Pasar dos años en sus casas debido a la pandemia causó que muchos estudiantes regresaran a las aulas cargados de violencia y afectados emocionalmente.
Según datos del Ministerio de Educación (MEP), durante todo el 2019 se reportaron 105 situaciones de violencia; en el 2020, cuando los niños y los jóvenes fueron solo unos días a clases presenciales, se dieron 13.
En el 2021, cuando el curso lectivo fue combinado entre la virtualidad y la presencialidad, se reportaron 27 y este año, en apenas un mes de clases, ya se cuenta con 35 informes de encontronazos entre estudiantes. En nueve de esos casos fue necesaria la intervención de personal del centro educativo.
En las semanas recientes hemos conocido varios casos de pleitos entre estudiantes; el más serio fue el jueves 17 de marzo, cuando un montón de colegiales del Instituto de Alajuela se agarraron a golpes peleándose una plazoleta interna del centro educativo.
El alboroto fue tal que llegó la Fuerza Pública. La Cruz Roja atendió a 23 estudiantes, muchos con golpes leves y otros, especialmente jovencitas, presentaban crisis nerviosas.
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La sicóloga Ingrid Naranjo Ugarte, vocera del Colegio de Sicólogos y promotora de salud, dice que la agresividad que están demostrando estudiantes podría tener su origen en varios factores vividos durante los dos años anteriores en los que, debido a la pandemia, todos tuvimos que pasar períodos de encierro en la casa.
“Las investigaciones que se han hecho, y se siguen haciendo por el impacto de la pandemia en la salud mental, hablan de cómo el confinamiento, el distanciamiento físico, el entorno y las situaciones familiares que se vivieron podrían causar un descontrol en los impulsos de los niños y los jóvenes, un descontrol en sus emociones”, explica Naranjo.
“Hay lugares en los que había muchas personas en un espacio pequeño y les tocó pasar todo ese tiempo con un agresor, por lo que fueron víctimas y testigos de violencia. La gente no estaba preparada para el control de sus emociones en esas circunstancias tan especiales de la pandemia de estar todos en casa todos los días de la semana”, añadió.
Violencia aprendida
El sociólogo Arnoldo Mendoza concuerda con la sicóloga Naranjo y dice que muchos estudiantes que están enfrentando los conflictos a gritos y a golpes pasaron los dos años anteriores conviviendo con personas que por cualquier cosa explotaban en cólera y generaban situaciones de violencia.
“Diciembre siempre ha sido un mes en el que aumentan los reportes de violencia intrafamiliar al 911 porque hay vacaciones. La gente que normalmente trabaja está en casa y entonces los agresores actúan contra las personas que los rodean; ahora imagínense a esos agresores todo el día en la casa durante todo este tiempo”, dijo el experto.
“La frustración de la situación que se da a nivel mundial, el hambre que se ha experimentado en muchas familias, todo eso genera estrés y si las emociones no se canalizan bien se pasa a la agresión verbal o a la física”, agregó.
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La sicóloga Ingrid Naranjo dice, a título personal, que siente que este año, cuando el MEP hizo los ajustes para el regreso de las clases presenciales, olvidó algo muy importante y eso le está pasando a la institución una factura alta.
“Es cierto que se preocuparon mucho por el tema sanitario y eso está bien, pero siento que no pensaron en la salud emocional de los muchachos que por dos años estuvieron fuera de las aulas.
“No les preguntaron a los niños y jóvenes, de forma individual, cómo se sentían, cómo fueron para ellos los dos años anteriores, si querían volver a las aulas. La salud emocional de los niños está golpeada y muchos quizás la pasaron mal y ni siquiera tenían ganas de volver a las aulas”, manifestó.
De cerca y con amor
Dice Naranjo que en vista de los hechos de violencia que se han presentado es necesaria una intervención conjunta entre el MEP y los padres de familia porque los estudiantes necesitan saberse acompañados y respaldados en este regreso a clases.
Necesitan retomar el control de sus emociones y saber cómo reaccionar de forma correcta cuando se presenta una discusión.
“Apenas tienen un mes de haber regresado a las aulas, es necesario que los papás se sienten con ellos todos los días y les pregunten cómo se sienten, qué están haciendo en clases, cómo se comportan los compañeros, si alguien los está molestando, cómo se comportan los educadores, si se sienten cómodos. Es importante que los papás estén pendientes de todo lo que pasa”.
El sociólogo Mendoza también ve urgente que se les pongan límites y mucha atención a los estudiantes que están queriendo salirse del canasto con actitudes violentas.
“Es cierto que se habla del rezago educativo que debe atenderse, pero en este momento también debe ser prioridad atender la violencia que se está dando en los centros educativos porque de eso depende la seguridad de los estudiantes”, afirmó.
35 pleitos entre estudiantes se han dado este año