Durante la Semana Santa nunca faltan el rosario ni las rosquillas en la mesa de doña Lidiette Vásquez Contreras.
Ambas se han convertido en una tradición y le permiten recordar sus tiempos de güila cuando su mamá, doña Eva Contreras, la mandaba a pelar las mazorcas, moler los granos y arreglar la masa para preparar estas delicias pamperas. Ella ya suma 70 años de hacer rosquillas religiosamente en estos días santos.
“Era un trabajo muy duro: unos se encargaban de la masa y de arreglarla con todo para sacar las rosquillas, empanadas, tanelas y rellenas. Antes se mandaba por la leña para encender el horno de barro, en el patio. Así era la vida en el campo, vida de mucho trabajo”, cuenta esta mujer de 74 años y vecina de playa Potrero, en Santa Cruz.
Para seguir adelante con la tradición, días antes de comenzar la Semana Santa, doña Lidiette viaja con su hija menor, Adriana Cantero Vásquez, y con su nieta mayor, Daniela Salazar Cantero, hasta Lajas de Matapalo, en Santa Cruz; un poblado a media hora de distancia de su casa, donde encienden el horno en la vivienda de una familia amiga.
Se trataba de la casa de los hermanos Iriabel y Delfín López, donde junto a otros vecinos dan inicio a una larga jornada de trabajo para lograr las deliciosas rosquillas con las que los guanacastecos suelen acompañar su café, todos los días.
Rosquillas, no bizcochos
“En San José, les dicen bizcochos; pero, acá (en Guanacaste), no hacemos bizcochos, hacemos rosquillas, con un sabor y contextura muy diferente”, explicó doña Lidiette.
Esta vez su nieta, Daniela, se mantuvo muy atenta para ayudar y aprender; de hecho, esta joven de 18 años acaba de comenzar la “U”, pero aprovecha estos días santos para estar junto a su abuela.
“Tengo mucho interés en aprender bien a hacer las rosquillas porque son las tradiciones de mi Guanacaste; además, disfruto mucho con mi Tita porque ella es un gran ejemplo, como mi mamá, de esfuerzo, trabajo y amor por lo nuestro”, dijo la joven, quien con su moderno teléfono sacó fotos, videos y los famosos selfis.
Luego de todo un día de trabajo, llegó la recompensa para todos: un buen café con rosquillas recién horneadas; así como empanadas con un relleno de queso con azúcar.
Por supuesto, también las tanelas, a base de maíz con azúcar; delicias que nunca podrá faltar en la mesa de la familia Vásquez. También llegó el momento de agradecerle a Dios y rezar el rosario en familia.
Haga rosquillas santacruceñas
1. Coloque el maíz con agua, cal o ceniza, en una olla grande en el fuego. Mueva la mezcla por 15 minutos, retire del fuego y deje reposar por 10 minutos.
2. Lave el maíz para botar la cal o la ceniza, y déjelo secar un día completo. Al día siguiente, lleve el maíz al molino. Si no dispone del grano, puede comprar harina de maíz.
3. Agregue a la harina la manteca derretida, el queso molido y la sal al gusto, poco a poco, para convertirla en una masa. Siga amasando hasta que la mezcla alcance una contextura suave para formar la rosquilla.
4. Elabore las rosquillas y, luego, métalas al horno por 15 minutos, a 400°F (200°C), hasta que se doren. No es necesario engrasar el molde donde horneará las rosquillas porque sueltan grasa.
Colaboró: la periodista Marcela Cantero