La Teja acompañó a Liga Deportiva Alajuelense en el partido que disputó ante el New England Rolution por Concacaf, el pasado miércoles 6 de marzo, pero antes del juego sacamos un ratico para visitar una tica bella y redonda, que según nos contaron “da clases” en la mundialmente prestigiosa universidad de Harvard.
Como la Liga jugó en Boston y Harvard queda en la misma ciudad estadounidense, nos convencimos de que era la oportunidad perfecta para ver si lo que nos habían dicho era una leyenda urbana, un cuento chino, un invento de algún tico que quería pasarse de listo o era una historia de la vida real.
Cuando a uno le dicen que en esa excelentísima universidad hay una tica dando clases, pues no se duda de eso porque ya hemos tenido grande costarricenses, como Franklin Chang, Christiana Figueres y Sandra Kauffman, impartiendo lecciones en grandes centros educativos del planeta.
A pesar de esa rica historia de ticos en el mundo dando lecciones, no les vamos a mentir, nos fuimos 50-50.
Sí creíamos, pero también sentíamos que el esfuerzo de dejar un ratico a la Liga para irnos en busca de la leyenda podría terminar en nada.
Nos da pena, pero les tenemos que contar que como buenos ticos, y eso no lo puede negar nadie, a uno no le gusta embarcarse solo, si lo van a agarrar de chancho a uno, mejor es que agarren a dos, entonces nos llevamos a un tico que vive en Boston, don Eduardo Araya, quien fue jugador de fútbol de primera división a finales de los ochentas, incluso jugó en primera con la propia Liga.
Lo primero que hizo don Eduardo cuando lo tratamos de embarcar fue pegarnos un gancho al hígado durísimo. “Le voy a ser muy sincero, yo tengo muchos años aquí en Boston, he ido a Harvard y jamás he escuchado de esa bella gorda de la que usted me habla. Yo creo que lo agarraron de mae”, nos dijo muy serio.
Ese golpazo en serio casi nos hace abandonar la misión y dedicarnos por completo a la presencia de Alajuelense en Boston para el partido que el pasado miércoles perdió 4-0 contra el New England Revolution.
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No nos pregunten por qué, ya que no sabemos, bueno sí sabemos, los periodistas somos majaderos y cuando se nos mete algo entre ceja y ceja somos bien cabezudos, por eso, le preguntamos a don Eduardo: “¿Usted ha recibido clases algún día en Harvard?”.
“La verdad no. He venido a otras cosas, pero jamás he estado por sus aulas. Pero sí le cuento que he andado demasiado por los jardines de Harvard como para que usted me salga con que hay una gorda bella que es mi compatriota y yo no la conozca”, nos respondió ya casi que enjachándonos.
¡Bella y hermosa!
Fue cuestión de un segundo y tomamos la decisión final: Sí vamos. Don Eduardo nos volvió a ver como diciendo, La Teja está perdiendo el tiempo; sin embargo, con mucho cariño de un tico ayudando a otro tico, nos abrió la puerta de su carro y nos llevó.
Nosotros habíamos escuchado que la bella gordita estaba en uno de los jardines de Harvard y sabíamos muy bien a qué lado teníamos que ir.
De una vez les decimos que esa universidad de Boston es gigante, a pie ni loco caminarla porque es en verdad supergrande, por eso en Waze pusimos un destino: “Peabody Museum of Archaeology and Ethnology”.
Cuando llegamos al Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, sabíamos que no debíamos abrir la puerta de entrada sino ponernos de frente a esa puerta y agarrar a mano derecha y fue ahí, cuando volvimos a ver a la derecha, que nos “saludó” la “profesora gordita y bella de Harvard”.
Exhibiéndose con toda su belleza nos encontramos una esfera de piedra 100% costarricense, más tica que cualquiera, “dando clases” de cómo los ticos podemos lucirnos en cualquier parte del mundo.
Por supuesto que, otra vez como buenos ticos y ahora con demasiada malicia indígena, volvimos a ver a don Eduardo para no perder nuestro segundo de gloria y le dijimos: “¿Entonces no había una esfera de piedra tica en Harvard?”. No pudo responder porque estaba con la boca abierta.
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Pues sí familia de La Teja, le llegamos. La visita de la Liga a Boston nos alcanzó para ubicar una de las pocas esferas de piedra costarricenses que hay fuera del país, o sea, es como encontrar una aguja en un pajar.
Llegó en 1966
Ya con la gordita frente a nuestros ojos, nos dijimos, esto nos lo explica y bien clarito una persona que conocemos perfectamente, la antropóloga y arqueóloga Ifigenia Quintanilla, experta en las esferas de piedra ticas y quien actualmente es la directora del Museo Nacional.
No solo es experta en estas esferas, las ama con todo su corazón desde que las conoció en sus primeros cursos universitarios. Incluso antes, porque ya desde niña se escapaba de la casa, en su natal Pozos de Santa Ana, para irse a meter al Museo de Jade, totalmente enamorada de nuestra historia precolombina.
Lo primero que hicimos fue decirle a doña Ifigenia que estábamos en Boston, Estados Unidos, después le mandamos un par de fotos y le dijimos: “Vea donde estamos, será que usted sabe por dónde es”.
Como buena “mamá”, ya que las ha estudiado con pasión por años, de una vez nos dijo: “¿Están en Harvard? ¿Qué hacen ahí? ¿Cómo está la esfera? ¿Está conservada? Es que yo cuando la vi fue con nieve en arriba ¿Cómo está?”.
Orgullosamente hermosa
Le explicamos que la esfera está preciosa y sanita. Se nota que en Harvard la cuidan muy bien y que le tienen su “casita”, un pequeñito jardín, bien cuidado.
No la esconden, al contrario, esta en un lugar privilegiado sobre una de las calles principales del centro universitario bostoniano.
A partir de ahí, doña Ifigenia nos explicó una gran cantidad de detalles de esta universitaria esfera, por ejemplo, que mide unos 109 centímetros de diámetro y que fue fabricada en un tipo de piedra llamado gabro, al igual que la mayoría de las esferas ticas.
“Su superficie es lisa y un poco lustrosa. Al observarla se nota que ha sido cuidada y que su ubicación, por más de 45 años en un clima con fuerte estacionalidad, no ha hecho mella en su conservación.
“Al contrario, está en mucho mejor estado que muchas de sus compatriotas que no salieron de Costa Rica”, explica la arqueóloga.
Más de 500 esferas de piedra costarricenses han sido ubicadas en el sur del país, en lo que se conoce como Delta del Diquís (donde confluyen el río Sierpe y el río Grande de Térraba), en la península de Osa y también en la isla del Caño. Toda esta zona pertenece al distrito de Sierpe, en el cantón de Osa.
“La serie de sitios arqueológicos incluidos en la nominación ‘Asentamientos precolombinos cacicales con esferas de piedra del Diquís’ fue inscrita en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco en la 38º reunión del Comité de Patrimonio Mundial celebrada en Doha, Catar, en junio de 2014″, explica el Museo Nacional.
Ahora les dejamos esta pregunta: ¿A esta esfera de piedra se la llevaron engañada a Estados Unidos con la promesa de volver y nunca más regresó? Esa respuesta se la daremos en la siguiente nota.