Había una vez un lapicero que estaba muy campante en la vitrina de la tienda Universal, esperando a ser comprado y ser de utilidad a alguien.
Pero pocas personas podían pagar los 57 rojitos que indicaba el precio de la etiqueta y por eso él sabía que si algún día se lo llevaban, sería para algo especial.
El lapicero tenía paciencia, pues su tinta negra y el hecho de ser de la reconocida marca Cross harían, tarde o temprano, que encontrara dueño.
Un día le llegó la hora. Fue a visitarlo Francisco Rodríguez Siles, director ejecutivo del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), quien le puso el ojo y lo compró. Rodríguez andaba buscando el lapicero con el cual se firmaría la credencial de Carlos Alvarado como presidente de la República. Dicho acto se hizo este jueves en el auditorio Francisco Meza del TSE.
Resulta que Rodríguez lo compró con dinero de los recursos de protocolo del Tribunal, igual que si fuera para comprar arreglos florales, o alimentos propios de la actividad.
El lapicero quería irse de una vez a su nueva casa y con su nuevo dueño, pero no fue así. Antes de que se lo llevaran le dijeron a la gente de la librería que le grabaran el nombre de Carlos Alvarado, según contó Gustavo Román, asesor político del TSE.
“No se le grabó el período, solo decía Carlos A. Alvarado Quesada”, dijo Román.
Finalmente, el lapicero llegó al Tribunal metido en una cajita y este jueves debutó como los grandes.
El presidente del TSE, Luis Antonio Sobrado, y los magistrados Eugenia Zamora Chavarría, Max Esquivel Faerron, Zetty Bou Valverde y Luis Diego Brenes Villalobos lo tomaron para firmar la credencial, donde finalmente también estampó su firma Carlos Alvarado, en el acto oficial. Es decir, encontró su lugar entre la pura cremita.
“Es una tradición de hace muchos años regalar el lapicero al presidente. Desde que yo trabajo en la institución se hace. Son al menos 20 años”, añadió Román.
El lapicero es desde este jueves, el papá de los lapiceros, el presidente de los bolígrafos, el que firmará los decretos ejecutivos, el que acompañará a Alvarado en el pecho. Será un testigo de lujo de la historia nacional por los próximos cuatro años.