Hoy es lo más normal del mundo que en cualquier parte del país haya un local comercial que vende electrodomésticos, pero tiempo atrás la historia era muy distinta.
La primera empresa de ese tipo, nacida en 1966, se llamó Casa Víctor y, de los mismos dueños y casi al mismo tiempo abrió El Verdugo, cuyo personaje es muy familiar para los costarricenses y tiene una historia muy curiosa. Ya llegaremos a esa parte.
Casa Víctor estaba en Alajuela y era de don Javier Ordóñez y don Carlos Carrió.
Cuando aquel local de la provincia de los mangos se consolidó le llegó el turno al segundo, que estaba en San José. Las ventas iban bien, los compradores respondieron puras tejas y los dos empresarios fortalecieron el negocio.
A finales de los años setenta, con la televisión avanzando a buen paso en el país, Ordóñez y Carrió decidieron hacer un anuncio publicitario para pasarlo por la tele y tratar de ganar más clientes.
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Con un emperador
Nos cuenta don Bernal Esquivel Gutiérrez, quien hizo su tesis de licenciatura en la Universidad de Costa Rica sobre El Verdugo, que aquel primer anuncio de Casa Víctor originalmente iba a tratar de un emperador de Roma que le daba a un verdugo la orden de matar a los precios altos.
Sin embargo, el día de la grabación del comercial pasaron dos cosas que cambiaron el desenlace: se decidió quitar al emperador romano e irse directamente a la parte en la cual un verdugo se deshacía de los precios groseros, de forma simbólica, rompiendo un televisor.
Bueno, es que quebrar un tele en los años setenta, cuando comprar uno costaba su buena plata (ojo, no en todas las casas había uno), era una muy buena forma de decir que en serio había un verdugo (y un comerio) que ofrecería productos a precios que estaban al alcance de familias breteadores, no solo papudas.
Lo otro que pasó fue que para hacer el papel de verdugo se había hablado con un muchacho que hacía fisicoculturismo en Troyanos, uno de los gimnasios más importantes del país en aquellos días (hay quienes dicen que fue el primero de Costa Rica).
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La cosa es que el musculoso nunca apareció el día en que se grababa el comercial y entonces la producción les dijo a don Javier y a don Carlos que no quedaba otra que suspender el trabajo y que, por supuesto, les tenían que pagar a todos la jornada y que al día siguiente volverían.
Como eran platales de lo que se hablaba por la suspensión, el señor Ordóñez no lo pensó dos veces y dijo: “No se suspende nada, yo soy el verdugo, pásenme la capucha”.
Así nació el primer verdugo para el anuncio de Casa Víctor.
Verdugo peludo
Como Ordóñez era un hombre de pelo en pecho en aquel primer anuncio el famoso personaje es peludo y fortachón, pero no musculoso. Y así fue incluso en los primeros dibujos, ya luego lo presentaron lampiño.
En 1983 Ordóñez y Carrió decidieron agarrar caminos comerciales diferentes.
Carrió pidió dejarse el nombre Casa Víctor y la mascota, o sea, el verdugo que no era más que eso, una mascota, pero que sin duda le sirvió de inspiración porque aquel mismo año vio la luz El Verdugo como tienda de electrodomésticos.
Don Javier Ordóñez falleció a finales de los noventa y El Verdugo pasó a sus hijos, que en el 2007 se lo vendieron a Grupo Monge.
Esta empresa también tiene origen alajuelense, nació allá en 1974 como una venta de electrodomésticos que se llamó El Gallo más Gallo y tenía el objetivo de competirle duro a Casa Víctor.
Y, una vez más en Alajuela, pero en 1980, ocurrió el nacimiento de Importadora Monge, que hoy es Grupo Monge.
Llega el “tome, chichí”
El personaje del verdugo se mantiene vivo, pero con un cambio. Hoy se usa más como un superhéroe que vence a los precios altos y son clarísimas las modificaciones que ha experimentado con los años, al mejor estilo de Batman, Supermán o el Hombre Araña.
En el 2010 Grupo Monge le dio un descanso para aprovechar los resultados de un estudio que decía que el pueblo sentía cariño por las tiendas a las que representaba el hombre encapuchado porque sus precios le permitieron comprar a varias generaciones electrodomésticos que antes eran solo para platudos.
Y fue entonces que nació el “tome, chichí” que tanto loco hizo.
“La agencia de publicidad Tribu de aquel entonces, hoy Havas, agarró un dicho muy tico que ya casi nadie usaba para exaltar al humilde al compararlo con los que más plata tienen, demostrando que los que menos dinero ganan también pueden tener cosas buenas y bonitas si las compran en El Verdugo.
“Nace la familia de los Paganini y el ‘tome, chichí' se mete fuerte en la cultura del país. Fueron anuncios muy exitosos. Se hicieron siete versiones en total”, explicó don Bernal.
Esos famosos comerciales pegaron tanto que le dieron un empujón enorme a El Verdugo.
Casa Víctor dejó de existir hace años, pero vemos aún cómo aquella decisión tomada a la carrera de improvisar un personaje ante la ausencia de un musculoso nació con estrella.