Uno de los datos más claros que aporta la tradición judeo cristiana a la Humanidad es la dignidad de la persona humana; apoyados en la Revelación de Dios al Hombre, vemos al ser humano, varón y mujer, creados a imagen de Dios y por ello revestido de una dignidad superior a la de cualquier otro ser creado. Esto se ve enriquecido, cuando el Hijo de Dios se encarnó en nuestra carne.
De estos datos surge la especial dignidad de la Vida Humana desde la Fe, una comprensión que ha ido creciendo en la Historia, especialmente de occidente, hasta ser reconocido universalmente a través del sistema de Derechos Humanos. Esta concepción es muy clara en la idiosincrasia costarricense, pues en el siglo XIX se abolió la pena de muerte y en nuestra Constitución Política se declara “inviolabilidad” de la vida humana (art. 21).
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Asimismo, la familia como elemento básico de la sociedad y espacio necesario para la generación y desarrollo del ser humano, siendo este un elemento natural del ser humano, constituido sobre la unión del varón y la mujer, reconocido así por todas las culturas aún en medio de sus particularidades históricas; es enriquecida por el dato de la herencia judeo cristiana, pues esta institución natural desprendida del acto creador del ser humano, en varón y mujer iguales en dignidad ante los ojos de Dios, fue elevada por Jesucristo a la dignidad de un sacramento entre los cristianos.
La importancia de la familia constituida sobre la base del matrimonio del hombre y la mujer, es reconocida también por nuestra Carta Magna en sus artículos 51 y 52, y está reconocida en la mayoría de los convenios internacionales de Derechos Humanos suscritos por Costa Rica.
En medio de esta realidad, la Conferencia Episcopal de Costa Rica convoca a sus fieles, a los cristianos en general y a toda persona de buena voluntad, a dar un paso a favor de la Vida y la Familia en la Caminata del próximo 3 de diciembre, para que hombres y mujeres de fe hagamos oír nuestra voz a la comunidad nacional y en especial a nuestros gobernantes, sobre estos dos puntos, pues se desprenden de la naturaleza misma del ser humano, y deben ser protegidos por la Ley, gobernantes y sociedad en general.
Se trata de que caminemos alegre y pacíficamente para expresar nuestras convicciones más íntimas en estos valores humanos fundamentales. Sabemos que hay personas que no piensan como nosotros, pero respetando toda opinión, exigimos que se oiga nuestra voz apoyada en la luz de la Fe y de la Razón, plasmada en nuestro ordenamiento jurídico.