Para Tatiana Ayala abrazar a su bebita Camila, de cuatro meses, es la prueba de un milagro ya que el covid-19 estuvo a punto se separarla de ella cuando aún la tenía en el vientre.
A las 25 semanas de embarazo, Tatiana se contagió de coronavirus y fue a dar a cuidados intensivos. Luego, a las 28 semanas, la salud de Tatiana se volvió a complicar y tuvieron que hacerle una cesárea.
Camila estuvo internada en cuidados intensivos 95 días, pero la guerrera se fue fortaleciendo y ahora ya está en casa con la familia que tanto la ama.
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“Para mí, ver a mi bebé bien después de todo lo que pasamos es una bendición muy grande. Ella es un milagro desde la concepción porque mi esposo y yo pasamos siete años esperándola y llegamos a creer que nunca llegaría, pero los planes de Dios son perfectos”, dice Tatiana.
Ella es tica, pero vive en Washington, Estados Unidos. Se casó hace ocho años con el mexicano Miguel Ayala y pasaron momentos de mucha angustia porque no llegaba el hijo que tanto querían.
“Al pasar el tiempo y ver que no llegaba nuestro bebé nos hicimos exámenes aquí, en Estados Unidos, también fuimos a revisarnos a México y en los dos países nos dijeron que todo estaba bien. Yo voy todos los años a Costa Rica a pasear y en el 2019, cuando fui, me revisó el ginecólogo Kay-Uwe Sander Mangel y él me detectó una endometriosis y me mandó tratamiento”.
Una endometriosis se da cuando el tipo de tejido que normalmente recubre el útero, crece en algún otro lugar y puede causar infertilidad.
“En el 2020 se vino todo lo de la pandemia y mi esposo y yo estuvimos sin trabajar tres meses. En ese tiempo buscamos información sobre adopciones porque ya estábamos resignados”, recuerda Tatiana.
Pero en mayo llegó la gran sorpresa: estaba embarazada.
Mucho sufrimiento
Cuenta Tatiana que durante el embarazo todos en la casa extremaron las medidas sanitarias para evitar contagios de covid-19. Apenas llegaban se bañaban, todos los días desinfectaban el carro, entre otras cosas, pero aun así el virus los alcanzó.
“El lunes nueve de noviembre empecé con los síntomas y en cuestión de cinco días ya había experimentado fiebre, tos, perdí el gusto y el olfato. Tenía dolor de cuerpo y dificultad para respirar, así que mi esposo me llevó al hospital; él y mi mamá también estaban contagiados, pero no necesitaron atención médica.
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“El domingo quince de noviembre, cuando llegué al centro médico, empeoré y ese mismo día me pasaron para cuidados intensivos. Antes de llevarme una doctora me dijo que debía firmar un consentimiento porque si llegaban a intubarme me tenían que hacer una cesárea de emergencia; cuando iba para cuidados intensivos rogué a Dios por la bebé que tenía en el vientre, ella era mi milagro y ahora existía la posibilidad de perderla”.
La tristeza era enorme.
Tatiana estuvo cinco días en la UCI y tres días más en recuperación, pese a que llegó a necesitar el 80% del oxígeno artificial no tuvieron que intubarla.
“Cuando llegué a mi casa sentía un gran alivio, fueron pasando los días y el tres de diciembre amanecí con la presión alta y tuve que ir de nuevo al hospital”.
Bebita valiente
Los médicos le dijeron a la tica que el coronavirus le había dañado mucho la placenta y lo más probable era la necesida de una cesárea de emergencia.
“Fue muy proceso complicado, yo tenía insuficiencia cardíaca como secuela del coronavirus y eso me ponía en riesgo también. El once de diciembre, con apenas seis meses de embarazo, nació Camila y pesó apenas 870 gramos.
“Cuando la sacaron la escuché llorar, pero no pude conocerla porque en una prueba de covid-19 que me habían hecho vieron que seguía dando positivo. El virus no solo me quitó la posibilidad de ver a mi bebé al nacer, hizo que no pudiera tenerla en mi pecho durante los primeros ocho días de vida. No pude tener mi baby shower, ni mi sesión de fotos para el recuerdo. El covid-19 me arrebató el último trimestre de embarazo”, expresó.
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La bebé estuvo en cuidados intensivos más de tres meses y en todo ese tiempo, como buenos papás, Tatiana y Miguel, estuvieron cerca de ella dándole fuerza por medio del amor.
La tica aún tiene secuelas por la enfermedad, además de la insuficiencia cardíaca --que se está controlando-- también siente dolores de cabeza y en las articulaciones y si camina rápido o sube o baja gradas se agita muy rápido, pero el tener a su milagro con ella le da fuerzas para seguir reponiéndose.
“Yo le digo a la gente que se cuide mucho, sobre todo a las mujeres embarazadas para que no les pase lo mismo que a mí. El coronavirus es muy peligroso aunque algunos no lo vean así”.