le salía algún trabajito no dudaba en agarrarlo porque quería darle lo mejor a su familia.
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Empezó el calvario
Feve dice que el 25 de julio, Ernesto empezó con unas fiebres muy extrañas y un día después comenzó a sentir dolor de cabeza y de glándulas por lo que fue a una farmacia y ahí lo inyectaron.
“Él seguía mal y días después fue a la clínica de Cariari, donde lo volvieron a inyectar y lo mandaron para la casa. En esos días estuvo haciendo gárgaras de agua con sal y manzanilla, por ratos se sentía mejor y luego volvía a empeorar. El sábado primero de agosto siguió mal y empezó a vomitar sangre por lo que volvió a ir para la clínica y como lo vieron mal lo mandaron al hospital de Guápiles.
“En ese momento él ya tenía dificultad para respirar y le hicieron una prueba de covid que dio positivo, después lo mandaron para San José y lo internaron en el CEACO. Nosotros hacíamos videollamadas, pero cada vez él estaba peor y le costaba más hablar. Un día me dijo que le iban a poner un ventilador y esa fue la última vez que nos comunicamos”.
Poco después, Arguedas empezó a sentir una tos leve y decidió llamar al Ministerio de Salud para decir que ella era esposa de un hombre que tenía covid, que estaba embarazada y que su cesárea estaba programada para el 11 de agosto.
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“Me fueron a recoger a la casa y me llevaron al hospital de Guápiles, me hicieron la prueba y dio positiva, pero gracias a Dios yo tenía síntomas muy leves, por lo que me hicieron unos exámenes y luego me mandaron para la casa a cumplir la cuarentena. El 11 de agosto me fueron a recoger a la casa, me llevaron al hospital de Guápiles y mientras yo estaba ahí Ernesto murió, pero no me dijeron nada por recomendaciones médicas.
“Al día siguiente me llevaron al hospital Calderón Guardia y me hicieron la cesárea, mi bebé nació un día después de lo que estaba programado, pero todo salió bien. El 13 de agosto una sicóloga del hospital llegó y me dijo que mi esposo había muerto, fue terrible”, relató.
Lo cremaron
Ana Campos, hermana de Ernesto, dijo que para ellos fue terrible saber que su hermano había muerto sin poder conocer al bebé que tanto amaba.
“Él tenía tantas ilusiones y tantas metas en la vida, estaba feliz porque su otro hijo, de 17 años, estaba viviendo con ellos, por lo que sentía a su familia completa.
“Tenía una pequeña pizzería dentro de la casa y me había contado que quería hacer una construcción en el patio para ponerla ahí. Siempre me decía que ya quería conocer a Samuel, soñaba con que se pareciera a él y de verdad que se parece mucho”, relató Campos.
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La allegada dijo que fue muy duro el tener que ocultarle a su cuñada la muerte de Ernesto.
“Cuando él murió no sabíamos qué hacer, pero en el CEACO nos apoyaron mucho y nos dijeron que lo mejor era no decirle a Feve para que estuviera tranquila en la cesárea y así lo hicimos.
“Tomamos la decisión de cremarlo y yo tengo las cenizas aquí en mi casa. Vamos a esperar a ver qué decide hacer la esposa”, añadió.
Ana dice que su papá ha estado muy dolido por lo sucedido, pero se mantiene fuerte, mientras que a su mamá si se le dio mucho la muerte de Ernesto, por lo que llora mucho.
“No nos queda más que aferrarnos a los recuerdos bonitos que tenemos de mi hermano, él siempre fue una persona alegre y amaba cantar, siempre andaba con su parlante y su micrófono en todas las actividades familiares, sus favoritas eran las canciones rancheras románticas.
“Era muy querido por todos por esa forma de ser tan especial que tenía. Nosotros crecimos en Guácimo y ahí muchas personas lo quieren mucho y están muy dolidas por su muerte”, dijo Campos.
Los familiares del fallecido están muy agradecidos con el personal del CEACO, ya que saben que lucharon por salvar a Ernesto hasta el último momento.