Una persona que hizo una reflexión sobre este tema dijo: “Si quieres que un ave se muera, ayúdale a salir del cascarón. Si quieres que una mariposa no nazca, ábrele la crisálida".
Si quieres que tu hijo no sea feliz, ayúdalo en todo, dale todo, llénalo de detalles, enséñale que la vida es fácil, y verás como se deprime con el tiempo y como sufrirá de ansiedad.
A los papás se les ocurrió la brillante idea, cuando los hijos tienen momentos de dificultad, decir: “yo no quiero que mis hijos sufran como yo he sufrido”. ¡Vaya, qué error! Porque no les enseñaron a sus hijos a soportar frustraciones, dolores o dificultades.
¿Sabes cuál es la manera en que se anulan las personas? Cuando les das todo, cuando se lo das todo procesado. Al hacer todo eso, los niveles de ansiedad y depresión son mucho más grandes. Por favor no les dé todo, porque el dolor enseña. El sufrimiento es opcional, pero el dolor es necesario y es maravilloso.
La Sicología del Desarrollo indica que esta es una errada forma de crianza. Los niños se tienen que frustrar para poder aprender y elaborar defensas naturales así como desarrollar la creatividad para salir adelante.
El hogar y la familia son los primeros llamados a aceptar los momentos de negación, de berrinche y de llanto. No se debe aflojar con el tema de la autoridad ni con las reglas, ni los valores ante estas conductas propias del ser humano, porque es en esos puntos donde más se enseña a los hijos sobre la realidad de la vida.
Complacer es negarles la oportunidad de aprender sobre sí mismos a controlarse y sobreponerse con sus propios recursos emocionales. El dolor viene a ser la herramienta más poderosa frente a las frustraciones de la vida, porque las pérdidas de todo tipo son una realidad de la que nadie puede escapar.
El dolor y la frustración, también nos enseñan a ser más sensibles, a conectar con el dolor de los demás y ser personas más justas.
Acompañe el dolor de manera natural, no hay que evitarlo ni reprimirlo.