Estoy muy emocionado y debo confesar que incluso me siento un poco inquieto. No es todos los días que uno puede sentarse a conversar con un asesino en serie.
Cuando uno revisa las estadísticas y se da cuenta de que este personaje, solito, ha provocado la muerte de más de millón y medio de personas en todo el mundo, podrían darle a uno ganas de dar media vuelta y olvidar la entrevista.
Sin embargo, el deber llama y esta es una oportunidad única para acercarnos a esta criatura e intentar comprender un poco más cuáles son sus intenciones.
La reunión ha sido fijada para un lunes en la mañana, justo después de un fin de semana en el que la gente salió como loca a comprar todo tipo de cosas para las fiestas navideñas.
Hubo y hay pelotas de gente en todos los centros comerciales y los restaurantes, sodas y comercios que venden comedera reportan que las ventas han ido en aumento, por dicha, el problema son los molotes.
Los bares han estado abiertos y la juventud se ha tirado a pista, sin mascarilla, cerveza en mano, para desestresarse y para disfrutar de un buen rato con los amigos. El consumismo va de la mano con el individualismo egoísta: mientras yo esté bien y esté disfrutando, poco me interesan los demás.
Me han llegado muchos comentarios sobre las cosas que la gente dice en la calle y aparentemente son varias las personas que repiten una cantaleta descabellada y absurda: “¿Cuál pandemia, cuál pandemia?”
Claro, esto lo dicen las personas que no tienen a un familiar cercano (tal vez a su abuelo o a su papá) internado en el hospital. Esto lo dicen las personas que no han tenido el sufrimiento de saber que en cualquier momento puede sonar el teléfono y que sea el médico o la enfermera del hospital para dar una noticia fatal.
Al llegar al sitio de la entrevista, me encuentro al personaje del año muy tranquilo, incluso indiferente. Me siento en una silla manteniendo la distancia, consciente de que tengo bien colocada mi mascarilla y una careta por si acaso. Al covid-19 no se le extiende la mano ni tampoco hay que insistir con las cortesías habituales. Vamos a hablar claramente, sin ningún tipo de pretensión.
¡Buenos días!
…. (no hay respuesta)
Mi nombre es Marco Vinicio Boza y quisiera hacerle algunas preguntas, si no le molesta.
…. (no hay respuesta)
Para empezar, veo que es usted un virus muy pequeño y sin embargo es usted muy poderoso y destructivo.
Nosotros los virus somos más bien débiles y resulta fácil eliminarnos cuando estamos fuera de las células de las personas. Cuando nos metemos dentro de su cuerpo, son ustedes los seres humanos los que nos duplican varios cientos de miles de veces y nos dan el poder.
Nuestra fuerza está en la unión, en el trabajo de muchos al mismo tiempo, nosotros los virus sabemos que para sobrevivir tenemos que mantenernos unidos y producir el máximo número de copias de cada uno de nosotros.
Este es el secreto de nuestra fortaleza: trabajar juntos, formar equipos de trabajo con la misma meta. A nosotros los virus nos encanta que ustedes los seres humanos sean tan individualistas y tan egoístas porque eso evita que se unan para eliminarnos.
Sus primos, los antiguos coronavirus que viven en Costa Rica desde hace más de 100 años, solo producen catarros y resfriados comunes. ¿Por qué los coronavirus más jóvenes como usted son tan destructivos?
En realidad nosotros no queremos ser dañinos. A nosotros nos interesa que el humano enfermo no se muera porque al morirse nos mata a nosotros. Lo que nos interesa es que los humanos se pasen la enfermedad una y otra y otra vez. De esa manera siempre habrá algunos de nosotros sobreviviendo y ayudándoles de paso a ustedes a fortalecer su aparato inmune.
Usted siempre habla en plural, ¿por qué?
Porque la fuerza de los virus está en la unión de muchos. Un único virus no es capaz de enfermar a nadie, pero cuando somos muchos los que vamos juntos, logramos nuestro propósito. Juntos somos más poderosos.
Dicen que usted fue creado en un laboratorio, como un Frankenstein chiquitico.
¡Deje de leer tanta novela de ficción! Para empezar, ustedes los seres humanos han provocado un montón de problemas ambientales y han invadido bosques y territorios salvajes. Ahora se asustan por las cosas que ustedes han provocado. Hay miles de virus que viven en los animales salvajes y es lógico que algunos de ellos quieran pegar un brinco y adaptarse a los humanos cuando los humanos andan cerca.
Usted dice que no les sirve que el huésped se muera, ¿eso significa que algún día usted será un virus más benigno?
Sí, es muy posible. Esa es nuestra intención, pero mientras tanto, si usted quiere ayudarnos, dígale a la gente que no guarde la distancia, que boten las mascarillas a la basura y que no se laven las manos. Si ustedes se siguen enfermando, ese es su problema. Nosotros lo único que queremos es sobrevivir.
¿Y no le preocupa que ya estemos desarrollando sueros especiales, anticuerpos especiales y hasta vacunas para eliminarlos?
— En realidad, esas cosas no nos preocupan. Ustedes los seres humanos son tan poco solidarios que siempre habrá personas que se enfermen porque alguien dejó de cuidarse. A nosotros nos encanta que ustedes se descuiden y que digan eso que ustedes dicen: “De por sí, de algo hay que morirse”.
Sabe que gracias a ustedes hemos reencontrado muchas cosas que habíamos perdido, como disfrutar de la vida en familia y fortalecer valores humanos como la solidaridad y la compasión.
Diga lo que quiera, ¡no me impresiona! Al fin de cuentas después de un tiempo todos ustedes se aburren y empiezan a cometer los mismos errores de siempre y vuelven a las mismas malas costumbres que permitieron que nosotros nos viniéramos a vivir a las ciudades.
¿Qué le parece a usted el pueblo costarricense? ¿Podríamos terminar esta entrevista con algún comentario sobre lo que usted ha visto?
Miles de costarricenses compraron miles de rollos de papel higiénico cuando llegamos a este país. Siempre nos hemos preguntado para qué lo hicieron, pero también nos ha molestado mucho que hayan aprendido tan rápido nuestros secretos y que sepan cómo evitarnos y cómo erradicarnos.
¡Muchas gracias por su tiempo!
… (no hay respuesta)
… (me pongo de pie para irme)
Espere, antes de irse, llévele un mensaje navideño a todos los humanos. Dígales que sigan saliendo a la calle en grupos de amigos, que lo de la burbuja es puro cuento y que las mascarillas dan cáncer, que no las usen nunca más.
¡Feliz Navidad, queridos lectores, y que en el 2021 aprendamos a vivir mejor!