Muchos de nosotros nos esmeramos en comprar bombas y papeles de diferentes colores para adornar la fiesta de cumpleaños de un ser querido, pero también hay afortunados a los que el Sol les adornó el cielo de una forma única.
Justo el pasado 11 de mayo el costarricense y exjugador de Liga Deportiva Alajuelense, Eduardo Araya Pereira, estaba cumpliendo 53 años de edad. Vive en Boston y fue ahí donde recibió un gran regalo de la naturaleza, ya que pudo disfrutar de auroras boreales, evento que no ocurría en ahí hace 20 años.
“Dios se lució en mi cumpleaños con este regalo tan increíble, las auroras boreales. Fue un regalo único, un evento que no es normal en esta zona de Estados Unidos, pero que Dios nos dio el chance de verlo. Un espectáculo sin igual”, fue lo primero que comentó el tico.
Como una gran cantidad de ticos jamás hemos visto una aurora boreal, don Eduardo nos hizo el favor de contarnos cómo se ve una.
“A simple vista se ve como nubes, estos colores y las luces nórdicas en si se logran ver a través del lente de la cámara o celular y ahí se produce la magia.
“Las fotos que tomé fueron hechas entre las 10 p. m. y las 12 media noche (del pasado 11 de mayo). Hemos sido afortunados de vivir el eclipse y las luces nórdicas en el lapso de un mes, gracias Dios de nuevo por tan bello espectáculo. Una danza de luces por todo el cielo”, explicó el costarricense.
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Manudo
Don Eduardo es oriundo de Jardines de Tibás. Fue futbolista toda la vida. Comenzó en las ligas menores de Saprissa. En primera división se probó en Uruguay de Coronado y también en Alajuelense. La Liga lo prestó a Palmares y también a la Universidad de Costa Rica.
Entre 1986 y 1991 estuvo en Alajuelense y le tocó jugar varios partidos en primera división en la muy reconocida era del director técnico eslovaco Iván Mraz, en el segundo proceso con los manudos ya como gerente deportivo. El director técnico era Juan José Gámez.
Don Eduardo es amigo de la familia de La Teja, lo conocimos el pasado mes de marzo cuando viajamos a Boston para el partido que Alajuelense perdió 4-0 con el New England Revolution por la Concacaf.
Ahí fue donde nos dimos cuenta de su pasión por la fotografía. Explica que al saber de la posibilidad de las auroras boreales se preparó con su cámara para fotografiarlas ya que sería un recuerdazo de su cumpleaños 53.
“¡Nunca las había visto! Es impresionante. Un espectáculo ver como brincan de un lado a otro en el cielo y como a simple vista no se aprecian bien, se ve como una nube de gas, pero al abrir el teléfono aparecen los colores.
“Es difícil de explicar y fuimos muy afortunados de poderlas ver tan cerca de la casa. Es un espectáculo que toda gente debería experimentar para apreciar la grandeza de este universo y la creación”.
Don Eduardo se fue para Estados Unidos por primera vez en 1995 con 23 años, a probar suerte, que le dicen. Volvió a Tiquicia y ya para 1999 tomó la gran decisión de mudarse a Boston definitivamente. Trabaja en salud y seguridad ocupacional.
Está casado con una liberiana, doña Gabriela Quirós, con quien tiene dos hijos que nacieron en Costa Rica. Se fue con la idea de solo vivir cinco años en las Yunai, pero ya lleva 33, eso sí, sueña con el regreso a su amado país.
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Gracias al sol
Una poderosa tormenta solar se manifestó en la Tierra el pasado sábado, lo que desencadenó espectaculares auroras boreales visibles desde Gran Bretaña hasta Argentina o Chile, provocando cortes en las comunicaciones por satélite y en las redes eléctricas.
La primera de varias expulsiones de plasma y campos magnéticos desde el Sol comenzó poco después del inicio de la tarde del viernes pasado, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos.
La NOAA catalogó la tormenta geomagnética como “extrema”, ya que es la más potente desde octubre de 2003, cuando varias explosiones de plasma de la corona solar provocaron apagones en Suecia y daños en la infraestructura energética en Sudáfrica.
A diferencia de las erupciones solares, que viajan a la velocidad de la luz y llegan a la Tierra en ocho minutos, estas erupciones viajan a un ritmo más lento, de 800 kilómetros por segundo.
Los campos magnéticos asociados con las tormentas geomagnéticas provocan corrientes en los conductores eléctricos, incluidos los cables, lo que puede provocar apagones.
También pueden tener impactos en la comunicación por radio de alta frecuencia, GPS, en naves espaciales y satélites.
Este fenómeno puede afectar incluso a las palomas y a otras especies que tienen brújulas biológicas internas.