Como pastores de la grey que el Señor nos ha confiado, sentimos el deber de iluminar sobre la “ideología de género”, que como nueva colonización se nos está imponiendo e incursionando en la educación de las jóvenes generaciones.
Ante nuestra intervención, algunos servidores públicos y generadores de opinión han afirmado que la Iglesia “en su proclividad a la mentira”, y en “disconformidad” con los programas de educación para la sexualidad de nuestros niños y adolescentes, ha inventado un fantasma llamado “ideología de género.
En reiteradas oportunidades hemos manifestado, que no nos oponemos a una educación para la sexualidad, pero, que esta debe ser integral, donde se aborde el tema de la verdadera diversidad sexual que se da entre varón y mujer, su natural atracción y complementariedad, la madurez con que ha de vivirse esta realidad querida por Dios. No puede soslayarse, el hablar de matrimonio en el legítimo y natural sentido, de la fidelidad, del auténtico amor, de la castidad como virtud y como respuesta eficaz a la trasmisión de enfermedades.
El tema es sumamente importante y delicado para imponerlo bajo parámetros de intolerancia, más bien debe prevalecer el diálogo sensato, sobre la base realmente científica y razonable. Las descalificaciones e intolerancias son manifestación de una construcción ideológica. En dicho diálogo, han de ser tomados en cuenta los padres de familia. Es derecho suyo, que debe amparar el Estado, la educación según los valores morales que profesan (Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre de 1966 en su artículo 18, 4).
Me pregunto ¿El derecho a la objeción de conciencia, se respetará con relación a los educadores? No son pocos los que sienten que enseñar algo contra su conciencia, les resulta una imposición hacerlo.
No olvidemos que la auténtica libertad se fundamenta en la Verdad.
Por monseñor José Rafael Quirós, Arzobispo de San José.