El padre Sergio Valverde, de Obras del Espíritu Santo, quedó para siempre en la historia del país, ya que este martes fue nombrado ciudadano distinguido por la Asamblea Legislativa.
El sacerdote es el primer costarricense en lograr esa distinción en vida.
La Comisión de Honores del Congreso dio el aval para que el padrecito fuera reconocido por su trabajo en favor de muchas personas que viven en condiciones de pobreza y vulnerabilidad.
Este martes, con 38 votos a favor, los legisladores hicieron la declaratoria.
En la actualidad, Valverde ayuda a más de 200 mil personas en distintas partes del país.
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Dereck Ramírez, uno de los beneficiados con la asociación y actual colaborador de esta organización, contó, en el Congreso, cómo el padre Sergio le cambió la vida.
“Más que un sacerdote se convirtió en mi papá y se convirtió en mi héroe. Les digo esto porque hace 14 años lo conocí. Dios me regaló esta oportunidad, porque hace 14 años pensaba que no tenía un futuro en la vida, con doce años andaba en las calles fumando. Dios me regaló la oportunidad de conocerlo a él”, destacó el joven.
Cuando se dio a conocer que recibiría el reconocimiento, el cura dijo que no lo merecía.
“He recibido con gran asombro y cariño la bondad de un grupo de señores diputados, que han querido tomarme en cuenta para darme un reconocimiento, por la gracia de Dios.
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“Quiero decir, con sencillez, que esto no es lo mío, humildemente, no ando buscando esto, no creo merecerlo, porque hago lo que simple y sencillamente debe hacer un cristiano y como sacerdote ni se diga. Es mi alegría, los cristianos no andamos buscando este tipo de condecoraciones”, destacó el sacerdote con gran humildad.
El religioso dice que para él lo más importante es ver felices a los niños de Obras del Espíritu Santo.
“Amo a mi país, el título que más me gusta es el que me dan los niños cuando me llaman ‘Papi padre’. Esto lo tomo como un regalo, pero le digo de nuevo, no me lo merezco; sin embargo, me debo a las autoridades, siempre lo haré y si quieren darme este reconocimiento así lo recibiré, con lágrimas en los ojos. Sobre todo por ser el primero en la historia del país que lo recibe en vida, a ver cómo hago cuando me muera. La gran responsabilidad que tengo, no tengo derecho a fallarle a la patria, lo tomo con santo temor de Dios. Un abrazo a quienes han tenido la nobleza de votar esto de forma unánime. Dios les bendiga”, aseguró.