Este domingo, día del Señor, estamos iniciando la semana XII del tiempo ordinario, después de haber celebrado La Santísima Trinidad, Corpus Christi, el Sagrado Corazón de Jesús y el sábado el nacimiento de Juan el Bautista, (el precursor del Señor). Todas estas celebraciones con rango de solemnidad.
El Señor Jesús motiva a sus discípulos a ser verdaderos evangelizadores, de diferentes maneras; en primer lugar, el mensaje del Señor debe llegar a toda persona, sin excluir a nadie.
También el discípulo no debe temer ante las posibles persecuciones que deba enfrentar, incluso la muerte, pues la persona que se entregue al Señor, recibirá la vida eterna. Esa fue la misma experiencia del profeta Jeremías (primera lectura); su misión no fue fácil, pues el pueblo de Israel no le comprendió en muchos momentos su mensaje que provenía del mismo Dios.
El discípulo debe ser consciente de que el amor de Dios siempre lo acompañará, es un amor que no abandona y eso da fuerzas para cualquier tarea que deba realizarse.
Con todo lo anterior, podemos afirmar que Jesús es consciente de que lo que le expresó a sus discípulos son tareas que ellos pueden realizar, que se pueden cumplir, pues llevar la Palabra de Dios a otros debe suscitar felicidad, aunque muchas personas quizá no entiendan y sientan que el mensaje del Señor es ya obsoleto y no tiene sentido.
El mensaje de Jesús, este domingo, es para personas valientes, no hay que tener miedo, nuestra vida está en sus manos y él nos aseguró la vida eterna. ¡Qué regalo más grande, gracias Señor!
Así pues, pidamos al Señor hoy que podamos responder a la vocación que él mismo ha puesto en nuestros corazones y que respondamos generosamente.
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