¿Se imagina toparse al mismísimo pisuicas de frente? Eso fue lo que le pasó a una mujer hace un año el frente de la iglesia de Esparza centro.
Claro, no fue que el Diablo se escapó del Infierno para hacer travesuras, el responsable de pegarle semejante susto a una pobre señora fue el hombre fotografiado en Puerto Escondido de San Carlos, con una vestimenta diabólica y montado en su moto.
Fue el domingo 24 de setiembre cuando el motorizado fue captado por una cámara de seguridad, justo cuando hacia un alto en la zona, de inmediato la imagen llegó al “feis” y se convirtió en el tema de conversación de muchos, ya que nadie sabía quién era el misterioso personaje y por qué se disfrazaba de esa manera.
¿De quién se trata? El que le da vida a esta figura demoníaca es Jaime González, de 45 años, vecino de Siquirres y conocido entre sus allegados como “Torito”.
Este singular personaje recordó que cuando tenía 28 años le entró el gusanillo por andar en moto, pero fue hasta el 2009 cuando decidió hacer un cambio radical, vistiéndose igualito al ser maligno.
Eso sí, dejó claro que su intención nunca ha sido meterle miedo a nadie, sino diferenciarse de los demás con su ropa.
Precisamente, su vestimenta lo ha llevado a pegarse más de un chasco, por ejemplo, el de la señora que iba pasando por la iglesia y lo vio.
“Ese día fue un vacilón porque yo me quedé varado con la moto, la señora me vio y empezó a persignarse y a orar, porque seguro creyó que se le había aparecido el diablo. Luego se fue corriendo, imagínese lo que puede estar pensando y diciendo esa señora”, contó muerto de risa.
Recordó que su tata tenía una carnicería, entonces cuando lo llevaba a los mataderos aprovechaba los descuidos para llevarse algunos cuernos de los toros para jugar con ellos.
“Yo agarraba los cachos y me los llevaba, seguro por eso es que me gustan, lo bueno es que la doña no me los pone”, dijo entre risas.
Selfis con el cachudo
El siquirreño explicó que le da mucha gracia ver la cara de los conductores cuando él les pasa a la par con su moto.
“Cuando me ven lo que hacen es brincar, después se dan cuenta cómo está la cosa y me piden selfis, hasta me han dicho que me baje de la moto para que la foto salga mejor”, añadió.
“Siempre me dan campo, no sé si es porque les doy miedo o porque me quieren ver (risas). Por dicha me han tratado con mucho respeto, los que sí se enojan conmigo son los que organizan actividades porque a veces no puedo ir”, añadió.
González, quien está casado y es padre de dos niñas de 14 y 9 años, mencionó que lo más llamativo de su uniforme son los 6 cascos que tiene y que él mismo fabrica.
“Todos tienen cachos reales de toros que se murieron de viejitos, no se les hizo daño en ningún momento. Nunca he hecho un cálculo de cuanto me cuestan hacerlos porque el valor que tiene es sentimental y no de plata”, destacó.
Sin multa
Mario Calderón, director de la Policía de Tránsito, explicó que este tipo de vestimenta no tiene ninguna sanción, lo único que podría hacer un oficial es pedirle la licencia, corroborar de que el casco sea el adecuado y chequear que la moto esté al día.
“No procede nada, la gente ha dicho que por andar el rostro cubierto se le puede hacer la multa, pero no es así, si fuera así tendríamos que hacerle partes a todos los motociclistas porque a la mayoría no se le ve la cara”, dijo.
“Torito” reconoció que varios inspectores lo han parado y, según él, lo que le han dicho es “que buenos cuernos”.
Así que, si lo ve en carretera, no se asuste y más bien pídale una foto porque este diablo no es nada malo.