Al igual que cientos de escuelas en el país, la de Cedral de Aserrí volvió a abrir sus puertas el pasado jueves con el inicio del curso lectivo 2022 de forma presencial, solamente que este centro educativo se diferencia de los demás pues solo cuenta con seis alumnos y todos son nicaragüenses.
Esta escuelita unidocente es reflejo de la diversidad cultural que convive en nuestro país y que le brinda oportunidades a todos por igual.
Sus familias salieron de Nicaragua buscando mejores oportunidades de vida y una mejor educación para sus hijos, por lo que varios años después de haber emigrado la encontraron en esta comunidad ubicada en las montañas aserriseñas.
Los seis güilas son: Mauricio Sánchez, Óscar Marín y su primo Bryan Urbina, todos de sexto grado; las hermanas Esmelda e Ivannia Jarquín que cursan el quinto grado y José Jarquín en tercer grado (primo de las chiquitas).
Todos comparten la única aula de la institución y escuchan atentos las enseñanzas del maestro Luis Alberto Chinchilla desde hace un año.
“Tenemos una comunidad tica con una población estudiantil completamente nicaragüense integrada por seis niños que pese a que unos tienen más tiempo que otros de estar estudiando, en todos he notado un arraigo hacia nuestras instituciones”, contó el maestro.
El educador agregó que los menores sienten gusto por la escuela tica y no conciben que se compare con la de su país, sin menospreciarla.
“Se sienten a gusto y tratan de cumplir las expectativas curriculares. Ellos se desenvuelven, trabajan, se esfuerzan al máximo y tienen una sólida formación en valores que la escuela contribuye a cimentarlos”, agregó don Luis.
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Cedral
La comunidad de Cedral arriba está conformada en su mayoría por fincas, con trabajadores humildes y sus familias que se dedican a las labores agrícolas, trabajos que atrajeron a los padres de estos seis niños tiempo atrás.
“Son niños muy sensibles, educados, cariñosos receptivos, dispuestos a aprender, muy espontáneos y deseando absorber todo lo que puedan, eso hace la dinámica en el aula bastante bonita porque el tiempo de trabajo que es de siete de la mañana a 1:15 de la tarde, por lo que se hace corto y no alcanzan las ocho lecciones”, explicó el maestro.
Chinchilla agregó que son familias muy esforzadas y cercanas a la escuela, que están involucradas en un 100%, de forma consciente y responsable con la crianza de sus niños, ya que los llegan a dejar en la mañana y a recogerlos, aunque tengan 12 años y que el recorrido no sea tan lejano, como en el caso de Óscar y Bryan, quienes deben caminar unos 10 a 15 minutos a ritmo pausado para asistir a lecciones.
En el caso de las hermanas Jarquín, ellas deben desplazarse hora y 20 minutos de la casa a la escuela si van caminando, si su papá puede conseguir el carro de la empresa prestado, ese tiempo se reduce a 25 minutos.
“Inclusive, es un poco doloroso porque cuando la escuela convoca a reunión de padres de familia, la mamá de Esmelda e Ivannia tiene que hacer dicho recorrido a pie y con su hijo de año y medio alzado. Son personas que se esfuerzan mucho por darle a sus hijos una mejor educación y están anuentes a acercarse a la escuela sin importar cómo, lo que refleja el interés por la formación de sus niños”, agregó don Luis.
Mejor preparados
Yessenia Zeledón es la madre de Mauricio Sánchez, de 11 años, y nos contó que en junio próximo van a cumplir cinco años de estar en nuestro país.
“Para mí la educación de Costa Rica es mejor porque les enseñan cosas como computación, religión e inglés y allá es muy difícil que les den eso, así que aquí les dan más herramientas para el futuro”, explicó la madre.
Su hijo mayor, Elvin Sebastián, de 14 años, se graduó de esta escuelita y ahora está iniciando el noveno año.
“Nosotros caminamos a diario como 45 minutos, cruzamos un potrero para salir a la carretera y de ahí agarramos para la escuela”, explicó doña Yessenia.
Mauricio, como cualquier niño de su edad, es juguetón, le gusta compartir con sus compañeros y a veces hasta va a las casas de sus compañeros de clase.
Estos dos últimos años que las clases fueron en su mayoría de forma virtual, la familia debió adquirir un plan de Internet porque estar recargando saldos, les salía muy caro y se terminaba rapidísimo, según nos contó Yessenia.
“Al principio comenzaron a mandarles trabajos impresos para que estudiaran y luego les prestaron la computadora de la escuela y por eso contratamos el plan de Internet”, contó la mamita.
En el caso de los primos Óscar y Bryan, ellos tienen cuatro años de haber llegado al país junto a sus padres.
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“Aquí también está muy atrasada la educación porque en los últimos cuatro años, primero se dio lo de las huelgas y luego por la pandemia por lo que creo que necesitan un poco más para profundizar más en la enseñanza a nivel nacional”, explicó Óscar Marín Urbina, padre de Óscar y tío de Bryan.