El caso que se dio en Tres Ríos de La Unión en el que un funcionario de Salud fingió ponerle una vacuna anticovid a un viejito de 82 años golpeó con fuerza la confianza de la gente.
Pese a que el sospechoso fue suspendido de su cargo y las autoridades dijeron que cambiarán el protocolo de aplicación del medicamento, ya muchas personas que fueron vacunadas dudan si en realidad les pusieron el producto.
El epidemiólogo Yayo Vicente describe la acción del trabajador como una canallada y una falta de respeto.
“Esto fue un golpe bajo para un sistema de salud, que se ha esforzado muchísimo. Pone en duda el trabajo de muchos trabajadores honestos que durante la pandemia se han sacrificado para salvar vidas. Lo que ese funcionario hizo no tiene perdón de Dios, si ya de por sí mucha gente no quería vacunarse, ahora serán más las que se nieguen a hacerlo en momento en los que urge que la población se aplique el medicamento.
“La vacuna sí funciona, casos como el de Israel, en el que ya mucha gente está vacunada; Chile y algunas partes de Estados Unidos, demuestran que cuando se alcanza la inmunidad de rebaño los contagios bajan y la situación se controla. Es necesario que la gente entienda que aunque se vaya lento es urgente que la vacunación siga”, aseguró el especialista.
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Gran pregunta
Ante el comportamiento del trabajador investigado saltan muchas preguntas, como ¿por qué no vacunó al adulto mayor? o ¿qué pretendía hacer con esa dosis del medicamento?
Vicente dice que son varias las hipótesis y que todas deben tomarse en cuenta en la investigación.
“Así como muchas personas, por ignorancia, no quieren vacunarse, otras hacen barbaridades para hacerlo antes de tiempo. Se ha hablado de venta de vacunas en el mercado negro en otros países, pero no necesariamente tenemos que ir hasta ese extremo. No sabemos cuál el caso en esta situación, pero de fijo estas personas manejan mucha ansiedad porque aplican una vacuna que muchos desean y quizá hasta les piden de forma ilegal”, dijo.
El epidemiólogo Juan José Romero, de la UNA, coincide con Yayo Vicente en que, de momento, no se puede descartar nada.
“Se podría pensar en el mercado negro, gente sin escrúpulos que negocia con medicamentos muy cotizados en este momento y el daño va mas allá, ya que en este caso estamos hablando de una vacuna de la empresa Pfizer que tiene un estricto control en cuanto a la temperatura y que por la manipulación podría ser que cuando llegue a las manos del usuario final ya ni tenga el efecto deseado.
“Podría ser que una persona así piense en beneficiar a su propia familia o a un conocido que aún no está pronto a vacunar y le haya pedido que le consiguiera el medicamento. También podría ser un infiltrado que no cree en las vacunas y quiera hacer un daño al no vacunar a las personas. Hay que pensar en todo, incluso que sea alguien que no esté bien de la cabeza”, dijo.
El enfermero sospechoso está bajo investigación tanto por parte de la CCSS como de la Policía Judicial, ya que también enfrentará un proceso penal.