Dedrick Quesada aprovechó una oportunidad para salir adelante y convertirse en comerciante cuando su familia pasaba dificultades debido a la pandemia.
Con apenas ¢10 mil en el bolsillo, el joven inició un negocio de venta de empanadas y apoyado en una receta que le enseñó su abuelita.
Cuando el covid-19 llegó al país, la familia del muchacho decidió llevarse a vivir con ellos a doña Idalía Mora, su abuelita materna, ya que querían protegerla y la mejor manera era teniéndola cerca.
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Conforme pasó el tiempo esta familia de Ciudad Quesada empezó a sentir los efectos de la crisis económica, ya que la mamá del joven, Ligia Jara, perdió el trabajo. El papá, Víctor Hugo Quesada, tuvo complicaciones de salud y lo tuvieron que operar, así que los ingresos de la familia se redujeron demasiado.
“Siempre he tenido la idea de ser comerciante, en un principio vendía audífonos, pero apenas me ganaba ¢500 colones por cada uno, con demasiado esfuerzo logré reunir ¢10 mil colones y los guardé.
“Un día mi abuelita hizo unas empanadas de plátano para tomar café y a mí me encantaron, le dije que eso hasta se podía vender y ella me dijo que no tenía plata para comprar más ingredientes y yo le dije que no se preocupara, que tenía ¢10 mil guardados y que con eso iba ir a comprar los ingredientes”, narró el muchacho.
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Aprendió la receta
Ese mismo día Dedrick aprendió la receta y empezó a hacer las empanadas para salir a venderlas.
Los primeros días les vendió a los familiares más cercanos, pero después les vendió a los amigos; a los papás de los amigos, a los compañeros de trabajo de los papás de los amigos, pero de un momento a otro las ventas bajaron y fue ahí donde entró en juego la novia del joven, Michelle Hidalgo.
“Mi novia me dijo que pusiéramos una hielera afuera de la casa y vendiéramos las empanadas a todo el que pasara. Yo no estaba muy convencido, pero ella insistió y el primer día vendimos 35 empanadas y yo estaba feliz.
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“Poco a poco mi familia se fue metiendo en el negocio, mi abuela, mis papás y hasta mi hermano me ayudaban a preparar los ingredientes y a hacer las empanadas para venderlas”, relató.
Después de unos días, el empunchado joven abrió una especie de ventanita en su casa y compró una urna para poner ahí las empanadas.
Así estuvieron durante año y medio. Todos los días llegaba gente a comprarle y eso lo hizo pensar en poner su propio negocio, sin embargo, le daba temor.
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“En ese momento yo tenía 17 años y no sabía ni siquiera cómo sacar una patente, por eso no daba el paso, pero un día me cayó la municipalidad y me cerró la ventana. Eso fue lo que me terminó de impulsar para sacar los permisos y buscar un local en el centro de Ciudad Quesada para agrandar el negocio.
“Cuando negocié el equipo de cocina me dijeron que me lo darían apenas lo pagara entonces, corrí para buscar un local, pero tuve problemas porque al final tardaron dos meses en entregarme el equipo de cocina, entonces estuve pagando esos dos meses de alquiler sin usar el local”, manifestó.
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Va por más
Dedrick cuenta que ya tiene tres meses de tener abierto su local, que lo atiende él, su novia y dos muchachas más.
El joven empresario cuenta que trabajan de 7 a. m. a 7 p. m. y durante el día hay varios momentos en lo que por dicha pasan ocupadísimos. Ellos venden por medio de servicio express y también la gente puede llegar a recoger los pedidos.
“De siete a nueve de la mañana recibimos muchos pedidos porque es a la hora que la gente acostumbra a desayunar, a esa hora la empanada estrella es la que lleva pinto, huevo, queso y plátano, se puede pedir en masa de plátano o como empanada salada normal.
“Otra empanada que se vende mucho es una que inventó mi papá, la tres carnes, que lleva carne, pollo y chicharrón. También tenemos de pollo, carne, queso y frijol; de las que son con masa de plátano la más gustada es la de queso con frijol. Las empanadas cuestan ¢1.200 y si los clientes quieren se las pueden arreglar con repollo, chimichurri y salsas o sencillas sin costo adicional”, explicó el vendedor.
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El local se llama Empanadas Chila Loca y hasta tiene una página de Facebook con ese nombre. Está localizado 25 metros al norte de la Cruz Roja de Ciudad Quesada.
El joven empresario estudia Administración de Empresas en la universidad San Marcos y su novia también es universitaria, ella se está preparando para ser profesora de Estudios Sociales.
“Creo en mi producto, estamos vendiendo aproximadamente 250 empanadas por día y espero que cada día sean más. Ya he pensado en abrir un segundo local y en el futuro quisiera vender franquicias de mi negocio para que siga creciendo”, aseguró el emprendedor.