Como dice el pueblo, “la Verónica no está para tafetanes”, es decir, la plata no es algo que sobre en el Gobierno ni en el país.
El presidente electo, Carlos Alvarado, ha dicho con frecuencia que urge la austeridad, socarse la faja.
Hay que economizar por donde se pueda, pero eso no se cumple con el “Grupo 983”.
¿Quiénes lo forman? Nada menos que el total de funcionarios del Congreso que mes a mes reciben un pago adicional en su salario únicamente por trabajar ahí. Así como lo oye.
Esa plata no es un premio por ser muy cargas o porque se fajan muchas horas al día. Se debe exclusivamente a la “suerte” de tener un puesto en el Congreso.
Para los 983 empleados de la Asamblea Legislativa eso no es un sueño, es toda una millonaria realidad que usted y yo pagamos día con día.
El la boleta de pago de cada empleado legislativo aparece un rubro que se llama “incentivo legislativo”, que arranca en los 70 mil colones mensuales para un puesto de secretaria 1 y aterriza en ¢133.143 para el director ejecutivo.
Precisamente, el director ejecutivo de la Asamblea, Antonio Ayales, nos confirmó que ese mentao “incentivo legislativo” es una platica que se ganan mes a mes los 983 funcionarios de la Asamblea Legislativa por trabajar ahí, solo por eso.
Ningún menudillo.
No estamos hablando de un menudillo, de acuerdo al presupuesto legislativo del 2018, solo en incentivos se pagarán ¢1.584 millones a esos 983 trabajadores (745 están catalogados como profesionales universitarios, 110 como técnicos, 56 de servicio, 53 del departamento policial, 17 administrativos y 2 ejecutivos).
Una empleada legislativa que recibe casi 38 mil colones quincenales y que para no quemarse feo mejor prefirió que no pusiéramos su nombre, nos contó la sorpresa que se llevó con el primer pago.
“La primera vez que revisé la boleta de pago de inmediato hice la consulta, porque creí que había algo malo, tenía más dinero de la cuenta, pero después me aclararon que esos casi 38 mil colones eran el incentivo… y yo feliz, no sabía que me tocaba esa plata, pero como la plata nunca cae mal, la recibo con mucho cariño”, nos dijo.
Llueve la plata.
Los incentivos salariales para ese selecto club de los 983 no se quedan solo en eso, en total suman un poco más de los diez mil millones de colones al año. Las anualidades son las que más pagan, están presupuestados ¢5.851 millones para este 2018; la exclusividad y prohibición pagará a cierre de año ¢2.780 millones, a eso se deben sumar los ¢1.584 melones de los otros incentivos.
Cuando le consultamos sobre esos platales al ahora exdiputado Ottón Solís, fundador del Partido Acción Ciudadana, nos reconoció que ese rubro no lo tenía muy claro, pero reconoció que eso pasa en todo el sector público. “Por todos lados donde reviso me encuentro situaciones así con la plata de todos los costarricenses, la verdad es increíble que pasen estas cosas, por todos lados, siempre que analizo algún presupuesto me topo con estos tipos de incentivos que reciben unos pocos, pero que pagamos todos los costarricenses”.
Recorte queda pendiente.
Reconoce Solís que es un hecho que a millonadas así, con una justificación sin peso como la del simple hecho de trabajar para la Asamblea Legislativa, hay que meterle mano para buscar la forma de eliminarla. “No alcanza el tiempo para los cambios que se necesitan y que son urgentes, empezando porque casi mil empleados en la Asamblea son demasiados”, afirmó Solís.
Actualmente, en la Asamblea Legislativa se discute la reforma fiscal con la cual el propio Ottón ha dejado claro que se podría comenzar a evitar que se le pegue tanto garrotazo económico a la piñata gubernamental con los pluses salariales.
La reforma incluye que por ningún motivo se vayan a crear nuevos incentivos salariales en el Gobierno y que incentivos como la discrecionalidad y confidencialidad queden en el olvido, como parte de la dedicación exclusiva.
Además, como las anualidades se le pagan a todo empleado, sea bueno o malo, lo que se pretende es que se sigan pagando año a año, pero con base en una evaluación del desempeño y no a raja tabla como sucede hoy día, pero todavía ese tema sigue en el tapete.