El tremendo sabor de la cuchara costarricense está más que presente en Nueva Jersey, gracias a que una madre y su hija abrieron un pequeño local que es bien grande en sabor y alegra los días de ticos y norteamericanos en Estados Unidos.
Doña Soledad Gomero Marín, una zarcereña de la pura cepa (es del barrio Alto Castro) y su hija, Kenlly Bolaños, son las responsables de que el gallopinto, la olla de carne y los sabrosos picadillos de papa con carne molida, sean las delicias que todos los días se venden en su negocito, el cual nació sin querer queriendo justo en tiempos de pandemia.
Nos cuenta desde Nueva Jersey doña Soledad, quien tiene 60 años y hace 32 emigró al norte, que la comida tica no era lo suyo, que si bien fue criada en la pura tradición zarcereña, nunca se imaginó con un restaurante.
Antes de irse para Estados Unidos trabajó en Grecia en una tienda de ropa americana, recuerda que fue la segunda que se abrió en ese cantón allá por 1992. En realidad le iba bien; sin embargo, por asuntos familiares tomó la decisión de irse del país en busca de un mejor futuro.
Sabía que al llegar a Estados Unidos le iba a tocar trabajar en lo que fuera, por eso arrancó limpiando casas y cortando pelo, porque aquí aprendió estilismo y quiso aprovechar ese aprendizaje para ganarse unos cinquitos más.
LEA MÁS: ¿Sabía que el abuso del acetaminofén le puede ocasionar un grave daño?
Poco a poco el estilismo le fue haciendo ganar clientas y cuando se dio cuenta había dejado el tema de limpiar casas y hasta puso un salón de belleza porque se apuró a sacar la licencia estadounidense en estética.
“Nunca me he ido de Nueva Jersey. Mi salón, el cual tuve por 20 años poco a poco se convirtió en el salón de belleza de los ticos. Me encantaba recibir a mi gente, siempre ha sido una forma de sentirme como en casa.
“Fueron 20 años maravillosos que me consolidaron un negocio, pero la salud me cobró factura. Un dolor de espalda crónico me obligó a tomar la dura decisión de cerrar el salón, no quería, pero la salud está primero”, comenta la zarcereña, quien tiene 5 hijos y 9 nietos.
Solidaridad
El cierre del salón de belleza casi que llegó cuando arrancó la pandemia del covid-19, en el 2020. El mundo entero se frenó y a doña Soledad digamos que le sobraba tiempito en el día por eso junto a su esposo, don Rodolfo Gomero, se dieron cuenta que podían ayudar y mucho a personas contagiadas por el coronavirus que no podían salir de sus casas ni a comprar jamita.
“En mi casa siempre hemos sido cristianos, de ir a la iglesia y ayudar en lo que se puede, por eso, aprovechando que tenía el local del salón de belleza vacío, comenzamos a recibir comida para llevarle a quienes no podían salir a comprar y hasta me puse a cocinar”.
Toda la vida cocinó a la zarcereña, entonces, a la hora de prepararle la jamita a quienes necesitaban les hacía lo que ella había aprendido en su tierra: gallopinto, picadillos, ollita de carne.
“Cuando pasó lo más duro de la pandemia a mucha de la gente que le llevamos comida hecha nos buscó para que le vendiéramos porque les encantó lo que les preparé. No fue algo que se planeó, no tenía ni idea que me iban a buscar, yo colaboré por amor a Dios y de un pronto a otro me di cuenta que había un bonito negocio que me podría ayudar”, recordó.
Huracán
Con tremenda ilusión, sacando de sus ahorros y llena de sueños, doña Soledad tomó la decisión de abrir un restaurante junto a su hija y su yerno, David Díaz, quien también es tico. El plan fue vender solo comida típica costarricense. Le dedicó varias semanas a alistarlo, lo dejó muy a la tica y soñando en grande el 26 de agosto del 2021 abrió de par en par las puertas de su nuevo emprendimiento.
“Justo ese 26 de agosto del 2021 un huracán golpeó la zona donde estaba el restaurante. El mismo día que abrimos con tanta ilusión el huracán provocó tremendas inundaciones y toda la inversión se perdió. No teníamos seguro así que las pérdidas fueron totales.
LEA MÁS: ¿El marchamo digital podría servir para hallar un carro robado? Expertos responden
“El golpe fue durísimo, pero en la familia nos decidimos a ver para adelante y no dejarnos derrotar. Viviendo un día a la vez volvimos a luchar por arreglar todo para intentar abrir el negocio. Sabíamos que no nos podíamos dejar vencer”, contó.
Reconoce doña Sole que les ha ido muy bien. Cuenta que hay momentos en que se asustó de la cantidad de gente que los visita y come ahí o pide para llevar. El local en muchas ocasiones se queda pequeño para tanto tico y estadounidense que quiere disfrutar lo que hacen.
“Por supuesto que el platillo por excelencia que más me piden es el gallopinto, ese le gusta a ticos y extranjeros por igual, pero también la olla de carne, el guiso de pollo, la sopita de garbanzos.
“Sabe que me piden mucho también, empanadas de queso, de frijol y las tortillas a la sole, que son rellenas de queso con carne. Tamales tengo que hacer casi siempre, hago ticos y peruanos porque mi esposo es peruano y aprendí a hacerlos. Al estadounidense le encanta el gallopinto con salchichón o huevo frito”, comenta.
Ya sabe, si se da la vuelta por Nueva Jersey, vaya a la siguiente dirección, 404 S. Main Street, o bien llame al restaurante al 1 908-392-6254, le confirmamos que tendrá garantía de buena jamita al mejor estilo tico